Preguntas o propuestas políticas distintas no es sinónimo de división. Qué trabajo les cuesta pensar a las mujeres como sujetos políticos con agendas y propuestas
Teitter: @celiawarrior
Porque lo urgente no puede serlo todo y tampoco lo mínimo puede ser tan extenso como las muchas problemáticas sociales que considero nos acongojan, voy a cerrar la reflexión y propuesta de una agenda feminista mínima con una de las crisis más complejas y persistentes en México: la desaparición de personas.
Considero que nos toca pensar no solo en cómo el movimiento feminista y de mujeres participa en un movimiento amplio de búsqueda de las y los desaparecidos —reflexión que ya hemos abordado en otras Igualadas—, sino en cómo posturas y discursos feministas impactan en la visibilidad, entendimiento y atención del problema en su dimensión de género.
Una cosa es evidente: durante décadas las desapariciones de mujeres, adolescentes y niñas han quedado al margen de las demandas colectivas de búsqueda, aun cuando fungieron como un triste y poderoso precedente que detonó la organización de familiares de víctimas y sociedad civil al rededor de la desaparición contemporánea (entiéndase, caso Campo Algodonero). Desde entonces, vienen siendo poco visibilizadas, con todo y sus particularidades, tanto en marcos jurídicos como en la discusión pública generalizada. Muy poco se distingue al género como causa o consecuencia de esas desapariciones.
En 2021 el Observatorio sobre Desaparición e Impunidad en México (ODIM) participó en una publicación que, a través de varios casos de estudio en América Latina, planteó cuatro principales explicaciones de la persistencia de la desaparición de personas en países en post-transición democrática. Estas “lógicas subyacentes”, como las definen los especialistas en el tema, son: la clandestinidad, una economía política particular, los sujetos como “poblaciones desechables” y el control social a través de la pérdida ambigua. ¿Qué pasa si a cada una de esas lógicas aplicamos una dimensión de género?
Por ejemplo, en el desarrollo del punto “economía política de la desaparición” resaltan la relación del quién con el por qué desaparece. A la desaparición le subyace una intensión de perpetrar la impunidad, ocultar y continuar actividades económicas ilegales, explican. ¿Qué actividades económicas ilegales están íntimamente relacionadas a la violencia de género? En la respuesta, la explicación del por qué se desaparece a mujeres, adolescentes y niñas.
En enero de 2022 el ODIM lanzó un nuevo estudio, Nombrarlas para encontrarlas, que caracteriza las desapariciones de mujeres en la zona central del país: quiénes son las desaparecidas; las conexiones entre violencia de género, criminal y estatal o lo que da una guía del por qué desaparecen, además de perfilar a los perpetradores.
Menciona que tanto el Mecanismo de Seguimiento de la Convención Belém do Pará, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos, insisten en caracterizar la desaparición de mujeres como un acto consecuencia de otras formas de violencia de género. En resumidas cuentas, plantea que para buscarlas hay que hacer un análisis de contexto, el cual implica un análisis de los patrones de victimización a partir de las “lógicas de la violencia de género”.
Para ello, así como para señalar otros temas de la agenda feminista mínima, basta revisar constantemente las lógicas que sostienen la explotación y subordinación de las mujeres. Y quizá, más que una única de una agenda feminista posible, tendríamos que pensar en trascender la superficialidad de las confrontaciones dentro del movimiento. No hablo de darle la vuelta al conflicto, pero sí repensar las dinámicas de poder que subyacen a las confrontaciones. Reflexionar alrededor de la imposición y el impulso de agendas políticas que hacen uso de discursos feministas pero no necesariamente impactan positivamente en la vida de las mujeres y niñas. Preguntarnos, ¿cuáles son las luchas que se están dando en el fondo, a quién o qué intentan proteger o ganar cada cual?
Posturas o propuestas políticas distintas no es sinónimo de división, dice la colombiana Olga Amparo Sánchez, coordinadora de la Casa de la Mujer, al hablar de su experiencia como parte del movimiento feminista y de mujeres en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991.
“A veces nos parece que se hace una lectura muy patriarcal del movimiento, de decir que, ‘Es que el movimiento viene dividido’. No, las mujeres en el movimiento feminista y en el movimiento de mujeres tenemos posturas políticas distintas que derivan, no solamente de cómo hacemos el análisis de la situación de opresión de las mujeres y su subordinación, sino de lo que queremos para este país”, opina Amparo Sánchez en entrevista para el podcast Womansplaining. Lo menciona y la secundo: qué trabajo les cuesta pensar a las mujeres como sujetos políticos con agendas y propuestas.
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