A inicios de 2023, el gobierno de Estados Unidos inició el uso de una aplicación para celulares, el CBP One, con la cual se agilizaría y haría más seguro el tránsito de miles de personas; la aplicación cambió las rutas, pero no ayudó a brindar más seguridad
Texto: Arturo Contreras
Foto: Mario Jasso / Archivo Cuartoscuro
CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando a Cris le llegó su cita del CBP One, se llenó de dudas. Ya llevaba la mayor parte del camino rumbo a Estados Unidos. Los mensajes de aliento desde su país de origen lo alentaban. “¡Sigan que ya están allá! ¡Ya están a un paso!”. Ese día, después de tomar un camión en la central de autobuses del norte rumbo a la frontera entre México y Estados Unidos, fue secuestrado.
Cris, cuya identidad se reserva por motivos de seguridad (como la del resto de personas entrevistadas para este trabajo), experimentó en carne propia lo que cerca del 70 por ciento de los migrantes que transitan por México han sufrido, según estiman personas que trabajan con migrantes en diferentes puntos del país. Los secuestros no cesan, incluso después de la aplicación del programa de citas CBP One, que tiene el objetivo de ordenar y hacer más seguro el viaje.
“Esto empezó en junio de este año, desde entonces al menos el 70 por ciento de las personas que atendimos habían sido víctimas de secuestro” estima una de estas personas desde un albergue en la frontera norte. En otros estados el cálculo es similar. De ellos, poco se denuncia y poco se registra, como explican desde un albergue diferente en la frontera. “Con tantos secuestros, los cárteles ganan mucho dinero, y quienes interrumpen sus negocios, se las tiene que pagar”, comenta al respecto otro de los testimonios recabados para este trabajo.
Cris llegó con un grupo familiar en un vuelo desde Colombia a la Ciudad de México por avión. Desde que aterrizó, sintió algo extraño. No era tan solo el conocido racismo de los agentes migratorios mexicanos; había algo más.
“Sentimos que no nos iban a dejar entrar por no tener un paquete turístico, la persona de migración nos estaba diciendo que los colombianos éramos población de riesgo; nos quiso dar a entender que nosotros éramos criminales, y que para entrar a México teníamos que tener comprado un paquete turístico”. Después de un rato, el agente de migración les dejó pasar, les puso un sello en el pasaporte y le escribió algo con esfero, como llaman en Colombia a los bolígrafos.
“Llegamos a un hotel en la colonia Guerrero. Ahí estuvimos varios días y conocimos a un venezolano que aplicaba por CBP One para la cita. Le dijimos que queríamos ir por tierra a Ciudad Juárez. Por esa ruta una prima no había tenido inconveniente. Uy, mejor no se vayan por ahí, porque están secuestrando a gente, nos dijo y ya después nos explicó un proceso para aplicar a la cita”, cuenta Cris.
Llevaban casi seis meses esperando su cita, cuando ya no les quedaba más dinero ni tiempo, apenas unos días antes de que saliera su vuelo de regreso a Colombia, la consiguieron. En menos de lo que pensaron, salieron rumbo a la central de camiones del norte.
Cuando compraron los boletos, Cris notó algo raro, la persona en el mostrador, tomó fotos de sus documentos de identidad y le puso un asterisco a sus nombres antes de registrarlos en la computadora. “Yo le hice caras a mi hermano, porque lo había notado. A él también se le hizo raro, él tenía experiencia en trabajos como ese, fue como si nos hubiera marcado. Mi hermano le preguntó ¿por qué hace eso? Es que solo podemos vender a 15 extranjeros, no más de eso, nos respondió”
Mientras compraba el boleto, la persona del mostrador le preguntó a Cris cuánto dinero traían, si tenían dólares o pesos mexicanos, el miedo les rondó hasta que abordaron. El bus, arrancó normal, les esperaba un trayecto de casi dos días que no completaron.
“Llevábamos un día de camino, y en la madrugada, como a las 5 de la mañana, nos detuvimos en la carretera”, cuenta Cris, por la ventana apenas alcanzaba a ver un carro de policía y una minivan. Bajaron a todos los extranjeros, les pidieron documentos y les quitaron los celulares”.
