Con una primer piedra, se inició la construcción del Mausoleo Tiresias, un lugar que servirá para honrar la vida de las mujeres trans que han sido asesinadas o que han muerto por violencia estructural, o que han sido abandonadas por sus familias
Texto y foto: Daniela Rea
CIUDAD DE MÉXICO. – Tía Bárbara, murió en su habitación de hotel bajo una enfermedad, en condiciones deplorables. A su familia no le importó.
Paola, murió asesinada por un ex militar quien le disparó a quemarropa cuando ella trabajaba en una calle de la Ciudad de México, como trabajadora sexual
Liliana murió estrangulada por un taxista cuando volvía a su casa a dormir.
Nube se suicidó, presionada por la pobreza y el consumo de sustancias. Su cuerpo fue encontrado a los dos días en el cuarto de hotel donde vivía.
La Monja murió por enfermedad, abandonada en un hospital.
Las mujeres trans, denunció Kenya Cuevas, mueren abandonadas, enfermas o por violencia. Muertes que representan la forma en que han vivido: violentadas, a veces por su propia familia que las expulsa a la calle; luego por la sociedad que las precariza, las humilla; luego por un Estado que las discrimina, violenta y re victimiza. Por estos motivos las mujeres trans tienen una esperanza de vida que va de los 35 a los 40 años, de acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Pero lo que reúne hoy aquí, en el panteón de San Lorenzo Tezonco, en Iztapalapa, no es la muerte, sino la memoria. Hoy se colocó la primera piedra del Mausoleo Tiresias, un lugar que servirá para honrar la vida de las mujeres trans que han sido asesinadas o que han muerto por violencia estructural o que han sido abandonadas por sus familias.
“No ha sido fácil, tuve que pasar por velatorios sola, de noche, sin una sola vela para iluminar su despedida”, afirmó la activista Kenya Cuevas.
De ella fue esta idea, pues desde el transfeminicidio de su compañera y amiga Paola, comenzó a tener conocimiento de otras compañeras que morían en condiciones indignas. Logró rastrear a 12 de ellas, para empezar, que fueron sepultadas en fosas comunes. Entonces durante más de cinco años tocó puertas hasta que logró que cedieran el espacio, diseñaran la construcción y colaboraran para la reubicación de los restos de sus compañeras.
«Ha sido un proceso muy largo, de muchos años para lograr este futuro mausoleo. Fui a la Comisión de Derechos Humanos, a las fiscalías, a los mismos panteones a pedir un espacio, pero la respuesta siempre fue la misma, muchas negativas. Ahora me siento muy tranquila de lograrlo. Muchas compañeras que han muerto, yo he rescatado sus cuerpos y enterrado como personas, con su cruz y el nombre que ellas eligieron”, dice Kenya en entrevista.
Este mausoleo busca dignificar la vida de mujeres trans cuando mueren en contexto de violencia o abandono. “No queremos que ninguna más tenga que ir a una Universidad para experimentos o a una fosa común o a una tumba sin nombre. Queremos que podamos respetar sus cuerpos después de la muerte, respetar su nombre, visibilizar la violencia y dejar un mensaje de reflexión que no tendríamos que estar haciendo mausoleos, sino aceptar una identidad de género tal y cual es y no arrojar a estas personas a núcleos de violencia desde nuestra indiferencia o ignorancia o discriminación”, agrega Kenya en entrevista con Pie de Página.
“No basta con una piedra, basta con un andamiaje institucional de colaboración de todos para respetar sus vidas, del estado, de los activistas, de los luchadores sociales”, agregó Oyuki Martínez.
Al panteón llegaron a celebrar distintas compañeras de las casas de Muñecas Tiresias ubicadas en Morelos y la Ciudad de México como Kendra y Riyel Ishani, quienes celebraron la creación del Mausoleo y dijeron que en muchos años, cuando les toque, les gustaría quedar ahí con sus compañeras, juntas y celebrando una muerte digna.
También estuvo Diva Casandra, parte del equipo de Casa de las Muñecas Tiresias, quien dijo que las mujeres trans son expulsadas de sus casas a la marginalidad del trabajo sexual y a partir de ahí viven una serie de violencias a lo largo de su vida. “Esta es una recuperación de nuestra dignidad, de nuestros huesos que son enviados a la fosa común”.
El evento de colocación de la primera piedra estuvo encabezado por Kenya Cuevas y las mujeres que viven en las distintas casas de la organización Casa de las Muñecas Tiresias; además estuvo la Fiscal Ernestina Godoy y la alcaldesa de Iztapalapa Clara Brugada, entre otras autoridades.
“Este es un espacio para honrar la vida y el legado de las mujeres trans, para dignificar su memoria. El derecho a la muerte digna debe ser asequible para todas las personas”, dijo por su parte la Fiscal Godoy.
Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.
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