“Yaquis: de prisioneras de guerra a prisioneras de leva”

28 septiembre, 2021

Microfilme Postal, columna de opinión por Daliri Oropeza Alvarez

“Yaquis: de prisioneras de guerra a prisioneras de leva” es el título de la última conferencia de Raquel Padilla Ramos, historiadora, antropóloga, doctora en etnología, especialista en la Tribu Yaqui. La dio en Loma de Bacum, pueblo del cual desaparecieron 10 yaquis y por oponerse al gasoducto tienen un preso político. Microfilme Postal la transcribe

Twitter: @Dal_air

Aún pasa el tren privado por las vías construidas durante el porfiriato, aquellas por donde secuestraron a más de 300 mujeres yaquis para obligarlas a trabajar en las haciendas henequeneras y deshacerse de la resistencia al “progreso”.

Mientras Raquel Padilla Ramos toma el micrófono y arregla algunos problemas técnicos, Fabricio Cajeme se prepara para realizar la danza de Pajkola. Cayó el sol y ya habían sonado los tambores de las 6 de la tarde. 

Es el 21 de octubre del 2019, un mes antes del asesinato de Raquel. En Loma de Bacum celebran la más reciente defensa del territorio. Las mujeres frenaron un gasoducto.

Cada año, hacen comida para todo el pueblo y también realizan danzas del venado con música tradicional. El horizonte es que quede en la memoria de los jóvenes, de los niños.

La memoria y la fiesta es siempre importante para los ocho pueblos yaquis, explica Cajeme, quien es descendiente de un guerrero yaqui con el mismo apellido.

“Nuestro juramento es nuestra verdad, nuestro juramento es nuestra tradición.  Ser pajkola es parte de nuestra tradición. Pajkola quiere decir el viejo de la fiesta. Pajko – fiesta o’ola – viejo. A través de la fiesta los yaquis nos enlazamos con el Junya Ania o mundo del monte. Todos los que estamos en la ramada donde se danza somos el puente entre la tribu, nuestros ancestros y el mundo de la naturaleza”.

Pero ese día en Loma de Bacum, Raquel Padilla habló de las mujeres que fueron llevadas como esclavas a las haciendas henequeneras en Yucatán y narra la historia de una de ellas: doña Petronila Colupay.

Cajeme, quien advierte que solo quienes sueñan y son consagrados pueden ser danzantes de pajkola, narra: 

“Kaa yoita ji’okole ¡a me’a! bwiata itóm u’abae significa ¡Mata al yori no le tengas piedad, quiere arrebatarte la tierra! Estas palabras están profundamente arraigadas en la memoria de la tribu yaqui desde que llegaron los yoris a nuestro territorio.

Desde entonces los yoris causan heridas a nuestra gente, no solo en la etapa del porfiriato, aunque en este periodo casi logran nuestro exterminio y cambió significativamente la historia de nuestro pueblo, por la brutalidad con la que nos trataron.

No creo que haya familia o persona yaqui que no tenga esta cicatriz en su sangre y memoria de estos periodos de guerra contra nuestra tribu, mi propia familia en esos tiempos lo vivió esa situación, por eso yo soy un yaqui nacido en Tenochtitlan”.

Entonces Cajeme danzó y Raquel dio su última conferencia llamada “Yaquis: de prisioneras de guerra a prisioneras de leva”, de la cual transcribo la grabación existente aportada por él.

Raquel Padilla Ramos tuvo como eje de sus investigaciones sobre los Yaquis el despojo, la estigmatización, negación de ciudadanía, persecución, deportación, esclavización y asesinato de los pueblos yaquis, aunque, sobre todo, documentó sus insurrecciones, luchas, reorganizaciones, esfuerzos y estrategias para conservar su integridad territorial y cultural.

Junto con el investigador José Luis Moctezuma Zamarrón, realizó uno de los peritajes más relevantes en la historia de los movimientos en defensa del territorio en México: el impacto sociocultural del Acueducto Independencia en los ocho pueblos de la tribu Yaqui. El peritaje es un referente en todo el país. Ese acueducto terminó por secar lo poco que quedaba del río yaqui. 

A continuación la última conferencia de Raquel: 

Yaquis: de prisioneras de guerra a prisioneras de leva

El tema que les traigo hoy: “Yaquis, de prisioneras de guerra a prisioneras de leva” y más adelante van a entender porque de Prisioneras de Guerra a
Prisioneros de leva.