Después les dijeron que los iban a llevar a un lugar donde les iban a ayudar con un permiso para que Migración no les pusiera un problema, todos estaban vestidos de policías, aunque Cris no puede recordar los detalles ni determinar a qué corporación pertenecían.
-No, gracias, mejor seguimos así. Les dijo
-No, no, los vamos a ayudar. Insistieron.
A la mitad de la madrugada, en un lugar desértico, sobre una autopista nacional, en un lugar marcado por una cruz y una casita abandonada subieron a más de 27 personas en una minivan, según recuerda Cris. Por igual había mujeres, niños y bebés. De ahí los llevaron a una primera parada. Les devolvieron los documentos, pero les quitaron las maletas y apagaron sus celulares, que ya les habían quitado. Después los llevaron a una casa en alguna zona urbana de Durango.
La operación de secuestro que sufrió Cris es más común de lo que se podría imaginar, sobre todo después de la implementación del CBP One. Incluso grupos de secuestradores iniciaron a internarse a los albergues, disfrazados, para conocer los detalles de cómo funcionaba la aplicación de citas, cuentan quienes llevan años acompañando a personas migrantes,
“Con la aplicación, una persona puede pedir cita, pero solo al norte del país, o más al norte de la Ciudad de México. La idea es que se puedan a quedar a esperar en ciudades más seguras, pero eso no resuelve el problema, que eventualmente tienen que llegar a la frontera”, comentan desde el albergue al oeste de la frontera norte. En enero de 2023 entró en vigor el CBP One, meses después, quienes ayudan desde los albergues se alertaron de los secuestradores-espías. Para junio, la tendencia y la forma era clara.
“Después de agarrar confianza, conmigo o mis compañeras, nos compartían cuál había sido el modo de operar”, comentan desde el mismo albergue sobre el trato con las personas que pasan por ahí. “Los primeros meses la tendencia era que las personas compran un boleto de Ciudad de México, los primeros meses eran los camiones patito, los que no salen de las centrales, porque llevan menos registros, pero meses después empezaron a señalar marcas como Estrella Blanca o Chihuahuense”.
Lo que cuenta después, describe lo que ya habría contado Criss, en la central de camiones los señalan cuando compran el boleto, se suben al camión y en algún punto, el camión para en algún punto desconocido. Hay un tipo de retén de gente que parece del Instituto Nacional de Migración y otros cuerpos de seguridad armadas, pero que más bien, son de grupos delincuenciales.
Los testimonios se repiten en la ruta que pasa por Coahuila, Chihuahua o Durango, o las que se desvían hacia Torreón y de ahí hacia Monterrey, pero también alrededor de Guadalajara e incluso en la frontera de Tamaulipas.
En julio de este año, varias organizaciones y albergues de la frontera norte ya habían alertado sobre ciertas formas especiales de secuestros y extorsiones contra migrantes en las que detectaban algún tipo de colaboración entre autoridades, empresas de autobuses y el crimen organizado.
La idea detrás del CBP One es que los migrantes no saturen las ciudades y los cruces fronterizos en el norte al permitirles esperar en otras ciudades un poco más al sur; otra forma de externalizar las fronteras, coinciden varias de las personas entrevistadas. Desde estas ciudades se puede solicitar una cita para tener una entrevista de miedo creíble a partir de la que se determinará la entrega de asilo. Las citas se entregan en Brownsville, Paso Del Norte, El Paso, Eagle Pass, Hidalgo, Laredo, Nogales, Calexico y San Ysidro. Así, aseguran desde los gobiernos de ambas naciones, se reduce la necesidad de que los migrantes paguen por polleros o coyotes.
Lo que se ha constatado desde los albergues, es que que lejos de disminuir, las prácticas de violencia se mantienen y se acoplan a los cambios en las rutas y los flujos, hoy, hasta por momentos, pareciera aumentar.
