Venezuela: La ‘guerra’ por las actas; chavistas se movilizan

31 julio, 2024

Un error del Consejo Nacional Electoral de Venezuela ha puesto en entredicho la elección más importante de su historia. En la escena, los mismos de siempre: una oposición ansiosa por recuperar el poder después de 27 años, una agenda internacional, encabezada por los Estados Unidos, y las bases chavistas dispuestas a dar todo

Texto: Alejandro Ruiz

Fotos: Zoe Alexandra Pepper / peoplesdispatch.org Y Alejandro Ruiz

CARACAS, VENEZUELA. – La disputa en Venezuela actualmente se reduce a un tema: las actas.

El problema empieza así: La madrugada del 29 de julio, Elvis Amoroso, presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE) informó el conteo preliminar de votos en una conferencia de prensa.

En su mensaje, además de denunciar un intento de hackeo al sistema de transmisión de datos de las urnas electorales, adelantó un resultado “contundente” que daba como ganador a Nicolás Maduro, actual presidente de Venezuela.

Amoroso dijo que Maduro obtuvo 5 millones 150 mil 992 votos, poco más de 500 mil que los del candidato opositor, Edmundo González, quien obtuvo 4 millones 459 mil 978.

Este resultado preliminar, informó el presidente del CNE, se hizo con el 59 por ciento de la participación electoral y con el conteo del 80 por ciento de los votos.

Para ilustrar su afirmación, Amoroso presentó una gráfica donde se ilustraban los porcentajes de cada candidato. Para Maduro, 51.2 por ciento; para González, 44.2 por ciento; y para el resto de los candidatos opositores (ocho en total) 4.6 por ciento.

El problema: la gráfica asignaba ese 4.6 por ciento a cada uno de los otros 8 contendiente y sumaba 136.8 por ciento, lo que es imposible.

El error puso en entredicho todo el sistema electoral venezolano. A partir de este momento, comenzó la guerra de las actas. Gobiernos de todo el mundo reclaman la transparencia del resultado electoral, y la oposición, bajo este velo de duda, construye la narrativa del fraude y desconoce su derrota.

María Corina Machado, dirigente opositora impedida de participar como candidata por haber sido nombrada por el autoproclamado presidente Juan Guaidó como embajadora en Panamá, ha tejido su argumento de fraude a partir de la presentación de las actas de las 30 mil 26 mesas electorales habilitadas en esta elección. Aunque con mensajes contradictorios:

Primero, dijo que tenía unas actas que daban por ganador a Edmundo González. Después, dijo que presentaría las actas en una página de internet, y con esto, demostraría sus dichos, esto fue la madrugada del 29 de julio, donde adelantó un resultado: González superaría con 70 por ciento los votos obtenidos por Maduro.

Al día siguiente, el 30 de julio, simpatizantes de la oposición protestaron por todo el país a través del método de las guarimba. Su objetivo era marchar al palacio de Miraflores, la sede del gobierno, y “derrocar la dictadura” de Nicolás Maduro. A su paso, cortaron caminos, incendiaron papeleras y edificios, y también golpearon a simpatizantes chavistas.

El 31 de julio, Machado proclamó que Edmundo González (extrabajador de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos) era el nuevo presidente de Venezuela. Su sustento, unas actas publicadas en una página de internet a la que sólo ciudadanos con cédula electoral pueden acceder.

Tres días despúes, el Consejo Nacional Electoral no ha emitido información al respecto. Su página está bloqueada. Las actas originales, a las que sólo la autoridad tiene acceso, siguen sin aparecer, mientras el gobierno denuncia que un golpe de Estado se fragua en las calles de Venezuela.

El argumento de analistas ajenos al gobierno, es que el CNE está sistematizando toda la información a su alcance. No se pueden permitir otro error, pero contabilizar más de 30 mil actas no es una tarea fácil.

La maquinaría mundial ¿narrativa para justificar el golpe?

A nivel internacional se reactivó la maquinaría internacional que, desde 2015, declaró a Venezuela como una amenaza “inusual y extraordinaria” para su Seguridad Nacional.

La ruta es la misma: Primero, el desconocimiento del resultado electoral de una buena parte del mundo.

Una narrativa que sólo han abandonado países con conflictos abiertos con los Estados Unidos, como Cuba, China, Rusia, Nicaragua y Honduras.

Otros, como México y Brasil, hicieron pronunciamientos moderados, que fueron interpretados como de apoyo a Maduro.

