24 agosto, 2024
En su segunda edición en México, la Conferencia Política de Acción Conservadora marcó la agenda de la ultraderecha en la región: acabar con Venezuela y el socialismo, asegurar la victoria de Donald Trump y consolidar un partido conservador en México. En México, la ruta perfila un nuevo partido conservador
Texto: Alejandro Ruiz
Foto: CPAC y Alejandro Ruiz
CIUDAD DE MÉXICO. – Las cosas han cambiado para la ultraderecha en México. Su máximo espacio organizativo, la Conferencia de Ación Política Conservadora (CPAC), lo refleja.
En un auditorio que nunca estuvo lleno, la intelectualidad conservadora del mundo trazó la ruta para la ultraderecha en América Latina: eliminar el socialismo, la ideología woke y, fundamentalmente, hacerse del poder.
En la palestra, José Antonio Kast (el chileno que apoyó la continuidad de la dictadura de Augusto Pinochet) o Henry Kronfle (el empresario cristiano, ahora diputado en Ecuador), esbozan el plan.
“Existe la falacia de que cada lugar puede desarrollar una democracia particular (…). Nosotros creemos que la democracia es un concepto universal”, dijo Kronfle.
Su postura es una crítica a la posición de los gobiernos progresistas de la región. Los mismos que se han alejado, en su lectura, de la tutela de los Estados Unidos. Para Koronfle, como el resto de los intelectuales de CPAC, los Estados Unidos son el referente universal de democracia.
Y profundiza:
“Mientras unos piensan en integración de economías de escala, economía de mercado, cuidado y respeto a la vida: democracia, progreso y libertad (…). Otros piensan en encontrar su raza para encontrar su espíritu”.
El discurso acaba, y los asistentes a la CPAC aplauden casi en automático.
Afuera, Mariana Zarco, católica e hija de empresarios, parece no estar tan de acuerdo con lo que acaba de escuchar: “La democracia es una idea que nos impusieron los revolucionarios, y nosotros somos contrarrevolucionarios”.
Los pasillos del Hotel Intercontinental, en Polanco, no dan tregua al silencio. Pláticas sobre la naturaleza humana, o las diferencias entre liberales y conservadores, llenan la sala donde tres o cuatro stands venden libros sobre “la biografía oculta del Ché Guevara”, o panfletos contra el aborto y gorras que dicen Make Mexico Great again.
“Vamos a volver”, dice uno de los asistentes. La frase bien puede ser una amenaza, un deseo frustrado, o un mal augurio. Lo cierto, es que lo dice convencido. Y en México, esa es su apuesta.
Hasta noviembre de 2022, Eduardo Verástegui era un desconocido en el país, o al menos en la arena política, pues en los 90 su rostro inundó las pantallas de la televisión mexicana en telenovelas como Soñadoras o Alma rebelde.
Ese año, 2022, el actor mexico-estadounidense decidió convertirse en el rostro de la ultraderecha en el país trayendo, bajo sus propios méritos (aseguró), la primera edición de la Conferencia Política de Acción Conservadora en México, dos años antes de la elección presidencial.
Los asistentes, que parecen los mismos que la edición de éste año, no dudaban en decirle «presidente», mientras Verástegui decía que a él no le interesaba eso, aunque la historia fue otra.
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Ahora, después de que el INE impidiera su candidatura, Verástegui apenas y aparece entre los pasillos del hotel Intercontinental, aunque cada asistente le agradece la invitación y pide que sea el próximo presidente de México.
Para lograr ese objetivo, Verástegui fundará un partido político junto a otros políticos conservadores, como Christian Camacho, el expansita responsable de traer a Santiago Abascal (dirigente de Vox) al Senado, Carlos Leal, el diputado de Monterrey a favor de las terapias de conversión, o Ferdinand Camacho, exdirector general de Coparmex y exmilitante de Encuentro Social que, además, es el responsable legal de una de las asociaciones civiles que dirige Verástegui.
Elos, trazaron la ruta del nuevo partido conservador en México. La estrategia, la resumió Christian Camacho:
«Queremos gobernar, no ser oposición. Para eso, necesitamos jalar a los votantes de Morena. Hablar de los problemas que ellos tienen sin perder nuestros principios: defender la vida antes de la concepción y antes de la muerte natural y el matrimonio entre hombre y mujer».
Carlos Leal añadió: «Debemos sacar a la gente a las calles, dar la batalla cultural».
El partido, anunciaron, formalizará su registro en 2025 para contender en las elecciones de 2027. Lo harán sin alianzas, solos, apelando a las estructuras eclesiales (católicas y evangélicas) donde tienen influencia.
«México es conservador, y estamos seguros que eso está a nuestro favor», remató Ferdinand Camacho.
Verástegui, confirmaría lo anunciado: «Nuestro movimiento es de soberanía, fe, amor y esperanza en Dios. Si la única manera de competir es con la formación de un Partido Político, en 2025 vamos por la formación de un Partido Político».
Más tarde, el escritor argentino Agustín Laje, quien habló de las bondades del gobierno de Javier Milei, el invitado de honor que no pudo llegar a la CPAC, dijo:
«Si queremos enfrentarnos al socialismo del siglo XXI necesitamos libertarios. Si queremos enfrentarnos al globalismo necesitamos soberanistas. Si queremos enfrentarnos al progresismo necesitamos conservadores».
La CPAC México también sirvió para catapultar el discurso de Donald Trump, el candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos.
Por ejemplo, Jaime Florez, director de comunicaciones en español del Comité Nacional Republicano, fue claro en eso: «Usamos este espacio para que el discurso de Trump llegue a los mexicanos, y que ellos les digan a sus parientes en Estados Unidos que las ideas conservadoras están con él».
Entre su agenda, además de endurecer la migración, está profundizar la ofensiva contra Venezuela y seguir con el financiamiento a Ucarnia para derrotar a Rusia y a Israel para que continue el genocidio en Palestina.
Sobre esto, los oradores estadounidenses, como el titular de la Secure free society, no titubearon, y en cada ocasión, criticaron la postura «tibia» del presidente López Obrador respecto a Venezuela.
«La izquierda sí tuvo una visión geopolítica. Alejaron países de Estados Unidos y los llevaron cerca de Rusia, China e Irán. Hay que revertir eso: recuperar la democracia», dijo.
Mientras hablaba, los asistentes asentían y aplaudían, sellando el fin de la reunión de ultraderecha que, a paso lento, gana terreno con discusiones a cuestas sobre el aborto, las criptomonedas, y teorías de conspiración.
«Vamos a ganar otra vez», dice otro de los asistentes. La moneda está en el aire.
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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