Vertical Homes vendió departamentos que pusieron en riesgo de muerte a sus habitantes. La mala calidad con la que construyó al menos dos edificios y la nula supervisión de las autoridades capitalinas provocaron importantes daños en, al menos, dos de sus desarrollos. Hoy, la empresa no contesta las llamadas de sus clientes. El sismo evidenció fallas inmobiliarias. ¿Cuántas de esas son resultado de corrupción?
Texto y foto: José Ignacio De Alba
CIUDAD DE MÉXICO.- El edificio es el más nuevo de la colonia Tránsito. Los 55 departamentos fueron entregados hace menos de un año. Hoy, la construcción luce abandonada y sus nuevos inquilinos están en la banqueta. Sentados debajo de sombrillas esperan para poder entrar y sacar sus pertenecías, mientras observan las grietas que llegaron hasta el piso once y las fachadas que se cayeron con el sismo de hace dos días. Entre pláticas comentan la fortuna que tuvieron de no haber quedado bajo escombros.
La construcción, ubicada en San Antonio Abad número 66, está a menos de dos kilómetros del centro de la Ciudad de México. Gabriela Tierra Adentro –así dijo llamarse- se estaba bañando cuando el sismo golpeó a la capital del país y quedó atrapada en su departamento porque una de las paredes cayó y bloqueó la puerta de salida de su casa. Con la ayuda de un vecino logró escapar. “Ahora esperemos que la empresa no se dé a la fuga”, dice la mujer.
El ingeniero Mario Barret Ortega, brigadista especializado que acudió a revisar el edificio, explica algunas razones de estos daños: “Puede haber varios factores: negligencia de la constructora, o en su defecto, que la empresa hiciera un sistema de construcción en el cual no se anclaron los muros. Los edificios que hemos revisado y tienen daños tienen más de 20 años, pero esta sí me sorprendió, tiene menos de un año. Entonces puede ser que haya negligencia de la constructora”.
Barret tiene una empresa que ha dado asesoramiento gratuito en condominios tras el sismo. Asegura que este es el caso más raro que ha visto en el sismo.
– ¿Pero alguna autoridad debió de revisar la construcción del edificio? – se le pregunta.
– La delegación tiene la obligación de mandar a alguien de su gente durante el proceso y al termino de la construcción, pero en muchos casos lo que pasa es que hay corrupción.
Juan Pedro García no tuvo que esperar al sismo para darse cuenta de que algo no andaba bien en su edificio. Afuera de la construcción aún se lee, en una cartulina que colocaron vecinos inconformes: “No Compre Problemas”.
El departamento de García es el 1102 del piso once. Dice que desde que lo habitó, las aguas negras se mezclaban con el agua potable. También el estacionamiento se inunda y sólo se puede acceder en vehículos compactos. “Yo no compré esto”, le reclamó a la gente de la empresa Vertical Homes. La constructora le dijo que él que ya había aceptado el trato. Desde hace dos meses, García está en una pelea legal para que le devuelvan su dinero (un millón seiscientos mil pesos) y por incumplimiento de contrato.
“Si no pasa el temblor esto pasaría desapercibido para los demás vecinos”, dice. Luego insiste: “Es corrupción. Es como si yo tuviera un restaurante y vendiera comida echada a perder o que en vez de carne de res les diera carne de caballo, es un fraude por parte de la empresa.
Los vecinos de los 55 departamentos siguen a la espera de más peritajes que confirmen que el edificio sólo necesita una remodelación, a pesar de que es nuevo. Por lo pronto, el policía de la entrada vigila el edificio desde la calle para prevenir rapiñas. “Mi vida no vale lo que un departamento”, dice García. Los vecinos siguen a la espera de que la empresa se aparezca.
Una de las vecinas de este edificio, llamada Isabel, envió un mensaje de wasap al grupo APL ingenieros que en las redes sociales anunciaron ayuda gratuita para revisión de estructuras. Alberto López Acevedo recibió el mensaje el miércoles 20 de septiembre a las 9:47 del día 20 y a las 10:30 les mandó un mensaje urgente: “desalojen”. La fotografía que le llegó es asombrosa: los 55 departamentos ubicados en 11 pisos aparentan fallas graves, pues se ven grietas profundas y en forma de “X”. Y lo peor es que el edificio fue entregado apenas el año pasado. Es decir, recién estrenado y, seguramente, aún en pago.
Pero el edificio de San Antonio Abad es sólo uno de los edificios construidos por Vertical Homes que resultaron dañados. Hay, al menos, uno más, que se ubica en Insurgentes número 1260, al norte de la ciudad. La construcción luce agrietada a pesar de tener menos de 5 años. Los habitantes de los 161 departamentos del inmueble han sacado sus pertenencias ante el temor de que sean robadas.
Erika Salazar del número 501 relata que las anomalías en este edificio iniciaron con la entrega de departamentos. “Antes del sismo ya había habido cuarteaduras, pero la constructora se desentendió”, dice.
El terremoto dejó las paredes con grietas con forma de equis. Un día después llegó Protección Civil y dijo que no había riesgo de derrumbe, que sólo las paredes y la fachada están dañadas. Pero la gente de este edificio, llamado Grand Insurgentes, en la colonia Capultitlán, tiene miedo de quedarse a vivir en un lugar dañado. Además, los vecinos temen que haya robos.
– ¿Dónde está la policía?
-No, ellos nomás se la pasan dormidos – dice Salazar.
Miguel López vino a ayudar a su hija a sacar sus cosas del departamento y está pensando en la posibilidad de dejarlo para siempre. “Pues igual y es mejor dejar el lugar y regresarnos a San Juan Teotihuacán”, dice.
