Luego de la denuncia de que los programas de bienestar no llegan a las comunidades alejadas en el norte de Sonora, funcionarios de la Secretaría de Bienestar tuvieron que recorrer a pie y sobre mulas los caminos que los pobladores transitan de forma cotidiana en busca de un médico, un trabajo, o para recoger una despensa del gobierno
Texto: Reyna Haydeé Ramírez
Fotos: Daliri Oropeza y Cortesía
Catorce horas de camino a pie y en mula, a 41 grados centígrados. Eso documentaron los funcionarios federales en su visita a Bavícora, un pueblo sin camino, enclavado en la sierra de Álamos, Sonora, donde habita una comunidad de la etnia guarijío a la que nunca llegaban los programas gubernamentales.
Es la primera vez que funcionarios públicos visitan esta comunidad indígena en 40 años.
El pasado 22 de mayo, Pie de Página publicó que, además del abandono gubernamental y el aislamiento por décadas, la pandemia de covid-19 agravaba el hambre que padecen los guarijíos.
Alfredo Hernández es uno de los dos funcionarios del gobierno federal que viajaron desde la Ciudad de México para ir a Bavícora. Tenían la encomienda de documentar las necesidades y las condiciones en que viven día a día los estos indígenas.
Y los funcionarios lo constataron con creces: pies llagados, hinchados, calambres, más cansancio que hambre, dolor, mucho dolor. Fue el resultado de 14 horas de camino a pie y en mula desde Mesa Colorada a Bavícora.
Antes habían llegado en carro por camino de terracería, desde San Bernando.
Es el mismo trayecto que los guarijíos realizan para ir a trabajar o cuando tienen un enfermo y no consiguen helicóptero.
Hasta hoy, autoridades de los tres niveles de gobierno sólo habían llegado a Mesa Colorada, que es la comunidad más cercana a la cabecera municipal de Álamos, y a la que se puede llegar por terracería, unos 37 kilómetros.
En este pueblo fue donde el 23 de mayo se dejaron los 245 paquetes alimentarios que llevó la Secretaría del Bienestar para atender la emergencia alimentaria de covid-19. De ahí, las familias tuvieron que bajar por ellas y recorrer a pie el camino que calculaban en nueve horas, pero hicieron 14.
“Salimos a las siete de la mañana (de Mesa Colorada) y caminamos hasta las tres y media, ahí conseguimos tres mulas y nos turnamos para seguir unos caminando y otros en la mula. Llegamos a las nueve de la noche a Bavícora”, narra Martín Preciado, representante de la Secretaría de Bienestar en el sur de Sonora.
David Ruiz, subdirector de la coordinación general de Planeación y Evaluación del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) explica que, en términos de distancia, Bavícora no es una comunidad de las más lejanas en el país, pero la falta de caminos y de pericia del visitante lo hace más agotador.
“Nuestro compañero que iba guiando a la comitiva, siendo lugareño, terminó sufriendo calambres que no le permitieron terminar el último trecho, el factor clima, el agotamiento”.
En términos teóricos, no debería ser tan largo, son 37 kilómetros, dice. Esta es la segunda ocasión que a él le toca ir a una comunidad indígena en condiciones tan adversas, cuenta. La primera fue en Chiapas, donde también recorrió 12 horas caminando en la selva lacandona.
Aureliano Rodríguez, guarijío residente de Bavícora, comenta que estaba preocupado por los funcionarios. Llegaron de sorpresa y nadie quería prestar o rentar su mula, por el calor, y tuvieron que caminar la mayor parte del camino.
“Sufrieron mucho para llegar Bavícora, vinieron caminando, en esos días tan fuerte calorón que estaba haciendo, si los hubiera visto cómo llegaron, todos pegando calambres, no podían caminar, ya llegaron noche.
“Cuando llevé a mi casa no querían saber nada, les tendimos una tarima para que se acostaran, porque aquí no hay camas. Les pusimos pabellones para los mosquitos. Sin pabellones no duerme uno, mucho zancudo, pero quedaron como muertos no supieron qué hora amaneció”, narra.
Ahora ellos saben cómo sufren los guarijíos caminando a pie, dice, pero para ellos fue peor por no saber andar.
“Ya supieron cómo viven Guarijíos, cómo sufre para traer comida de lejos, para mantener su familia y adónde bajan trabajar al campo, porque aquí no hay trabajo”.
Aureliano, guarigío residente en Bavícora
Los guarijíos hacen nueve horas, para bajar o subir, siempre y cuando no lleven peso a lomo o en mula.
En Bavícora viven 26 familias de la etnia Guarijío. Son 68 habitantes en 19 viviendas. Estos datos los recabó directamente la Secretaría de Bienestar.
Se estima que en todo Sonora hay alrededor de 3 mil guarijíos dispersos en la sierra de Álamos. En total son 21 comunidades y de estas 16 son de difícil acceso, no hay caminos y ninguna autoridad llega ahí.
También en el Valle del Mayo habitan guarijíos que se han tenido que desplazar en busca de trabajo.
David Ruiz, del INPI, explicó que entre las necesidades inmediatas de esta etnia están la atención alimentaria, de salud, educación. Además les faltan empleos y caminos.
“Es una etnia en condiciones de vulnerabilidad. Constatamos la situación, nos comprometimos a un protocolo que permeará en todo el país, para buscar que esta base de datos se actualice (para la entrega de apoyos) y que no sucedan estas situaciones”, dijo.
Los funcionarios constataron que los apoyos no les llegan de manera directa, y hay una dificultad para el cobro de la pensión de adultos mayores, que no pueden desplazarse.
Evidentemente la falta de un camino es muy necesaria, dijo.
“Se evidencio la necesidad de la construcción de ese camino que permita que ellos puedan desplazarse con mayor facilidad, transportar sus productos, agilizar el traslado, cuando ellos tienen una enfermedad”, agregó Ruiz.
En Bavícora hay una escuela primaria multigrado donde acuden los niños de la localidad y de comunidades aledañas. Los funcionarios se comprometieron a ayudar a la escuela con el programa La Escuela es Nuestra.
La Secretaría del Bienestar informó que con los datos recabados harán una estrategia de atención permanente a los guarijíos que comenzará la próxima semana. Incluiría paquetes médicos, paquetes alimentarios y jornadas médicas. Adicional a lo que realice el INPI.
Aureliano contó que ahora sí le avisaron y en próximos días recibirán despensas las familias que no alcanzaron de las que llegaron el 23 de mayo a Mesa Colorada.
Los funcionarios subieron a Bavícora el 5 de junio y bajaron dos días después. También recorrieron otras comunidades de guarijíos: El Sáuz, Huajarai, Los Estrados, Las Chunas, Macorahui y Mesa Colorada. En esta última convocaron a una reunión con los gobernadores de los pueblos guarijíos para definir la ruta de la atención que recibirán.
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