Un normalista guerrerense emprendió la misión de reducir el analfabetismo en su comunidad de origen, Atliaca, con base en dos de sus pasiones: el ajedrez y la lectura
Texto, fotografía: Itzel Urieta y José Miguel Sánchez / Amapola Periodismo Transgreor
Atliaca
El inicio
David Juárez es un joven de 23 años, que hace unos días se graduó como licenciado en educación secundaria y para su pueblo, la comunidad nahua de Atliaca, en Tixtla, se impuso un objetivo: disminuir el analfabetismo con sus dos pasiones: el ajedrez y la lectura.
Son las tres de la tarde del sábado 13 de julio, en el zócalo de Atliaca, David coloca sus libros —unos cien— de diferentes géneros: cuentos infantiles, novelas, revistas y libros especializados en política o pedagogía, e instala un tablero de ajedrez.
Ya con los libros y el tablero colocado, esperar a que los niños, jóvenes y adultos comiencen a acercarse. Algunos curiosos pasan a observar los libros y David les explica la dinámica.
“Pueden tomar cualquier libro y lo pueden leer en cualquier lugar del zócalo, no se lo puede llevar para que más personas lo lean”, explica a una mujer que se paró a ver los libros.
Cuando se acercan los niños, David pregunta si quieren tomar un libro o si quieren aprender a jugar ajedrez. Si los niños se deciden por el ajedrez, los sienta en una jardinera donde tiene el tablero y despacio explica los nombres y posiciones de las piezas, para después enseñarles los movimientos y el juego. Si llega otro niño y quiere jugar ajedrez, David le pide a uno que ya sabe que ahora él le enseñe.
Desde diciembre del 2018, David acude casi todos los fines de semana a Atliaca; se propuso disminuir el número de personas que no saben leer y escribir. Piensa lograrlo a través de sus dos pasiones. Por eso esta tarde de sábado están aquí sus libros y su único tablero de ajedrez. Cuando comenzó el proyecto contaba con dos, pero la inquietud de los niños provocó pérdida de piezas y la descompostura de un tablero.
Cuando David tuvo la idea de aportar algo a su comunidad aún estudiaba en la normal Rafael Ramírez Castañeda, en Chilpancingo.
En Atliaca viven 7 mil 439 personas, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI); de ellos mil 651 atliaquenses de más de 15 años son analfabetas y 121 de los jóvenes entre 6 y 14 años no asisten a la escuela.
Por eso el interés de David de enseñar a leer y a escribir.
Muchas personas se acercan a ver los libros, hay para todas las edades, para niños y adultos, sin embargo, los menores son los más interesados, los que más se acercan. Primero como curiosos y una vez que entienden la dinámica, toman un libro y se van a alguna jardinera a leer. Los cuentos infantiles son los que más les gustan, los más leídos.
El concepto de este proyecto no es sólo para los niños, también trata de integrar a los papás. Cuando un niño es muy pequeño o se le dificulta leer, David pide a sus padres que lean con sus hijos y así cumple dos objetivos: no sólo incluye a los padres a la actividad, sino también al hábito de la lectura. Incluso lográ un tercer propósito: momentos entre las familias que en muchas veces las labores del campo no lo permiten.
No siempre son las mismas personas ni niños ya que no cuenta con un grupo como tal, su dinámica consiste en colocarse y esperar a que las personas atraídas por la curiosidad se animen a tomar algún texto o alguno de los niños o las niñas desee jugar ajedrez. Cuando comenzó el proyecto era constante, no había fin de semana que no se pusiera, sin embargo, con el paso del tiempo sus actividades escolares y su trabajo no le permiten hacerlo con la misma frecuencia.
Pero cuando el proyecto vivió su momento más constante, se vieron resultados. David cuenta como detectó que los niños comenzaron a cambiar su conducta: empezaron a ser más respetuosos, más atentos y a tener mayor concentración. David considera que estos cambios de conducta son gracias a la lectura y juego de ajedrez, sin embargo, cuando dejó de ser constante, le perdió la pista a muchos de esos niños.
Los niños más constantes provenían de las zonas alejadas de la comunidad y eran de escasos recursos. Después del periodo de alejamiento que tuvo David, a consecuencia de sus prácticas en la normal, la comunicación con los niños más avanzados se complicó, porque cuando la retomó, avisaba que se colocaría por medio de redes sociales, específicamente Facebook y Whatsapp, medios a los que muchos niños de las zonas alejadas no tienen acceso.
Las cosas no han sido fáciles para David y su proyecto. A lo largo de estos seis meses ha enfrentado dificultades, comenzando por los libros, ya que el número es reducido y también los géneros. Los jóvenes quieren más novelas, los niños más cuentos y alguno que otro sobre política. Eso ha provocado que algunos decidan no leer nada pues los títulos o géneros no les llaman la atención.
El segundo problema con el que se enfrenta es el ajedrez, sólo tiene un tablero. No es suficiente: a veces llegan muchos niños que quieren jugar.
Para David es primordial continuar con este proyecto; está convencido que ayudará a disminuir el analfabetismo. Sin embargo hasta ahora nadie se ha sumado, necesita más aliados para que haya continuidad y no se interrumpa cuando no pueda asistir por cuestiones de trabajo.
La publicidad de la iniciativa es algo que también ha obstaculizado para que más gente conozca el proyecto, debido a que la forma de anunciarlo es a través de redes sociales.
Apela sin embargo a las donaciones de libros para que pueda crecer el proyecto, algunos amigos les regalan algunos o incluso sus también sus profesores.
David no piensa dejar de asistir todos los sábados al zócalo de Atliaca, no se desanima porque piensa que esa labor es fundamental hacerla.
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