López trabaja acomodando carritos del supermercado en un Chedraui. El hombre cuenta que comprar este departamento le costó a su familia dos vidas de trabajo: la suya y la de su hija Edith, a la que logró pagarle la universidad para que fuera contadora. Él trabajó en la fábrica de herramientas Black and Decker hasta que cambiaron la planta a Brasil, donde la mano de obra es más barata. Entonces se fue a Chicago para seguir manteniendo las colegiaturas de su hija como contadora. Después de 6 años de trabajo como inmigrante regresó a México.
Edith consiguió comprar el departamento de Insurgentes Norte con un crédito y su papá su mamá y ella dejaron su casa en Teotihuacán, a una hora de la Ciudad de México, para vivir juntos. Pero con el sismo, todo cambió. Ahora lamenta: “Lástima que todo haya acabado en esto”.
Vecinos de los dos edificios de departamentos intentaron comunicarse con la constructora Vertical Homes sin éxito. La página de internet de la empresa ya no funciona. “Hemos estado hablando a la constructora, pero no contesta”, dice López.
De manera espontánea primero y luego más organizados, grupos de arquitectos, ingenieros y geólogos, han recorrido las calles de la ciudad, desde la misma tarde del 19 de septiembre, para revisar los daños en las estructuras de edificios, casas, hospitales, escuelas.
Uno de esos grupos es la Brigada de Protección Civil -convocada por el Colegio de Arquitectos México, la Casa del Arquitecto y Protección Civil del Gobierno de la Ciudad de México- que reúne a unos 100 voluntarios especialistas. Esta brigada trabaja a partir de folios que se asignan a las direcciones que la gente envía, y a partir de la revisión en sitio se determina el nivel de daño.
Fernando Vera se integró a ella un día después del sismo y ha revisado una decena de edificios en distintas delegaciones. Explica que los daños de los edificios están determinados, básicamente, por tres cosas: la zona donde se ubican, la capacidad de carga del piso y los materiales de construcción. “Hasta ahorita no me ha tocado nada que sea con daño estructural muy grave”, dice, entre una y otra revisión.
Según el mapa de riesgos de la Ciudad de México, actualizado a julio del 2017, la capital está dividida en tres zonas: firme o de lomas, de transición y de lago. La mayoría de los edificios dañados y registrados hasta el momento se encuentran en la zona de lago. Sin embargo, varios edificios dañados están fuera de ese rango.
El grupo de ayuda convocado por APL ingenieros, que mandó un comunicado en redes sociales ofreciendo ayuda para revisar por wasap fotografías de los daños de edificios públicos y particulares, recibió fotografías de edificios dañados en Santa Fe, relata Alberto López Acevedo.
“Estamos referenciando en la zona de laguna (según el mapa de riesgo), pero tenemos en todos lados, nos llegó un edificio en Santa Fe, otro en Insurgentes norte”, dice en entrevista.
Algo que ha llamado la atención de ambos es la cantidad de edificios dañados en las colonias Narvarte y Del Valle. López Acevedo dice que ambas colonias se encuentran en zona de laguna y que ha habido daños tanto en edificios viejos, como en nuevos, que se debieron construir con el reglamento posterior al sismo de 1985. “Me llama mucho la atención la Del Valle, departamentos nuevos que cuestan millones de pesos y que tienen daños graves en sus construcciones”.
Fernando Vera lo explica así: “Se hizo un modelo de construcción: tiras casas y construyes edificios de departamentos. Esto ha afectado la capacidad de carga. El suelo es una caja de arena, si quitas arena, se reacomoda el suelo. Si la zona estaba hecha para casas de 3 niveles y llegan estas fórmulas de 10 o 20 pisos, eso afecta al subsuelo”.
El grupo que coordina Alberto Acevedo ha recibido, hasta la tarde del 21 de septiembre, unos 10 mil mensajes de whatsapp de gente que pide ayuda para revisar las grietas de sus casas. De ellos, Acevedo calcula, por estadística, que haya 3 mil edificios con fallas medias a fallas altas. Eso no significa, aclara, que todos se deban desalojar o derrumbar, pero sí necesitan algún tipo de reparación. “Estamos atendiendo conforme a necesidades, revisando las fotos que mandan, las que tienen daños más severos en la imagen, se turnan a brigadas para hacer la revisión estructural en campo”, dice.
La oficina de APL está ubicada en Clavería. En la recepción hay un grupo de mujeres con tres computadoras que reciben y registran y canalizan a los voluntarios que llegan con su cédula profesional. En la sala de juntas, cuatro personas revisan los miles de mensajes de whatsapp. El teléfono no deja de sonar.
Del trabajo que han hecho en campo, 92 edificios revisados, 22 tienen fallas graves y 10 están en riesgo de colapso. En algunos algo huele mal: “Corrupción en la construcción de departamentos elementos más estructurados, mal elaborados. Que se haga cargo la constructora”, dice Acevedo.
Gabriel Chávez es un geólogo egresado del Politécnico Nacional. El día del sismo salió con otros compañeros a ayudar a revisar edificios que pudieran colapsar. Cuenta que, al inicio, ayudar fue más sencillo y orgánico. Él llegó a la delegación Benito Juárez y pudo trabajar con sus compañeros unas horas, incluso hicieron barreras para evitar el paso de la gente a edificios que tenían graves daños. Llegaron antes que los de Protección Civil. Luego llegó la policía y los desalojó a ellos.
“Pudimos ingresar a la colonia Del Valle como brigadistas, nos acercamos con los militares, les dijimos que había zonas donde no se podía trabajar, nos hicieron caso, hicieron barricadas para que la gente no entrara. Estábamos en Eje 5 sur. Llegamos con intención de ayudar, pero luego nos sacaron. Los militares nos pidieron ayuda para que les dijéramos qué edificios podían colapsar y ellos mismos no instalarse cerca”.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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