El Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza realizó una audiencia y ordenó al gobierno mexicano suspender el megaproyecto Tren Maya por violar los derechos de los cenotes, y con ello, de la naturaleza y sus habitantes, provocando una alerta de ecocidio y etnocidio
Por: Daliri Oropeza Alvarez / @Dal_air
De pie, dentro de un cenote, los jueces observan el modo en que rellenaron la cueva de cemento para la construcción del megaproyecto Tren Maya.
Son jueces del Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza que atestiguan no sólo la destrucción de los cenotes, sino del daño de la biodiversidad, fragmentación de la selva, la tala inmoderada, el colapso de cuevas y estancamiento de ríos subterráneos que provoca la construcción.
Después de un recorrido por el territorio afectado, el Tribunal realizó una audiencia local por el megaproyecto de Tren Maya, en su veredicto señaló: «es una amenaza de etnocidio y ecocidio silenciado por una política de Estado». Es un tribunal de conciencia, con sentencia no vinculatoria.
Los cinco jueces e integrantes del Tribunal escucharon los testimonios de 23 comunidades distintas, Pisté, Tizimin, Sanahcat, Ticul, Izamal, Valladolid, Cantamayec de Yucatán. De Quintana Roo, Tihosuco, Bacalar, Nuevo Jerusalem. Escárcega, Ich Ek, Hopelchen, Isla Arena, Xpujil, Calakmul, Xcalot Akal, Xkix, Chencoh, Suc-Tuc, Komchen de Campeche. De Chiapas, Salto del Agua y Palenque.
También participaron organizaciones y colectivos mayas de los tres estados como el Centro Comunitario Maya U Kúuchil K y Ch’i’ibalo’on de Felipe Carrillo Puerto, el Consejo Regional y Popular Indígena de Xpujil de Calakmul, el Consejo Indígena de José María Morelos U Yo’ol Lu’um y la Asamblea de Defensores del Territorio Múuch Xiinbal en Yucatán.
“Ningún representante del Estado asistió a esta audiencia, habiendo sido legítimamente invitados”, dice un comunicado del Tribunal. Solo respondió en negativo la CNDH, confirma Natalia Greene, secretaria del Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza quien organizó esta audiencia tras la urgente petición de habitantes mayas.
Ana Poot dio su palabra como testigo ante el Tribunal como mujer maya habitante de una de las comunidades afectadas por el megaproyecto en Quintana Roo.
“Cuando los pueblos fuimos a hablar en el Tribunal, empezamos a describir que la destrucción no solo es un árbol, es aquel hongo que vive ahí, es aquella medicina que tenemos ahí, es aquella mariposa, es el pájaro, la energía que agarran de la tierra, los microorganismos o insectos que están asesinando. No solo es un árbol. Muchas veces por falta de conciencia o por estar ocupados o por esta desconexión espiritual que tenemos con la madre naturaleza, no podemos mirar esto. Los pueblos originarios ven más allá que lo que un occidental. Nosotros vemos lo espiritual de esa conexión con lo natural, esta conexión entre seres vivos que somos”, describe Ana Poot en entrevista.
Antes de este juicio, no había escuchado sobre los derechos de la naturaleza, sin embargo, ahora se volvió una herramienta para visibilizar la destrucción. Asegura que eso lo practican todos los días los pueblos mayas con el respeto y cuidado de la naturaleza.
Enunció que los derechos de los cenotes podrían ser, derecho a ser cuidado y respetado, a vivir libres de contaminación (así sea del bronceador de un turista o de una granja de puercos), a no ser violentado en su espíritu, a respetar la naturaleza a su alrededor porque filtran y se conectan por abajo, derecho a permanecer sin ser modificados con luces o muelles para el turismo, a no ser modificados con hoyos, y esto debería conlleva obligaciones de convivencia para las personas.
Ana Poot resalta el derecho a ser amado:
“Yo creo que también el cenote tiene derecho a ser amado, es donde nosotros los pueblos originarios tenemos experiencia, pues de por sí tenemos la obligación de, en ciertos tiempos, hacer ofrendas y ceremonias de agradecimiento por el agua, a la virgen sagrada que guarda el cuerpo de los cenotes. Y así podría creo decir un sinfín de derechos. Nosotros como pueblos lo consideramos como un individuo más, derechos tienen y siempre los han tenido con nuestro resguardo”.