“Las personas migrantes que llegan a la Ciudad de México, que logran tener ahí su cita, con fecha y punto de presentación, las hace mucho más blancos potenciales del secuestro”, comentan desde un albergue en el centro del país. “Una familia o una persona que obtiene su cita para el CBP One y para presentarse en la frontera norte, considera que tiene altas posibilidades de ser aceptado y de iniciar su proceso de asilo. Solo es una consideración, porque los datos estadísticos nos dicen que no”.
Por las condiciones que implica el CBP One, se creó la percepción de que los grupos de la delincuencia organizada logró detectar a las personas con citas para secuestrarlas y pedirles dinero a cambio de continuar el camino y que puedan llegar a su cita.
“Por eso es que algunas partes de la Ciudad de México se saturaron este año, muchos quisieron llegar ahí y registrarse, pero como la respuesta no es inmediata, puede tomar semanas o meses, algo que no es claro. Entonces, las personas migrantes, deciden esperar en los distintos puntos de esa ciudad (como la plaza Giordano Bruno, en la colonia Juárez). Ahí deciden quedarse, permanecer hasta que la aplicación les otorga una cita, con fecha, hora y punto de internamiento en la frontera de Estados Unidos”, explica la misma persona.
Muchas de estas personas no se quieren mover hasta que tienen una cita. Deciden esperar incluso en situación de calle, desde ahí van a ahorrar para que, cuando tengan la cita en mano, puedan buscar una mejor opción en su traslado, que no sea en tren o con traficantes de personas, sino en camiones e incluso en avión, pues, según las normas, con esa cita, pueden viajar en condiciones de mayor seguridad.
Muchas veces las personas pierden sus citas por ser secuestradas, pero las autoridades migratorias de Estados Unidos en ocasiones aceptan su cruce. El problema es con las autoridades de migración de México, quienes no aceptan citas caducas para permitir a un migrante cruzar los puentes fronterizos.
“Si no llegan, tratamos de ver si no pueden recuperar su cita. Es más bien enseñar a los del CBP (la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza en Estados Unidos) ¡Mira tenemos un registro, aquí está la captura, el correo, queremos cruzar ya la teníamos”, dice alguien que trabaja con migrantes al oriente de la frontera norte, “Ahí los problemas surgen con el lado mexicano que son más estrictos, si no tienes la cita ahora, no puedes presentarte. Si les dice, mira tengo la cita vencida, la respuesta es no, tienes que pedir la cita otra vez”.
Quienes acceden a contar las experiencias de sus secuestros en los albergues denotan impactos muy severos. La mayoría de los hombres han sido amedrentados y abusados físicamente. Todos tienen muestras de estrés postraumático, los niños tienen muchas afectaciones, no comen, no hablan, no duermen. Hay incluso mujeres embarazadas que han tenido que dar a luz en medio de un secuestro. Después del secuestro, muchos migrantes se ven incapacitados de tomar decisiones. La mayoría no quiere dejar los albergues y la mayoría luce demasiado aterrorizada para generar una nueva ruta de vida.
La experiencia de Cris fue en una casa, pero a muchas personas las llevan a bodegones, sin servicios sanitarios, donde permanecen a oscuras por horas, sin espacios privados de ningún tipo. A veces solo reciben un solo alimento durante el día y son cuidados por “halcones”, los eslabones más jóvenes de los rangos del crímen organizado que pasan el tiempo consumiendo drogas.
Los testimonios de quienes han sido secuestrados dan cuenta de una cuota muy variable, dependiendo principalmente de la nacionalidad de la persona. Los “rescates” pueden ir desde los mil a los 16 mil dólares por cabeza, siendo las personas de Venezuela a quienes menos les piden y a los de Cuba a quienes más.
Desde diferentes albergues a lo largo y ancho del país reconocen que, a pesar de que la Guardia Nacional, la Marina o el Ejército han tomado acciones para enfrentar a la delincuencia, no se percibe una disminución en la incidencia de los secuestros u otros delitos contra migrantes. Los grupos siguen actuando, siguen realizando estas prácticas a pesar de que la Guardia Nacional está mandatada para prevenir e investigar este tipo de acciones, que a ojos de quienes brindan apoyo a migrantes, parecieran estar más interesadas en realizar acciones de contención migratoria.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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