Un grupo de campesinos busca aprovechar de forma sustentable el árbol del mezquite, considerado sagrado en el Istmo de Tehuantepec. Uno de los retos es que las personas que habitan la región de la selva baja donde crece este árbol no los talen con tal de meter especies incluidas en el programa Sembrando Vida
Texto y fotos: Diana Manzo
JUCHITÁN, OAXACA.- Hace más de 60 años, el proyecto industrializador llegó al Istmo de Tehuantepec. Con él se construyó la presa Benito Juárez y el distrito de riego número 19 para impulsar el cultivo de caña de azúcar y de arroz, así como la ganadería intensiva, mediante el establecimiento de praderas con especies exóticas. Deforestaron más de 60 mil hectáreas de flora endémica, entre ellos el mezquite, un árbol que los zapotecas llaman “yaaga bi”. Actualmente un grupo de 10 campesinos se organizan para aprovecharlo de forma sustentable.
Pablo Pineda Esteva recoge una vaina de mezquite y se la lleva a la boca. “Está sabrosa”, dice. Es un campesino nativo de Juchitán, Oaxaca, que tiene un espacio con más de 2 hectáreas sembradas de mezquites adultos que se visten de flores blancas y vainas en esta primavera.
Los mezquites (del náhuatl mizquitl) son especies de plantas leguminosas del género prosopis que fijan el nitrógeno en el suelo, sus raíces alcanzan hasta 40 metros de profundidad y crecen en terrenos de selva baja caducifolia como la del Istmo de Tehuantepec.
Con su sombrero verde y su camisa del mismo color, el campesino se pierde entre los árboles frondosos de Mezquite. Heredó de su abuelo y su padre el amor a la agricultura. Su idea es no cortar ningún árbol, sino aprovechar solo los se caigan y que sus frutos los coma el ganado como alimento, pues a las vacas les beneficia porque generan leche para alimentar a sus becerros.
En el mes de enero llegaron a Juchitán, Oaxaca, un grupo de biólogos investigadores del Instituto Tecnológico Superior de Cajeme (Itesca), de Ciudad Obregón, Sonora, invitados por Saúl Vicente Vásquez. La idea es capacitar a un grupo de 10 campesinos para el manejo sustentable y conservación del mezquite, inicialmente en 20 hectáreas de terreno.
No se trata de explotar ni de cortar los árboles de mezquite de un jalón, eso no, explica Hernán Bartolo Trinidad, el proyecto consiste en manejar de forma sustentable al mezquite, explotarlo sin dañar el medio ambiente, es decir, por un lado cortar los árboles maduros y grandes, y por el otro tener un vivero donde sembremos semillas para que en un periodo de 10 años tengamos árboles ya maduros listos para ser aprovechados.
“Nos enseñaron a elaborar carbón y aprovechar la madera del mezquite; por ser dura, sirve para elaborar artesanías, pisos y un sinfín de artículos, lo malo es que acá lo que hemos hecho es destruir sin conservar, pero eso ya no lo queremos hacer, por eso nos estamos capacitando”.
Según la norma 059 de la Semarnat, el mezquite es una especie en peligro de extinción, por ser una flora endémica; sin embargo, en muchos estados incluido Oaxaca, se le ignora y discrimina, se tala y no se reforesta por falta de un programa de conservación, que actualmente impulsan campesinos por sus propios medios.
La única intención es preservar y cuidar esta especie, el mezquite es una de las plantas más importantes que tiene el planeta tierra, explica Tomás Chiñas Santiago, ambientalista y campesino. El también gestor comunitario recuerda que desde hace más de 20 años ha buscado apoyos para proteger el mezquite y que finalmente lo está logrando con esta capacitación que reciben de investigadores y biólogos del Itesca.
“Llegaron y nos enseñaron que el mezquite no solo sirve para leña ni como alimento del ganado”, dice el campesino zapoteca, “sino se puede hacer harina de mezquite, que es muy útil como alimento para los pacientes que tienen diabetes, entre otros usos”.
Este modelo se trajo del norte del país para el sur de México porque allá ha funcionado.
“Los biólogos nos reafirmaron lo que ya sabíamos, que el mezquite es un árbol que purifica la tierra, la abona y la protege, entonces reafirmamos la importancia de seguir cuidándolo como algo preciado y valioso, porque así es, es un árbol sagrado para nosotros”.
Tomás Chiñas relata que en Sonora y también en Hidalgo los campesinos empezaron a talar el mezquite, inclusive lo vieron como un árbol maleza, sin pensar en sus propiedades; pero en Oaxaca han visto que en las tierras del campesino Pablo están los mezquites y también vive el ganado, es decir aplica el modelo de sistema silvopastoral que significa pastorear al ganado en la selva.
La ventaja de sembrar mezquite, asegura, es que no requiere de mucha agua, pero a cambio crece rápido y produce madera resistente que puede ir directamente al mercado o para elaborar artículos domésticos en la región.
Para mayo, se espera una segunda capacitación de parte de los biólogos citados, ya probaron que con un modelo de horno en el interior de la tierra se puede producir carbón más rápido, lo que falta ahora es aprender la siembra controlada, que es lo que esperan con ansias para poder comenzar.
“Algunos campesinos en vez de conservar, están destruyendo”, afirma Tomás Chiñas. Él ve con buenos ojos al programa gubernamental Sembrando Vida; sin embargo, señala, no impulsa la conservación de plantas endémicas como el mezquite.
Y eso se convierte en un reto: muchos campesinos ven como maleza los árboles del mezquite y los talan desde la raíz con equipos industriales a fin de obtener leña y postes para cercos. Quienes han querido ingresar a este programa federal deforestan totalmente sus terrenos para sembrar nuevas especies maderables que tardan muchos años para poderse aprovechar.
El defensor del medio ambiente señaló que quienes coordinan el programa Sembrando Vida, al parecer, desconocen la importancia de estas especies endémicas y solo promueven la siembra de plantas frutales y de otras especies maderables intercaladas con maíz sin promover el manejo sustentable del mezquite.
“Ojalá que todos los campesinos del Istmo eligieran sembrar el mezquite, porque además de ayudarles económicamente, estarían contribuyendo a la protección del medio ambiente, porque es una planta noble y benéfica para el planeta, por eso decimos que es sagrada”, afirmó.
La idea es tener un vivero de mezquite, señala Martín Valdivieso López, que reconoce que el mezquite no es una planta que afecte el resto de los cultivos, inclusive se puede intercalar en la milpa.
“Estamos en la primera etapa del proyecto, en mayo continuamos con la capacitación, la idea es conservarlo y también aprovecharlo sustentablemente, como hemos dicho, sembramos, conservamos y obtenemos ingresos”.
El fruto de este árbol, que llega a vivir 80 años alcanzando una altura de hasta 15 metros, tiene en su interior fibra que en el norte del país es triturada para obtener una harina rica en proteínas que se convierte en pan de mezquite. En el Istmo de Tehuantepec en esta época de semana santa se consume como dulce típico.
*Esta nota fue realizada por ISTMO PRESS, medio aliado de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes leer la original.
Reportera en Unión Hidalgo, Oaxaca.
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