La nueva planta cervecera se suma a la presencia de granjas porcícolas, avícolas, gasoductos, centrales eléctricas de ciclo combinado y el Tren Maya, que crean enorme presión sobre un territorio ya asediado por la deforestación y los efectos de la crisis climática
Texto: Emilio Godoy / IPS
Fotos: IPS
YUCATÁN. – Cada día arrecian las presiones sobre la península de Yucatán, en el sureste de México e integrada por los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán, una de las zonas más sensibles ecológicamente en este país latinoamericano.
Ahora se trata de una fábrica de cerveza de la compañía neerlandesa Heineken, planeada sobre 131.5 hectáreas en el municipio de Kanasín, cercano a Mérida, la capital de Yucatán, a unos mil 300 kilómetros al sudeste de Ciudad de México.
En septiembre, Heineken anunció su intención de construir la planta, su octava en el país, en esa jurisdicción, habitada por unos 141 mil habitantes según datos de 2020 y parte del área metropolitana de Mérida.
Mediante una inversión de unos 500 millones de dólares, la planta cervecera operaría en algún momento de este año, con una demanda de dos litros de agua por uno de cerveza gracias a una planta tratadora de residuos.
La nueva planta cervecera se suma a la presencia de granjas porcícolas, avícolas, gasoductos, centrales eléctricas de ciclo combinado (que consumen gas) y el Tren Maya, que crean enorme presión sobre un territorio ya asediado por la deforestación y los efectos de la crisis climática, como sequía y aumento de la temperatura.
Yameli Aguilar, socia fundadora de la Asociación Mexicana de Estudios sobre el Karst, señaló la existencia de una “hiperfragilidad mayor” en la región debida al crecimiento urbano desordenado y al turismo depredador, un conjunto de problemas acumulados y agravados.
“Este tipo de proyectos ya es muy preocupante, debido a que el problema principal es que hay el gran mito de que en la península hay mucha agua. Si bien hay ciertas zonas que reciben una precipitación importante, la realidad es que la mayor parte se filtra en los acuíferos”, explicó a IPS desde Mérida.
La evaluación ambiental del proyecto, sometida a consulta pública en noviembre, menciona el desmonte de 131,5 hectáreas, omite la mención a una evaluación de riesgos y excluye la ponderación de cuencas y acuíferos sobreexplotados.
Desde 2017 opera otra planta cervecera, propiedad de Grupo Modelo -filial mexicana del grupo belga Anheuser Busch InBev, el mayor productor mundial de cerveza-, en Hunucmá, un municipio situado a unos 38 kilómetros al norte de Kanasín.
En algún momento de 2022, Anacleto Cetina, maestro maya e integrante del no gubernamental Consejo Ciudadano por el Agua de Yucatán, regaba su terreno de cítricos, zapote y plantas nativas, situado enfrente de la empresa, con agua de su pozo cuando brotó también lodo.
“En época seca, los pozos bajan mucho el nivel, hay menos agua. Las empresas echan residuos en pozos que perforan y eso tiene otra consecuencia, porque la acidez contamina el suelo. Hay mucha devastación”.
La comunidad de Hunucmá ha denunciado que hubo poca información sobre la fábrica, que procesa siete millones de hectolitros (un hectolitro equivale a 100 litros) de cerveza al mes, y no hubo consulta libre de injerencias, previa al diseño de la obra y con todos los datos disponibles.
El también cronista de Hunucmá, que tenía 28 mil 412 habitantes en 2020, previno un “deja vú” en Kanasín. “La empresa no dice nada, las autoridades no dicen nada. Es una cosa en contra nuestra, es algo muy serio. Van a tener el mismo problema. Allí los pozos son más profundos, pero igual se van a contaminar. Las autoridades no investigan y les van a dar los permisos”, auguró.
Cervecera Yucateca, rama de Grupo Modelo y dueña de la fábrica, posee una concesión hídrica por 1800 metros cúbicos (m3) por año desde 2013 y un permiso de descarga de aguas residuales por siete millones de m3 anuales desde 2016, según el Registro Público de Derechos de Agua de la estatal Comisión Nacional del Agua (Conagua).
La península se caracteriza por tener suelo kárstico, un tipo de terreno que se forma por la disolución de rocas como la caliza o yeso por agua de lluvia o de cuerpos hídricos. Por lo mismo, es un terreno de absorción rápida y de hundimiento fácil.
En una táctica repetida para evitar protestas, una consultora presentó en octubre una evaluación de impacto ambiental ante la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat) y examinada por IPS.
