Nosotrans estamos resistiendo no sólo al cisheteropatriarcado, también a feministas esencialistas transexcluyentes, pero de igual modo a liberales que tampoco alcanzan a vislumbrar la complejidad, a empatizar, con la vivencia de una persona trans
El papel que has desempeñado como periodista y activista es innegable. No pretendo subestimar tu compromiso con mujeres y niños, tu valentía al enfrentarte a distintas redes internacionales de trata de personas y pornografía infantil, a políticos corruptos. Esto es admirable. Eres una sobreviviente del amedrentamiento, tortura y amenazas de muerte. Tu persistencia y valentía hablan por ti misma.
Sin embargo, tu compromiso con el desmantelamiento de estas redes de explotación, no te exime de convertirte en un agente victimario para otro grupo igualmente o más vulnerado —además de invisibilizado—, discriminado y asesinado, también, por razones de género: nosotras, las mujeres trans.
Este tuit lo eliminaste tras la oleada de respuestas, justificadamente enfurecidas, de usuarios de Twitter, entre ellos, tus seguidores.
En el mes de julio, Manuel Manchón, del medio español Letra Global, te hizo una entrevista en la que afirmaste frases como las siguientes: “La idea de que puede desaparecer la distinción de género busca a gentes desesperadas emocionalmente, por sus experiencias amorosas o sexuales. Y se elude, con ello, el debate concreto y puntual sobre el contexto de leyes y normas basadas en la biología humana… Si desaparece la noción de género en el ámbito legal, vamos a retroceder 200 años, y eso afectará a hombres, a mujeres y a ‘elles’”, “yo soy partidaria de que haya lavabos [baños] en las escuelas para niños y para niñas, con lo que ya cubrimos más del 90 por ciento, y un tercero para los que no se definan”.
Tus acotaciones, inclinadas al biologicismo, son fundamentalmente esencialistas, como si al ser humano lo definieran su genitalia. Como si no existiera el albedrío, el psiquismo separado del aparato reproductor. Las identidades de género no normativas.
Las palabras que mencionaste ya han sido antes dichas por feministas conservadoras, como la filósofa Amelia Valcárcel o la abogada Alda Facio, por mencionar casos recientes. Ambas apegadas a un radicalismo abolicionista y transexcluyente.
A lo que quiero llegar, para concluir, es que las mujeres trans no sentimos, creemos, deseamos, ni imaginamos ser mujeres, como mencionabas en tu tuit. Porque las mujeres trans somos mujeres, no hombres; y, mucho menos, hombres que buscan violentar mujeres.
Es nulamente fructuoso tratar de establecer un diálogo si se está en el entendido de que las mujeres trans estamos conspirando contra las mujeres cis. Por lo que creo fundamental eliminar esas barreras absolutistas, totalizadoras, del género como aparato binarista: masculino y femenino, para lograr entender, o al menos acercarse, tener empatía, con las subjetividades sexo-género-divergentes.
Creo que tu lucha ha sido gigantesca; pero siendo tú, Lydia Cacho, una periodista ejemplar, defensora de los Derechos Humanos, es incongruente que lances discursos de odio al aire contra una población tan violentada.
Recuerdo aquella columna de Jorge Volpi (en el periódico Reforma), en la que habla sobre el apoyo que da a su hija trans:
“Nuestro temor se dirige, sobre todo, hacia quienes ni siquiera se dan cuenta de sus prejuicios e intentarán hacerle la vida difícil. Y no me refiero a los sectores ultraconservadores que abundan en nuestra sociedad —y de los que cabe esperar poco—, sino a quienes, diciéndose liberales, no acierten a ponerse en su lugar”.
Nosotrans estamos resistiendo no sólo al cisheteropatriarcado, también a feministas esencialistas transexcluyentes, pero de igual modo a liberales que tampoco alcanzan a vislumbrar la complejidad, a empatizar, con la vivencia de una persona trans.
Nosotrans no estamos atacando a ningún grupo feminista, estamos resistiendo a los ataques de dichos grupos, fascistoides, conspiratorios, violentos y deshumanizantes, que perpetúan el transfeminicidio.
Tal vez ya lo sepas, pero México, el país del que te resguardaste en España para salvaguardar tu vida, es el segundo país con más transfeminicidios en el mundo, impulsados por los discursos de odio, y, desafortunadamente, no todas las mujeres trans han corrido con la suerte de sobrevivir.
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