Cuando una persona o un grupo son aplastados de manera estructural por el poder o sus representantes, y se defienden, ¿podría hablarse de una manifestación violenta? Es importante discernir entre violencia y agresividad. Ejercer la violencia es abusar del poder que se tiene
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Va un test, como esos que salen en las revistas de moda. ¿Qué tanto sabe usted de violencias? Marque violento o no violento cada acto enunciado. Luego compare sus resultados finales.
Una mujer encapuchada avienta diamantina morada a un funcionario.
Una mujer encapuchada patea y rompe el vidrio de la Procuraduría capitalina.
Mujeres encapuchadas destruyen una estación de Metrobús e incendian una estación de policía.
Una joven intenta quemar el rostro de un reportero.
Unos jóvenes hacen pintas sobre los escudos de los granaderos durante la marcha del 2 de octubre.
Unos jóvenes saquean una sucursal de la cadena de librerías más grande de México.
Unos jóvenes patean y destruyen el puesto de periódicos de unos trabajadores.
Unos campesinos “toman” una caseta de cuota en la carretera del Sol. Exigen que no les cobren cuotas a ellos por usar un camino vecinal.
Unos campesinos alzan sus machetes contra la construcción de un aeropuerto.
Una mamá da una nalgada a su hijito de cuatro años.
Una niña es castigada por orinarse en la cama durante la noche.
Un chico dice que debe ser honesto con su pareja, así que le dice a ella que el marco teórico de su tesis es una porquería.
Una mujer casada se defiende de los golpes de su esposo y le avienta un cenicero.
Un hombre viola a una mujer.
Un hombre viola a un hombre.
Un grupo de individuos va a un partido de futbol. En las gradas se pelean con la porra del otro equipo.
En todas estas oraciones hay agresividad. No en todas hay violencia.
José Sanmartín Esplugues, un filósofo español que se ha dedicado a estudiar la violencia, dice: “La violencia es agresividad, pero agresividad alterada, principalmente por la acción de factores socioculturales que le quitan lo automático […] la violencia no es, pues, biología pura, es biología sólo en lo más hondo de su ser, en su nivel más profundo, un nivel que se encaja en un entramado sociocultural que cambia casi por completo su carácter”.
La socióloga mexicana Irma Saucedo pone el énfasis en que en la violencia están siempre el componente de las relaciones de poder y el poder. Quién sustenta el poder. Y ésta es quizá la parte más importante para discernir entre la violencia y la agresividad (esa sí una respuesta que podemos llamar biológica, aunque haya agresividad destructiva u hostil).
Siendo así, ¿sería válido hablar, tildar de acciones violentas, de ser violentos para una mujer que se defiende de las agresiones del marido? ¿Es posible hablar de violencia cuando los jóvenes de escasos recursos se manifiestan en el espacio público y rompen algo, y, sí, realizan actos vandálicos?
Cuando una persona, un grupo social, étnico o demográfico es aplastado por el poder o los representantes del poder, de manera estructural, y se defiende, o se manifiesta ¿podría hablarse de una manifestación violenta?
De acuerdo con Irma Saucedo, no. Ejercer la violencia es hacer uso, abusar del poder que se tiene. De este modo, el ejército o los policías pueden reprimir con violencia una manifestación. Un hombre es violento cuando maltrata a su esposa. Y ésta es violenta (está ejerciendo y perpetuando un sistema) cuando ella misma da una nalgada a su hijo. Ella ahí es representante de un poder vertical y masculino. Pero si ella se defiende, si ella explota en un momento dado y se defiende, no ejerce la violencia. Ejerce la defensa.
Al tratar de hacer esta distinción no se busca “justificar” lo injustificable. Una mujer que quiere incendiar el rostro de un periodista que no le ha hecho nada claro que está ejerciendo una violencia. Una violencia injustificada y peligrosa. Pero en la mayoría de los casos se trata de manifestaciones, algunas válidas, que únicamente atentan contra los símbolos de otro poder que sí que ejerce abusos sobre las personas. A lo máximo se puede hablar de una manifestación que se sale de control (lo cual también se ha estudiado en psicología de las masas).
Si se logra narrar cada acto agresivo, tanto de agresión física como social, y contextualizarlo, podremos comprender más cada fenómeno, y buscar formas diversas de narrarlo desde el periodismo.
Columnas anteriores:
El fracaso de los enterradores
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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