Bueno, así de manera muy general, las demandas, podemos decir que las grandes demandas de los yaquis en la historia han sido, primeramente la no innovación. 

Cuando alguna vez habrán escuchado esta historia de cuando se dio el primer encuentro entre los yaquis y los soldados españoles, que un jefe yaqui da un paso hacia adelante toma su arco traza con él una raya en la tierra, se inca, besa la tierra, se adelanta y les grita a los españoles que no se atrevan a cruzar esa raya porque de hacerlo serían todos muertos , entonces, esa es la primera demanda que conocemos a partir de la llegada del español, del blanco, del yori: “No se atrevan a cruzar la raya”. 

Pero a lo largo de la historia los yaquis han tenido que sumar otras demandas ante los diferentes embates que han tenido que enfrentar en el tiempo. Por ejemplo, han demandado también que se respeten sus formas de gobierno. Han demandado que se expulse a los gachupines. 

Esto ocurrió en un movimiento yaqui que hubo en 1825 encabezado por Ignacio Sacamea, conocido como Juan La Bandera. Él fue fusilado en 1833, él encabeza un movimiento que exigía la expulsión de los gachupines de los territorios indígenas porque no sólo hablaba de los yaquis sino que trató de armar una confederación indígena, y también esta demanda es permanente, la desocupación del territorio: “Qué salgan todos los blancos del río, lo que queremos es que nos dejen en paz con nuestro territorio” ¿no?

A partir de 1900 y tantos, de 1908 demanda el retorno de los deportados porque ya había muchos yaquis en Yucatán, muchos yaquis en Oaxaca –más adelante vamos a hablar un poco más de esto- pero se suma como una exigencia de los yaquis: “Queremos que regresen nuestros hermanos.”

Con el tiempo se está reclamando también el respeto a los recursos naturales, al territorio, al agua, a los montes, y también hay reclamo en la defensa del patrimonio cultural que tienen los yaquis: sus danzas, el derecho que tienen a tener un control sobre su ritualidad y sobre sus danzas, y que no queden en manos de instancias de gobierno o incluso en instancias internacionales. 

Pero de todas las guerras del yaqui quizá la más conocida es la que se desata a finales del siglo XIX que es conocida como La Guerra de Yaquis o mayos, La Guerra contra los yaquis y mayos, porque los mayos acompañaron por mucho tiempo a los yaquis en esta guerra. 

Decía el coronel Francisco P. Troncoso en su libro, precisamente que trata sobre las guerras sobre los yaquis, que sólo había tres salidas, la primera decía el coronel Troncoso: “es hacerles la guerra de exterminio para que todos los que volvieran a levantarse –estas son palabras suyas, yo no estoy poniendo ni puntos ni comas— él así lo escribió: “Podemos hacerles la guerra de exterminio para todos los que vuelvan a levantarse”.

También dijo que podían hacer la traslación; llevarse a toda la tribu sacándola del Estado –se refería a sonora- y dispersándola en las partes del territorio nacional distantes de Sonora. Tercera: la colonización del yaqui, es decir, y que lleguen colonos extranjeros o mexicanos a ocupar las tierras yaquis. Entonces este coronel avisoraba que estas eran las únicas salidas para la problemática yaqui. Esta es la portada del libro, la foto que ven dice esto.

Sin embargo, no se llevó a cabo cuando él lo propuso porque decían: “ninguna de estas tres soluciones se llevarán a cabo porque es inhumana, es decir: la guerra de exterminio es inhumana. La segunda era deportarlos, sacarlos, trasladarlos a otro lugar; también era inhumano, se decía ¿no? difícil e imposible, también porque había muchísimos perjuicios que causaría una parte del Estado.

Y en realidad esta es la razón por la que en un principio se dudaba de sí debían o no deportar a los yaquis porque no querían perjudicar a los hacendados, a los rancheros, a los mineros  que tenían trabajando a los yaquis para ellos, porque los yaquis eran reconocidos como los mejores trabajadores de Estado, los mejores operarios de las minas, los mejores vaqueros de los ranchos, los mejores buzos de perlas, lo mejores sirvientes en las casas, etcétera. 

