El texto relata una visita educativa a la escuela primaria Gustavo Díaz Ordaz localizada en la sierra sur de Oaxaca en la comunidad de Santiago Quiavijolo. La vista se transformó en una asamblea de madres y padres de familia que pedían la salida de los docentes y el proyecto Xcaanda
Por Sonia del Valle Lavín* / MUxED
Salimos a las 3 de la mañana de la ciudad de Oaxaca rumbo a Santiago Quiavijolo, una comunidad zapoteca enclavada en la sierra sur, que pertenece al municipio de Santa María Quiegolani. Una hora antes de llegar a la primaria Gustavo Díaz Ordaz por un camino de terracería que serpentea la montaña, sobresale una techumbre blanca que por su tamaño hace palidecer las pequeñas casas de la comunidad. Es el techo de la escuela que engalana la cancha deportiva pintada de colores y que sirve de patio de recreo, ceremonias cívicas y graduaciones.
En ese patio, nos esperaban las madres y los padres de familia de las y los 110 estudiantes de la primaria. A una semana del inicio del ciclo escolar 2024-2025, encabezados por el agente comunal, uno de los pocos que hablaba español y el único con celular en mano, tenían una demanda: “que el director Abel Cruz y las maestras y maestros se fueran de la escuela y se llevaran el proyecto Xcaanda del plantel”. La decisión debía votarse entre las mamás y los papás en asamblea, previa verificación de que la mayoría estuviera presente.
La visita tenía otro propósito, por un lado, entregar las nuevas tabletas con los materiales actualizados tras el cambio del modelo educativo por parte de la Secretaría de Educación Pública y por el otro, verificar cómo estaba funcionando el uso de la tecnología en el aula con el proyecto, sobre todo, a partir de la puesta en marcha del modelo educativo denominado la Nueva Escuela Mexicana. Pero la visita se transformó en una asamblea de madres y padres de familia.
Xcaanda que en zapoteco significa sueño es un proyecto que inició en el 2019-2020, antes de la pandemia. Por tanto, la comunidad ha visto cómo se ha ido transformando el plantel de tener dos aulas a medio pintar, sanitarios poco funcionales, con servicio de luz bifásico, poco adecuado para la escuela, lo que provocaba constantes y prolongadas interrupciones de luz y sin internet; en una escuela con 6 aulas, baños sanitarios con agua corriente, energía trifásica y servicio de internet.
Para que esto haya sido posible, en Xcaanda confluye un grupo heterogéneo de personas: Eufrosina Cruz (ex diputada federal); Patricia Vázquez del Mercado (presidenta ejecutiva de Mexicanos Primero; Raúl Medina Mora (Bain & Company); Carlos Cruz (Cauce Ciudadano), Fernando Valenzuela (Global EdTech Impact Alliance); Noel Trainor (Knotion), Francisco del Valle (Elementia). Todos se conocieron en 2018 en el Laboratorio de Educación impulsado por la iniciativa Méxicos Posibles.
Desde el Laboratorio planearon juntos el proyecto piloto Xcaanda y cada persona del grupo ha aportado conocimientos al proyecto, desde recursos para la conectividad y el equipamiento, gestiones con las autoridades educativas para la reconstrucción del plantel, conocimientos pedagógicos y de desarrollo comunitario, y por supuesto la formación continua de las y los docentes para el uso y el aprovechamiento de la tecnología en el aula.
A lo largo de 5 ciclos escolares no han “soltado” el sueño de transformar la escuela, acompañar los procesos pedagógicos del colectivo docente, fortalecer el liderazgo del director, y los aprendizajes del estudiantado. Es una de las pocas, sino es que la única primaria de educación indígena donde las y los estudiantes cuentan con uniformes, materiales educativos, libros de texto, tabletas, y docentes formados con pedagogías, contenidos y metodologías mediados por la tecnología, para detonar oportunidades, por medio de un enfoque social y comunitario que tiene como propósito disminuir la desigualdad, la exclusión y la brecha digital.
No ha salido una generación completa de la primaria, este sería el sexto año lectivo y, después de la pandemia, la escuela sufrió otra transformación profunda, el cambio de modelo educativo y los nuevos libros de texto. Así que la visita a la que asistieron del grupo impulsor del proyecto: Eufrosina Cruz, Patricia Vázquez y Raúl Medina, que se transformó en una asamblea de madres y padres de familia, el reclamo era que sus hijos e hijas no escribían, porque solo escribían en las tabletas.
“No aprenden porque todo lo hacen en las tabletas”, comentó una de las señoras en zapoteco que luego fue traducido por Eufrosina. Reclamaban que sus hijos no tuvieran libros de texto de Español, Matemáticas, Geografía o Historia. Reclamaban que en los nuevos libros de texto ya no escriben, por lo tanto están preocupados de que solo aprendan a escribir en las tabletas y no sepan escribir su nombre en una hoja.
La asamblea duró cerca de tres horas. Se explicó el cambio del modelo educativo y de los libros de texto, y se presentaron diversas propuestas para solucionar la falta de materiales de apoyo. Luego se pasó lista a las madres y padres de familia para verificar que hubiera quórum para finalmente realizar una votación cerrada y no como es tradicional en las comunidades en Oaxaca a mano alzada.
El agente comunal que prácticamente decía que ya todos los padres de familia habían votado que se fuera el proyecto y las tabletas de la escuela, tuvo que aceptar que la mayoría estuviera de acuerdo en que se realizará la votación cerrada. La votación fue contundente: 41 a favor, 8 en contra, 2 abstenciones.
El acuerdo incluyó propuestas de mejora para fortalecer la escritura y las matemáticas con cuadernos de trabajo para las niñas y los niños, un nuevo ciclo de formación para las y los maestros, y regresar en diciembre para evaluar que los compromisos se cumplan.
De regreso a la ciudad de Oaxaca, siete horas, cuatro de ellas en terracería y tres por la carretera internacional, supe lo importante que es para el aprendizaje de las niñas y los niños, la participación de las madres y los padres de familia. La tríada del derecho a aprender es correcta: estar, aprender y participar. Debemos garantizar que las niñas vayan a la escuela, que permanezcan en ella, que ésta sea un espacio de aprendizaje digno y seguro; garantizar que aprendan durante su estancia en la escuela; y garantizar que participen de su aprendizaje, pero también que las madres y los padres de familia participen y se involucren en ese proceso.
*Sonia del Valle Lavín es integrante de MUxED, periodista especializada en política educativa, comunicadora y creadora de contenidos multimedia. Maestra en Periodismo político y máster en Cine Documental. Investiga y documenta desde el 2003 la política educativa en México, sus actores y comunidades educativas y académicas. Actualmente es Directora de Comunicación Educativa en Mexicanos Primero.
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