Un pulque para Caruso

31 agosto, 2019

Uno de los tenores más afamados del mundo llegó a México en 1919 para dar una serie de conciertos inéditos. Pero además de interpretar grandes papeles, Enrico Caruso también probó el pulque y navegó en trajinera en Xochimilco

@ignaciodealba

Enrico Caruso llegó a la estación de trenes Buenavista de la de la Ciudad de México en 1919. Por esos años era el cantante más famoso del mundo y fue recibido como una celebridad. Venía acompañado de la contraalto Gabriella Besanzoni. La pareja haría varias presentaciones en el México revolucionario.

El presidente Venustiano Carranza había dado facilidades para que Rey de los Tenores llegara al país. Aunque México vivía por esos años algunos de los episodios más convulsos de su historia, gran parte de las familias ricas y otras recién acomodadas con la Revolución, se prepararon para asistir al evento socialité del año.

Caruso llegó a México en el mejor momento de su carrera. Pero sus inicios más bien fueron humildes: fue hijo de una familia pobre del barrio San Giovannello de Nápoles, corista de la parroquia local, y trovador de a guitarra en las calles de su ciudad.

En 1895 el napolitano se estrenó como tenor en la ópera Cavalleria Rusticana y en sólo unos años desplazó a los mejores cantantes de su época y se convirtió en el más solicitado tenor de los teatros de todo el mundo.

El hombre cantó por 17 años en la Ópera de Nueva York; se convirtió en un cantante entrañable para los inmigrantes italianos que vivían en Estados Unidos; fue el orgullo de los italoamericanos que llegaban a «hacer las américas».

La presentación de Caruso en México se hizo en el recién inaugurado Teatro Esperanza Iris, en el centro de la ciudad. Fue tan exitosa que se planeó realizar otra donde cupieran más espectadores. Pero el único lugar para albergar a tanta gente era la Plaza de Toros de la Condesa de Miravalle.

El 5 de octubre, en el redondel se presentó la ópera de Carmen, de Goerges Blzet. Unos 17 mil espectadores abarrotaron la plaza. Sólo los más adinerados pudieron llegarle al precio de los boletos, unos 20 pesos de la época. El cronista Alberto Barranco describe así el momento:

La tarde de gloria del gran Enrico Caruso, la joya de la corona del bello canto, en desafío el mal tiempo, la mala acústica, la mala organización, la mala suerte. El vozarrón que desafió el aguacero. La mitad del legendario redondel era tablado. El resto, emoción aplausos, locura, griterío, fragor de claveles arrancados al ojal”.

En los días en que Caruso estuvo en México tuvo tiempo de visitar el Palacio de Bellas Artes, que aún estaba en construcción. Según algunos testigos el hombre entró y probó su voz en un improvisado escenario, luego dijo: “volveré para cantar aquí, cuando hayan acabado esta maravilla”. Quizá fue la primera función del recito.

Otra de las cosas que hizo fue colocar la primera piedra de lo que sería el legendario Cine Olimpia, en la calle 16 de septiembre del Centró Histórico, ahora convertido en tiendas comerciales.

El napolitano también visitó Xochimilco, donde uno de los pionero de la fotografía en México,  Agustín Cazasola, lo captó dándole un sorbo a un vaso con pulque; para la foto, el tenor se puso la mano en el estómago, sacó la trompa para dar el sorbo, arqueó las cejas y clavó el pico en el vaso. 

Caruso era una aficionado a los cigarrillos egipcios. Además le gustaba dibujar y con frecuencia regalaba autorretratos donde se caricaturizaba. En México realizó un dibujo del presidente Venustiano Carranza que fue publicado en algunos medios. También fue un promotor de la tecnología y la conservación de la música. Se le considera el padre de las grabaciones discográficas. Su popularidad creció con la venta de grabaciones suyas.

El 2 de noviembre, Día de los Muertos, Enrico Caruso hizo su última presentación, antes de seguir con su gira latinoamericana y visitar Cuba. 

La Plaza de Toros de la Condesa funcionó de 1907 a 1946. En el lugar donde Caruso conquistó el corazón de miles de mexicanos se encuentra ahora el Palacio de Hierro de la calle de Durango, la tienda departamental más grande de la Colonia Condesa. La Plaza de Toros fue trasladada al Toreo de Cuatro Caminos, en el Estado de México, pero recientemente el centro taurino fue sustituido, también, por un centro comercial.

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Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).