“Ellos no pueden entender que enferman el territorio, también enfermamos nosotros”, dijo Ana Poot durante la audiencia realizada por el Tribunal. Ellos, los invasores no entienden, dijo.
Los derechos de la naturaleza solo están reconocidos en cuatro entidades de México: Colima, Guerrero, Oaxaca y Ciudad de México.
En 2008, Ecuador aprobó la primera constitución biocéntrica, con el derecho al respeto integral de su existencia. Vandana Shiva publicó, con otros autores, el libro Derechos de la Naturaleza en 2009. Ese año, la ONU declaró en plenaria que la humanidad ha de vivir en armonía con la naturaleza.
Ese 2009, el Estado Plurinacional de Bolivia declaró ante la ONU, el 22 de abril como el Día de la Madre Tierra. En 2010 en Cochabamba,se realizó ahí la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, con el cual impulsan el reconocimiento de los derechos de la naturaleza con una declaración universal. Con ello, alista lo que en 2011 logró colocar su la legislación gracias al movimiento indígena: 11 derechos básicos a la naturaleza equivalentes a los derechos humanos.
En Ecuador nació el Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza. Natalia Greene cuenta que el tribunal nació después de una reflexión con Alberto Acosta, quien participó en tal constituyente. Se inspiraron en los tribunales éticos para juzgar crímenes de guerra después de la Segunda Guerra Mundial.
La propuesta de juzgar al Tren Maya fue consultada con la Asamblea de Jueces del Tribunal, quienes aceptaron el caso. Generalmente demoran 6 meses en organizarlo, pero Natalia Greene describe que en esta ocasión fue menos pues entienden la urgencia de la petición por el veloz avance de la construcción-destrucción de los múltiples proyectos dentro del Tren Maya. Calcula 9 millones de árboles muertos.
“Es muy fuerte en todo nivel de violación de derechos, son derechos humanos, ,derechos colectivos, derechos de consulta, la violación de derechos de la naturaleza, la violación del derecho al agua, hay tantos…”, dice en entrevista donde cuenta otros dos incidentes de seguridad que tuvieron.
Asegura que si la naturaleza no tiene el derecho de existir, nosotros vamos a dejar de existir. Los derechos que violan son el derecho de estar viva, a la existencia, a la regeneración integral, al mantenimiento de sus funciones evolutivas, a la restauración integral, el derecho a la vida, al agua.
Natalia Greene cuenta en el recorrido que realizaron con los jueces y participantes del Tribunal, hubo una comunidad en donde no pudieron realizar la audiencia y corroboraron el nivel de hostigamiento a los defensores de la naturaleza.
Relata que la Guardia Nacional pasó por la mañana y les dijo a los habitantes de El Señor-Xmaben que no asistieran al evento. De las 300 personas contempladas, solo algunas se acercaron.
“El nivel de hostigamiento y de persecución que están viviendo las comunidades es lo que impide que se organicen masivamente, yo creo que hay una una sensación de abandono”, dice Natalia en entrevista.
Para ella, hay una excelente campaña de marketing político del Gobierno Mexicano, ya que antes de venir buscó información del megaproyecto y lo que mayormente sale en los buscadores de internet son los beneficios turísticos, de tiempo, de recorridos, laborales, pero no los daños.
Natalia cuenta que durante el tribunal, los jueces emitieron un veredicto oral y ahora está por venir el veredicto escrito en donde también participará la asamblea de jueces y se lo darán a las comunidades en español y en lengua maya.
Ana Poot tiene una reflexión después del Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza:
“Algo que me tocó muchísimo, que hasta me sacó lágrimas fue cuando el juez Yaku dijo: ‘Ya tenemos esto, pero aquí la lucha no va a parar, –dice– hasta el último respiro, hasta el último respiro de tu hijo, hasta el último respiro del hijo de tu hij,o hasta ese último respiro dejaremos de luchar’ y sabes, me causó una tristeza que me sacó llanto porque
es triste… hace 500 años que llegaron los invasores y nos empezaron a despojar a violentar. En ese momento me dio tanta nostalgia y dije, no nos queda más que luchar, no sé si es lo que nos tocó vivir como pueblos originarios, pero es lo que tenemos que hacer con la esperanza de que en algún momento nuestro linaje maya por fin pueda vivir en paz”.
El juicio completo:
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