27 febrero, 2025
Activistas y Organizaciones No Gubernamentales advirtieron que la construcción de nuevos parques eólicos y solares en el Istmo de Tehuantepec, sumada al desarrollo de producción de hidrógeno y amoniaco representa un modelo ecológico que profundiza la dependencia a potencias extranjeras
Texto y foto: Diana Manzo / Istmo Press
OAXACA. – Al gobierno federal encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum no le basta la instalación del megaproyecto del Corredor Interoceánico ni los más de 23 parques eólicos en operación en el Istmo de Tehuantepec. Para 2025, su objetivo es impulsar la producción de hidrógeno y amoniaco en tierras zapotecas, argumentando que México ocupa el segundo lugar mundial en contar con una «Ley de Cambio Climático» y el primero en Latinoamérica. Sin embargo, para activistas y organizaciones civiles, este «modelo ecológico» representa un «nuevo colonialismo energético».
El gobierno federal informó que la empresa responsable de producir hidrógeno y amoniaco en el Istmo será «Helex Istmo», filial de la danesa Copenhagen Infraestructura Partners (CIP), con una inversión de 10,000 millones de dólares. El proyecto ocupará el Polo de Desarrollo para el Bienestar de Ciudad Ixtepec, que abarca 413 hectáreas expropiadas por el gobierno federal el año pasado.
«Esta producción de hidrógeno puede sustituir combustibles fósiles en el transporte marítimo, lo que marcará un hito histórico y consolidará al Istmo de Tehuantepec como referente mundial», declaró el gobierno en una presentación virtual.
Además del proyecto de hidrógeno, Helex requiere 30,000 hectáreas: 25,000 para instalar 190 aerogeneradores —que se sumarían a los 1,585 ya existentes en el Corredor Eólico, el más grande de Latinoamérica— y 5,000 para colocar 2,910,040 paneles solares que alimentarán el megaproyecto.
Aunque se anunció que los aerogeneradores y paneles se ubicarían en terrenos de Ciudad Ixtepec e Ixtaltepec, en San Pedro Comitancillo, ejidatarios y activistas denuncian que Helex pretende destinar 3,070 hectáreas (40% del territorio ejidal) para su proyecto fotovoltaico, afectando tierras agrícolas.
En diciembre, el colectivo Geocomunes —que acompaña a comunidades indígenas en la defensa de sus tierras— advirtió que el proyecto de Helex Istmo representa una «nueva colonización energética». En su análisis «El proyecto de producción de hidrógeno y amoniaco de Helax Istmo: nueva ola de colonialismo energético al cobijo del Corredor Interoceánico», detalla que los 190 aerogeneradores ocuparían los cerros Tablón, Taberna y Niza Bichi, zona con antecedentes mineros (exproyecto Ixtepec).
Geocomunes precisa que, según el Observatorio Comunitario para el Cuidado de los Bienes Comunes, cada turbina de 3 MW requeriría 1,200 toneladas de mezcla de cemento, grava y agua, afectando el subsuelo. Además, señala que los contratos de renta de 20 a 30 años comprometen la soberanía alimentaria y la identidad de las comunidades.
El proyecto también incluye una planta desalinizadora cerca de Salina Cruz, con capacidad de 2,400 toneladas de agua marina diarias, y un ducto de 50 km hacia Ciudad Ixtepec. Este proceso, advierten, podría dañar organismos marinos y desconoce el volumen exacto de agua requerida.
En San Pedro Comitancillo (Ndaniiguiaa), Juan Rafael Rodríguez Razgado, activista y fundador de #SalvemosLaVida, afirma que el proyecto implica «la muerte lenta de los recursos naturales». Señala que la instalación de paneles solares «devastaría» el ejido, donde se cultiva maíz zapalote, ajonjolí y jamaica:
«Gracias a la resistencia de ejidatarios, académicos y la Binni ngolas (gente mayor), logramos frenar la idea inicial. Pero los ductos de agua planeados también afectarían a Palo Grande, Rincón Moreno y Magdalena Tlacotepec».
Rodríguez, naturalista y doctorante en Estudios Territoriales, alerta sobre la posible extinción de la iguana Ctenosaura oaxacana —especie endémica protegida por la NOM-059— y la alteración de 233 especies registradas (103 aves, 18 reptiles, 36 plantas y 60 insectos).
«Perder el territorio significaría migración climática, pues la temperatura aumentaría 4°C —superando el 1.5°C global—, modificando el microclima y el ciclo hidrológico. Además, el agua pasaría de 12 a 50 pesos por garrafón», advierte.
Hasta ahora, el proyecto no incluye consulta indígena, pese a que la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (UCIZONI) y Maderas del Pueblo exigen su cancelación. Critican que la Secretaría de Energía (Sener) maneje la información como «reservada», ignorando los impactos ambientales.
Esta nota fue publicada originalmente en ISTMO PRESS, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes ver la publicación original.
Reportera en Unión Hidalgo, Oaxaca.
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