Desde comienzos de septiembre, una delegación del Congreso Nacional Indígena y del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas está recorriendo Europa para intercambiar sus dolores, problemáticas y alegrías con otros pueblos del mundo
Texto y fotos: Arturo Landeros
BARCELONA. – Oscar narra el momento en que una comisión encargada de mapear el territorio indígena de su comunidad preguntó a los abuelos, a los mayores del pueblo, sobre cómo debían cartografiar su territorio. La historia se complica cuando los abuelos les contestaron: “hay que comenzar con la Luna”.
La luna marca muchos de los ciclos vitales, agrícolas y espirituales de las comunidades ¿Puede haber territorio sin luna, sin sol, sin cielo? Una capa que cobija a los pueblos por encima de donde se da la reproducción de la vida, donde se siembra para comer, pero donde los cuerpos también son sembrados al morir.
Conocer las dimensiones de la territorialidad que habitan los pueblos y comunidades indígenas es importante para poder defenderla. Oscar despliega un mapa donde se puede ver la República mexicana atravesada por grandes infraestructuras que cortan el territorio. Desde gasoductos como el Texas-Tuxpan-Tula y su continuación hacia el sureste, hasta las diferentes concesiones mineras agazapadas por todo el país, muchas a la espera del pistoletazo de salida.
Pero también hablan de las fosas clandestinas, de los territorios de exterminio, de los campos de tiro y entrenamiento del crimen organizado infiltrado en el territorio, muchos al amparo de las autoridades locales, donde el crimen no es organizado sino autorizado.
De eso, de su vida, dolores y resistencias, han venido al viejo continente Oscar y Amaidaly para hablar con las organizaciones europeas solidarias con México. Desde comienzos de septiembre, una delegación del Congreso Nacional Indígena (CNI) y del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas viene recorriendo Europa en una primera fase en la que se han reunido con colectivos e instituciones de una veintena de ciudades en siete territorios: Alemania, Austria, Francia, Suiza, Países bajos, Bélgica y Catalunya.
El objetivo principal es compartir los Espejos de dolor y resistencia que viven los pueblos y comunidades indígenas de México, así como dar seguimiento a la visita de la delegación del CNI que acompañó al EZLN en la Gira por la Vida del 2021. En aquella ocasión varios delegados y delegadas tuvieron presencia en algunas de estas mismas ciudades europeas, presagiando lo que hoy es una situación de incremento de violencia ejercida desde varios sectores hacia los territorios de los pueblos.
La entrada del crimen organizado en Chiapas es una de las situaciones más preocupantes. La violencia ejercida hacia la comunidad zapatista de Moisés Gandhi o el cerco que se vive en Frontera Comalapa y Chicomuselo, todas esas noticias que llegan a Europa y se miran con preocupación. La cooptación forzada de comunidades indígenas que son obligadas a trabajar para esos intereses criminales está provocando una degradación social de gran calado. Aunque también hay motivos para la esperanza, como la heroica defensa de la comunidad nahua de Santa María Ostula frente a los ataques por el control de su territorio frente a las pulsiones externas por convertirlo en campo de operaciones de diferentes actores criminales.
Los delegados del CNI comentan que la forma de contener el avance del crimen y del despojo ha sido el poder mantener cohesionada a la comunidad, en su trabajo organizativo para mantenerse unidos, en sus tradiciones y su espiritualidad, con la solidaridad nacional e internacional. Como pasó en Wirikuta, o como ha ocurrido en Cherán y en otras regiones donde los pueblos son los que han detenido el avance del crimen, no las autoridades ni las fuerzas del orden.
Los megaproyectos son un capítulo aparte. La trama de infraestructuras que recuerdan las intenciones del viejo Plan Puebla Panamá sigue siendo una de las principales amenazas de despojo territorial y cultural, si es que puede haber lo uno sin lo otro. Los polos de desarrollo aparejados al Tren Maya o al Transístmico son un goloso botín. Es ingenuo pensar que estas zonas de crecimiento industrial y urbano no terminará devorando territorios de reserva natural y de las comunidades y pueblos indígenas que los habitan.
A su paso por Europa, la delegación también ha tenido oportunidad de solidarizarse con otros pueblos, como las organizaciones de mujeres del Kurdistán, o con la comunidad palestina de Barcelona en una de las concentraciones por el alto a la guerra, frente a la delegación de la Unión Europea en la ciudad. Han entablado contacto con las organizaciones migrantes y su lucha por regularizar su situación frente a la falta de papeles que les dejen existir. La delegación resalta que la resistencia de los pueblos frente al despojo tiene su Espejo también de este lado del mundo y el valor del internacionalismo y la solidaridad entre los pueblos más allá de las geografías.
Por todo esto, el llamado urgente del CNI y del Frayba es para poner la mirada en los procesos de violencia y despojo que han detectado en los más de 45 pueblos, naciones y tribus que conforman el Congreso Nacional Indígena. Analizar las actividades de las empresas transnacionales que pueden ser cómplices directas o indirectas de esta situación. Pero, sobre todo, poder renovar los vínculos que los pueblos indígenas mexicanos han construido con la Europa insumisa Slumil K’ajxemk’op en los 27 años de existencia del CNI, cumplidos justamente el pasado 12 de octubre, Día de la resistencia y dignidad indígena.
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