Era un reconocimiento generalizado y no se quería perjudicar a los patrones en este sentido -y es lo que dice esta diapositiva-, pero finalmente el presidente Porfirio Díaz optó por ejecutar las tres propuestas en un momento dado. Llega a haber un momento en que estas tres medidas se estaban llevando a cabo al mismo tiempo.

Se estaba exterminando a los yaquis haciéndoles una guerra que podemos considerar como un genocidio y la deportación también es parte de un genocidio porque implica el traslado, el daño moral, el daño físico, el daño mental, la alteración del entorno. Todas estas características que ven de genocidio coincide con lo que estaba ocurriendo con los yaquis y también con la colonización de sus tierras porque al momento que desocupaban el territorio, al ser deportados, pues llegaban nuevos propietarios que fincaban sus intereses en este territorio –al que sigue.

Decía el periodista norteamericano John Kenneth Turner en su libro México Bárbaro, que trata… gran parte de este libro trata sobre la deportación de los yaquis a Valle Nacional en Oaxaca; que en donde trabajaban en las haciendas tabacaleras y en las haciendas de henequeneras en Yucatán.

Él escribió el libro primero como artículos de periódicos en 1908, y en 1911 ya se publicó como libro con el título de México Bárbaro ¿sí? entonces en este libro, este periodista que ven acompañado de su esposa Ethel Duffy Turner, Turner escribió el exterminio de los yaquis. Empezó con la guerra. 

Y el fin de ellos se está cumpliendo con la deportación y la esclavitud, es decir, era lo más fuerte que se estaba dando dentro de lo que podemos considerar el genocidio yaqui. Esta guerra de exterminio que implicaba también el traslado de la tribu a lugares lejanos y es que la deportación.

Ahora cuando hablamos de deportación lo que pensamos: “Ah pues es alguien que están regresando de Estados Unidos porque no tiene papales o por algún otro problema”, pero en este tiempo del Porfiriato deportación era algo diferente, la deportación implicaba la prisión de guerra, implicaba un castigo muy grande, era una pena máxima, implicaba la muerte civil, es decir, la pérdida de derechos ciudadanos, la pérdida de bienes, la pérdida de la patria potestad; se les quitaban a los hijos, y el traslado forzoso por supuesto; en la Colonia era a una isla lejana, pero en este tiempo era a un lugar lejano.

Y lo que se consideró para los yaquis era llevarlos al punto opuesto de donde es su territorio, que era la península de Yucatán, considera entonces como la Siberia de México, es decir, el lugar de castigo, ahorita vamos a ver por qué.

Es así como cientos de yaquis, cientos, no sabemos cuántos, nos faltan estudios sobre esto. Llegaron a Valle Nacional, Oaxaca a partir de 1899. Los yaquis eran embarcados en Guaymas, y luego un buque de guerra los llevaba hasta Manzanillo o Salina Cruz y ya de allí tenían que subir, caminando a las haciendas de tabaco de Valle Nacional.

Pero sí sabemos que aproximadamente 8000 porque eso nos dice John Kenneth Turner. Llegaron a la Península de Yucatán desde 1900 ¿Por qué 1900? Porque en 1900 ocurrió una masacre muy grande contra los yaquis, esta masacre fue en el Cañón del Masocova en la sierra Yaqui, en ella murieron entre 400 y 600 yaquis hombres. 

El ejército lo que hizo fue recoger a todas las viudas de guerra, a los huérfanos y no averiguó, simplemente los embarcó rumbo a la península de Yucatán; y ellos llegan para trabajar en las haciendas henequeneras. 

Después sabemos que miles en diferentes oleadas se van a Tlaxcala, Veracruz, también a Yucatán y Chispas durante la Revolución pero allí es como prisioneros de leva a diferencia de los anteriores que son prisioneros de guerra aquí va ser como soldados, a fuerzas.

Esta foto que ven allí está muy borrosa, está muy vieja, está en la Fototeca Pedro Guerra y es yaquis en una hacienda, jornaleros yaquis en una hacienda de Yucatán. A Yucatán también los yaquis van a arribar por oleadas. Las deportaciones a Yucatán empiezan en 1900 y terminan, más o menos, en 1908. 

Y justo es en 1908 cuando los yaquis empiezan a reclamar más el regreso de los hermanos deportados, sobre todo los que estaban en Yucatán. Ellos trabajaban en haciendas henequeneras. 

