Un borde, un frente y un fuego

17 agosto, 2019

Foto: Ximena Natera

Por: Eduardo Sierra Romero

Fotos: Duilio Rodríguez y Ximena Natera

Un vivo relato de un amor y de una vida

refleja el trueno en el círculo del beso con la tierra

y la nostalgia brota como fuego.

Y del otro lado del fuego, el desafío de la fiereza

día tras día, en lo nocturno. El ave sobre el alambre aletea

contra la lluvia y ha permanecido inmóvil.

Bastaba el borde de un terremoto en el árbol nervioso

de los cuerpos para ponerlos a bailar, y el llanto, o la lluvia,

en el recorrido de las pieles aquí torna cicatriz.

El confinamiento del flujo en espera de lo latente que guarda

sus reservas, que se esconde a plena luz, halla salida en la ruptura de

sus parámetros. El sueño se dirige a lo lejano de mi para acariciar tus rastros.

Así en su forma el fuego hace hogares donde se escuchan

tus pasos, al oeste del oeste, la finalidad de lo límite, instante tras instante.

Aquí al frente, el pasillo promete tu frontera, un abrazo ahora como eco

perfuma, agita y atormenta este silencio.

Foto: Duilio Rodriguez

El gran y previo aviso de a.m.nesia

Llamas, llamas, fuego en el silencio, el corazón procura

tu alcance detrás de todas estas persianas de niebla

superpuestas en el aleteo de tu andar.

Símbolo y emoción, lectura del infinito en tus ojos,

ya ausencia, lejos de ti todo adula para el olvido

de lo que se tiene en la palma.

Tormentas, permutaciones interiores, miradas extraviadas

siempre que no van a ti. En el descenso de la montaña

no se halló oro, pero nos cegó lo cristal.

Mi patria agita las manos en este espejismo, quiebra el talón que trasciende pero no estorba,

un hueco en la memoria, un puente entre las mentes, un tacto revivido por la pronunciación.

Huellas ligeras arteras al corazón, noches tras noches,

en capas desvanecen mi vestido. 

¿Qué tinta perdura en las grietas por las que me arrastro hacia ti?

Una oración de rodillas no trajo tu aliento de vuelta, tres barcos en la bahía y el ambiente un claustro. Un poema como surco, como niebla, como tinta, como puerto, ¿me recuerdas?

Foto: Duilio Rodríguez.

Mi natalicio

Llora toda la montaña en su protesta por el alcance de

su visión.

Insinúa la perla lo sagrado de mi beso

en tu frente

y todos los insectos se arremolinan a nuestros pies

en el canto fértil de la Tierra.

Demasiadas aves trasladan su paraíso

al cruce de tu vista y en picada descienden

en eterno reposo a decorar nuestra unión.

Carece de ornamenta el sendero 

a la rendición del intercambio de ascensiones,

así que

La visita desde el cielo renuncia a su gracia

por la gratitud que trasluce mi mirada.

El universo en fuego reconoce tu voz

y mis brazos.

Entregas anteriores:

Del tiempo, del vaivén, del arrullo

Mariposa y su eco


Poeta y periodista. Me interesa el autoconocimiento y la exploración intuitiva de la realidad desde la perspectiva espiritual.