El presidente de México, por ejemplo, dijo en conferencia de prensa que condenaba, los intentos de golpe de Estado, y llamó a La Paz. Mientras que días antes, la cancillería reiteró que «confía en que la voluntad del pueblo venezolano expresada en las urnas sea respetada mediante un proceso de escrutinio transparente».

En Brasil, el Presidente Lula da Silva, afirmó que secundaba el comunicado de su partido, el PT, quienes reconocen la legitimidad de la elección, pero aclaró que «esta pelea se resuelve presentando las actas».

El resto de los países, con excepciones en Medio Oriente, han calificado la elección como dudosa, incluidos los gobiernos calificados progresistas de Guatemala, Colombia y Chile, quienes tienen deudas con el de Venezuela desde las épocas de Petrocaribe, que este año el gobierno de Maduro les empezó a cobrar.

Otros gobiernos, a los que Venezuela calificó de injerencistas, descalificaron totalmente la elección, como Argentina, Paraguay, República Dominicana,Costa Rica, Ecuador, Panamá, y Uruguay, además de Perú (de la golpista Dina Boluarte), el primer país en reconocer a Edmundo González como ganador en las elecciones.

Por otro lado, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, solicitó a las autoridades de Venezuela que respeten y protejan el derecho de los ciudadanos a protestar de manera pacífica, y también, a que transparenten los resultados electorales.

El Centro Carter, el think thank estadounidense que declaró válidas las elecciones de referéndum de Hugo Chávez en 2004, dijo que las elecciones de este año no fueron democráticas.

Ambas instancias internacionales, sin embargo, avalaron el ensayo electoral de Venezuela del pasado 1 de julio, donde 21.3 millones de ciudadanos participaron en el simulacro, avalado, también, por los partidos de oposición.

La defensa del voto

José Ponte camina sobre la Avenida Urdaneta rumbo a Miraflores. Lo hace en solitario, cargando una pintura de Hugo Chávez que él mismo hizo.

Sobre él cae la lluvia, en una calle que la noche anterior estaba sitiada por guarimberos, los grupos alentados por la oposición que protagonizaron protestas violentas en algunos puntos de la ciudad.

A su paso, la gente, chavistas como él, refugiados en las marquesinas de los edificios, corean el nombre de Chávez: “¡Chávez vive!”, dicen mientras aplauden a aquél hombre de 75 años.

“Tengo más de 30 años luchando por la democracia en mi país, y no voy a dejar que un grupo de escuálidos nos la quiten”, comenta, aún bajo la lluvia, mientras el palacio de Miraflores está a sus espaldas.

El señor Ponte no vino aquí de manera espontánea, sino que atendió la convocatoria que el presidente Nicolás Maduro hizo a toda la población a “defender la Revolución” y no dejar que las protestas de la oposición crecieran.

El llamado lo hizo en cadena nacional, en el canal del Estado. Un día antes, su partido, el PSUV, ya había circulado la convocatoria entre su militancia.

Y también, el mismo día en que el gobierno de Venezuela, a través de su Fiscal General y altos mandos militares, declararan que lo que vive la nación caribeña es un intento de golpe de Estado.

El método, denunciaron, es la desestabilización internacional y las guarimbas, las mismas que sumergieron en una ola de violencia al país entre 2016 y 2017, y que hoy parecen reactivarse.

De acuerdo con el Fiscal venezolano, Tarek William Saab, por estos actos el gobierno ha detenido a más de 700 personas, y reveló que muchos de ellos son jóvenes provenientes de barrios pobres a quienes les pagan con droga y dólares.

Las imágenes de estas protestas dieron la vuelta al mundo: jóvenes incendiando botes de basura, o cortando la vía con refacciones, vidrios y piedras, avanzando a pie, o motocicleta, rumbo al Palacio de Miraflores.

Lo hicieron alentados por la oposición, particularmente por su dirigente, María Corina Machado, quien llamó a “defender de manera cívica el triunfo de Edmundo González Urrutia”.

Antes de la movilización chavista, en una pollería cerca del puente de Llaguno, donde en 2002 francotiradores disparaban contra militantes chavistas para dar un golpe de Estado a Hugo Chávez, el señor Briseño reflexionaba:

«Son chamos pobres con un bat, quemando todo, y que se van a enfrentar a otros chamos pobres, con bates también, que van a quemar todo para defender el voto. Al final, son pobres contra pobres».

A un lado de él, un profesor chavista reniega. El profesor gana menos de 10 dólares a la semana, pero avanza firme hacia la protesta.

Y denuncia: «Que digan lo que quieran decir, aquí la patria se defiende, y no son tiempos para tibiezas. O se está con la Revolución, que es nuestra, o no. Ya después nos ponemos a revisar las contradicciones».

Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.