El nuevo proyecto, intitulado “Lotificación y urbanización desarrollo inmobiliario no habitacional Indara II” y localizado a casi cuatro kilómetros de la reserva ecológica Cuxtal y a 2.3 de la reserva estatal geohidrológica Anillo de Cenotes, no menciona a la planta cervecera y solo alude a actividades industriales genéricas.
La evaluación ambiental tampoco cita la necesidad de una consulta a las comunidades indígenas y reconoce generación de ruido y emisiones a la atmosfera; afectación en la calidad del agua; pérdida e impermeabilización de suelo; pérdida de cobertura vegetal; afectación de la fauna; y modificación del paisaje.
En el recuento de biodiversidad, identificó 144 especies animales, incluyendo siete de fauna bajo algún tipo de protección, y 27 vegetales, en el perímetro, del cual consideró vendible 75% y para conservación, solo 8%.
La planta ha despertado turbación en la zona, como lo muestra la consulta pública de la manifestación ambiental. De hecho, las amenazas existentes han generado movimientos locales y regionales de defensa del territorio.
Un comentario anónimo emitido durante el proceso expone la preocupación de que “el proyecto se trate de la fachada de la planta cervecera, con el propósito de tramitar y obtener de manera dividida y fragmentada las autorizaciones” requerida.
Su propósito, prosigue, “no indicar ni describir la totalidad de las obras y actividades que se pretenden dar en esa superficie y, por ende, de la totalidad de los impactos”.
Como advirtieron las fuentes entrevistas, encierra riesgos para zonas de recarga y de contaminación del acuífero de la región.
Esa agua subterránea, que abarca 11 municipios de Campeche, ocho de Quintana Roo y 106 de Yucatán, posee disponibilidad del recurso, según Conagua.
Al respecto, este organismo reportó que dos pozos registraron buena calidad del agua y otro contaminado en Hunucmá en 2022.
Adicionalmente, indica que operan 37 plantas municipales de tratamiento en Yucatán, una en Kanasín, y que la mayoría trabaja por debajo de la capacidad instalada.
Un imán de actividades industriales es el Tren Maya (TM), compuesto por siete trayectos y cuyos tramos 1 al 4 iniciaron sus operaciones el 15 y el 31 de diciembre. La Secretaría (ministerio) de la Defensa Nacional (Sedena), la administradora del tendido ferroviario, construye las tres líneas restantes.
A lo largo de 78 municipios de Chiapas, Tabasco y la península de Yucatán, el ferrocarril, que sufre retrasos y sobrecostos, tendrá 20 estaciones y 14 paraderos.
El gobierno promociona el megaproyecto, cuyas locomotoras trasladarán miles de turistas y carga, como soja transgénica, aceite de palma y carne de cerdo, actividades centrales en la zona, como un gran motor de desarrollo socioeconómico del sureste del país.
Aduce que crea empleos, impulsará el turismo más allá de los centros tradicionales de visitantes y dinamizará la economía regional, lo cual ha desatado polarizadas controversias entre sus simpatizantes y sus críticos, por la deforestación registrada en el segundo macizo selvático más importante de América Latina después de la Amazonía.
Proyectos como la planta cervecera de Heineken podrían beneficiarse del TM para trasladar la mercancía a puertos para exportación o a otras zonas del sur-sureste mexicano.
La académica Aguilar, también investigadora del estatal Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, planteó una evaluación de todas las facetas del proyecto.
“Si no hay control, la problemática socioambiental va a empeorar. Debe evaluarse con las dimensiones ya existentes y analizar la problemática presente. Hay que poner todos los temas sobre la mesa, es el problema de estos megaproyectos, que atraen otras actividades contaminantes. Debe haber otro manejo del agua, que privilegie el derecho humano, la transparencia”, sugirió.
En 2020, la población de Mexicali, una localidad del noroccidental estado de Baja California, rechazó en un referendo la instalación de una planta de la empresa estadounidense Constellation Brands debido a la amenaza para las reservas de agua, en un municipio amenazado por la escasez hídrica.
Por ello, la empresa optó por trasladar la instalación a otro lugar del nororiental estado de Veracruz, que tiene más agua disponible que Mexicali.
Ante el nuevo proyecto cervecero en Kanasín, Semarnat se enfrenta a un brete, pues si concede la licencia ambiental, desatará el enfado local y si la declina, niega clientes al TM.
Para Cetina, la prioridad radica en la protección del agua. “Cuando se acabe el manto, ¿de dónde sacarán agua? No tenemos otra fuente”, sentención.
Este trabajo fue publicado inicialmente en IPS. Aquí puedes consultar la versión original.
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