Tras ser despedida de manera injustificada, la profesora Melissa Fernández Chagoya al fin obtuvo su indemnización de la universidad del Claustro de Sor Juana, concluyendo 8 años de trabajo en una institución que violentó sus derechos laborales
Texto: Isabel Briseño
Foto: Rogelio Morales / Archivo Cuartoscuro
CIUDAD DE MÉXICO.- La cita fue a las 11 de la mañana en los Tribunales de Justicia Laboral del PJCDMX, pero llegamos una hora antes. Melissa estaba muy nerviosa, no sabía qué esperar del juicio, pero sobre todo no sabía qué esperar de las autoridades que de forma injustificada la dejaron sin trabajo hace casi un año.
Aguardando a que la hora señalada llegara, algunas dudas surgieron y las conversó con sus abogados en tanto otros jueces y abogados pasaban de un lado a otro.
La representación legal de la profesora Fernández fue solicitada y notificada sobre el cambio de abogados de último momento que hizo la universidad. “Una firma de mucho abolengo”, dijeron los representantes de Melissa.
Esa decisión no se la esperaba nadie, pero tampoco lo que seguiría.
Ambos equipos de abogados se presentaron, y justo unos minutos antes de que iniciara la audiencia los abogados de la universidad pusieron sobre la mesa la intención de negociar.
La noticia puso fin a los nervios de la profesora que tenía el alma pendiendo de un hilo.
De manera rápida se hicieron números, cuentas y se determinó una cantidad inicial que fue aprobada por la profesora con la que arrancaría la puja, a unos instantes de ingresar a la sala se inició la negociación.
La universidad ofreció una cantidad, y con ese monto se notificó al secretario del juicio que se estaba negociando.
En punto de las 11 horas todos en la sala se pusieron de pie para recibir al juez.
Él secretario solicitó las identificaciones de las partes comparecientes, la profesora despedida Melissa Fernández Chagoya, la representante de la universidad, la rectora Carmen López Portillo, así como las de los testigos.
Una vez iniciada la sesión, el juez señaló: “Tengo entendido que están en pláticas conciliatorias, así que podemos otorgar un receso esperando lleguen a un buen acuerdo”.
La parte representante de la universidad privada salió, y también los testigos. En la sala esperó la profesora, el secretario del juez y la defensa de la demandante.
Mientras uno de los dos abogados salía cada tanto a realizar la tarea de la negociación, el otro tranquilizaba y daba ánimos a su cliente sobre el buen término de la conciliación.
Después de tres o cuatro vueltas, al final se obtuvo una cifra económica que le daría a la profesora Melissa lo que tanto anhelaba: la justicia.
La lucha fue relativamente corta debido al nuevo sistema de juicios orales en materia laboral que agilizan los procesos.
Melissa logró su indemnización que por ley le correspondía. La misma que en un principio le negaron. Todo esto en menos de un año, gracias a este nuevo sistema.
Después de concluir el receso, la sesión fue reanudada solo para determinar las condiciones de fecha y hora en que se haría entrega de la indemnización a la profesora.
El juez felicitó a ambas partes por haber logrado la conciliación, en especial a la defensa de la profesora Fernández, pues dijo: “fue un gran trabajo el que hicieron para lograr un acuerdo”.
Melissa no pidió la reinstalación como le aconsejó su defensa. Dijo que lo que menos le interesaba era continuar laborando para una institución que no respetó sus derechos.
Al cerrar la sesión con el clásico golpe del mazo, las partes se levantaron y otra acción que no se esperaba ocurrió: la rectora Carmen López Portillo se acercó a la académica Melissa y le dio la mano.
Así con un apretón de manos concluyó una relación laboral de ocho años.
«…triunfante quiero ver al que me mata y mato a quien me quiere ver triunfante», dice un poema de Sor Juana Inés de la Cruz que la profesora repite con dignidad.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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