Principalmente el henequén es una planta estilo agave, con hojas filosas de la que se extraía, se extrae una fibra con la que se hacían cordeles, sacos, muchas cosas para la industria –pues no existían los plásticos en ese tiempo- y era una actividad económica en apogeo, muy importante en Yucatán y necesitaban mano de obra.

Por eso el gobierno vio la manera, como se dice de matar dos pájaros de un tiro para ir atenuando el problema yaqui que había en Sonora y a la vez resolver un problema que tenía Yucatán de falta de mano de obra.

También en Yucatán trabajaron en ranchos cocoteros, en ranchos salineros, en ingenios azucareros y en cuarteles, por ejemplo, esta foto que ustedes ven es un cuartel en Mérida, el Cuartel de Dragones, se llama y son yaquis beisbolistas, que están como soldados de leva en este cuartel y están haciendo sus ejercicios porque tenían fama en Yucatán, eso sí, de ser muy buenos para el béisball, Sobre todo los peatchers yaquis destacaban. 

Pero recordemos que las primeras deportadas desde hace un rato fueron las viudas de guerra por eso es que a esta presentación le puse por título De Prisioneras de Guerra porque en memoria de ellas quise nombrarla así. 

Fueron 300 mujeres que llegaron con sus niños a la Península de Yucatán en particular a tres haciendas henequeneras que son Tacuché, San Mateo y San Simón, propiedad de la familia Peón, que es una familia muy acaudalada de Yucatán y ellos tenían muchas más haciendas pero ahí es donde llegaron las primeras prisioneras de guerra, —esta lista no se alcanza a leer bien, pero dice allí: “lista de familias yaquis que acaban de llegar, que por un contrato de M. Aguigunaga, no dice la letra, luego ya vienen los nombres.

Yo les voy a dejar esta presentación, es nomás una hoja pero son un montón de hojas que están en un archivo de Yucatán y vienen todos los nombres de estas mujeres allí, algunos hombres, los niños, y se van a fijar como muchos de los apellidos yaquis que están mencionados allí ya no existen.

No existen por dos razones principalmente: uno, porque los yaquis tuvieron que ocultar muchas veces sus apellidos para protegerse de las deportaciones, para protegerse, para evitar ser deportados, ocultaban sus apellidos yaquis y cambiaban el Sewa por Flores y cosas así y también porque acababan con las familias, el ejército acababa con las familias yaquis y se llegó a perder los apellidos. 

De las listas que están aquí no me aparece a mi el apellido de una señora que yo conocí que era descendiente de una mujer que fue deportada con estas personas. Yo la conocía doña Petronila Colupay en 1999 y luego la volvía avistar en el año 2010. 

Ella no hablaba la lengua yaqui porque ella ya había sido criada en el seno de una comunidad maya, pero era reconocida por todos como La Yaqui y la Vieja India le decías, y es interesante porque los que le decían así eran mayas pero ella identificada como la Vieja India ¿no? Y era partera doña Petronila.

La primera vez que la visité quise entrevistarla y como buena descendiente de yaqui me dijo: “primero aprende hablar la legua yaqui, la lengua maya y cuando sepas vienes y me entrevistas ¿no? Me la puso bien difícil, pero yo estaba estudiando lengua maya en la maestría, ya había estudiando en la universidad lenguas mayas y aprendí algunas frases.

Pasó un tiempo y la volvía a visitar y yo no más le dije esas frasecitas y con eso la pude entrevistar porque se soltó hablando un español perfecto. O sea, me estaba poniendo a prueba ¿no? y pues más o menos la pasé y platicamos largo y tendido, lloró mucho y me platicó que su madre, Doña Bartola, era sobreviviente de un combate en el que habían matado a todos los hombre y que había llegado a esta hacienda de Campeche en 1900. 

Entonces a mí me quedó muy claro que su madre venía de estas viudas, de las viudas de la masacre del Masocoa. Y le pregunté yo a doña Petronila que si ella quería hacer un viaje conmigo para venir a conocer a su gente y me contestó: “yo no puedo viajar, yo estoy vieja, soy pobre, estoy cansada”, me dijo, “pero si los ves ahí les dices que sólo yo quedo y mi sobrina Esperanza, ahí les dices a mí me pusieron un marcapasos y ahí les dices que mi mamá murió.

Y ese mensaje me llegó muy hondo; yo siempre que tengo la oportunidad de hablar ante los yaquis llevo este mensaje: “Doña Petronila, falleció hace años pero sobreviven sus hijos descendientes de estas primeras mujeres yaquis que llegaron deportadas a Yucatán.

En Tlaxcala, en cambio los yaquis estuvieron como prisioneros de leva eran soldados. Tuve la oportunidad de visitar el edificio que ven a la derecha, de los arcos, es un convento franciscano dedicado a Nuestra señora de la Asunción, pero conocido como el convento de San Francisco porque es franciscano. Y en tiempos de la Revolución los soldados lo tomaron y lo hicieron cuartel y ahí estuvieron apostados los yaquis que eran soldados de la Revolución.

Esta foto que ven a la izquierda es de 1934 la tomó una expedición sueca que llegó por allá, sí se fijan es el mismo edificio, pero lo que ustedes ven construido con materiales perecederos es el campamento de las mujeres yaquis. Hay otra foto donde salen mujeres yaquis o creo que por ahí se ve otra mujer yaqui que está sentada allí. Ellas tenían que estar afuera, pues obviamente no podían entrar al convento más que cuando había alguna ceremonia yaqui si se les permitía pasar ¿no?

Este es el convento franciscano en la ciudad de Tlaxcala donde estuvieron las tropas del General Amarillas entre 1934 y 1940 aproximadamente. Y el General Amarillas era un personaje del que he tenido que investigar mucho últimamente. 

Los historiadores no teníamos información sobre él, pero me he estado dando unos buenos clavados en el Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional, en archivos de Tlaxcala, en el Archivo General de la Nación buscando sobre él y he concentrado cosas bien interesantes.

Pero esta foto que ustedes ven aquí me la proporcionó un yaqui hace muchos años antes que yo tuviera un interés como historiadora en el General Amarillas yo conocí a un señor llamado Pedro Valdez de Guacimas, y lo entrevisté y me mostro algunas fotos que tenía y me dijo: 

Mira este es el General Amarillas –está muy mala la foto porque mi cámara era muy mala, pero la foto de él estaba muy bien—. En medio está un señor vestido como yori muy catrín y su mamá vestida como yaqui seguida de él y toda su familia. Es la familia del General Amarillas.

José amarillas era originario de Pótam y cuando estuvo en Tlaxcala dejó huella y hay un recuerdo sobre él porque fundó un internado para niños huérfanos de la Revolución que se llamó Internado General de División José Amarillas, este internado data de 1937 y atendía a niños que iban quedando solos en la Revolución, hasta la fecha funciona y pues recibe a los niños que son huérfanos de la sociedad.

Las tropas del General Amarillas estaban compuestas por 22 oficiales y 300 individuos de tropa que eran conocidos como Los fieles de Güirivis porque la mayoría de los soldados de esta tropa provenían de Güirivis. Por ejemplo, esta es una foto del General Amarillas que encontré en su expediente militar en la Secretaría de la Defensa Nacional. 

Tiene un expediente maravilloso; son un montón de tomos, es una torre de documentos que tuve que revisar y es un expediente bastante impecable. Como militar él tiene un expediente muy limpio ¿no? en contraste con otros revolucionarios que pues estaban acusados de ser matones, dipsómanos, alcohólicos o cosas así. 

Amarillas parece que se condujo con decoro. Esta foto pues es de él, su huella digital abajo y la información que se ve escrita a máquina es lo que vamos a leer en la siguiente diapositiva, es una autobiografía. 

Él escribe sobre él mismo y dice: “Nací el 21 de Marzo en el año 1882, en el pueblo de Pótam, en el Estado de Sonora. Fueron mis padres de C. Facundo Amarillas y la señora Petra Valenzuela, no hice mis estudios e instrucción primaria, tengo solamente conocimientos rudimentarios, antes de ingresar al Ejército mi profesión fue marino. Contraje matrimonio en la Ciudad de Irapuato, Guanajuato”. 

Él se había ido con las tropas del General Obregón el día 16 de Julio de 1932 con la señorita Eva Zamora. Tengo tres hijos, dos varones y una mujer. Ingresé al Ejército el 19 de Noviembre de 1910 con el grado de teniente. Mis padres fallecieron el día 5 de Julio de 1910 y el 19 de Noviembre de 1929… 

*El registro del cierre de esta conferencia está incompleto. Cualquier pista para encontrarlo, se agradece.

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