Uno de los retos que destacan en los cuatro meses que quedan antes de la toma de posesión será presionar al entorno de la próxima presidenta para que elabore una política forestal, una política pesquera y una política de conservación diferentes, consistentes, robustas y efectivas, además de concretar su política climática y su política hídrica
Por Eugenio Fernández Vázquez / X: @eugeniofv
El triunfo de Claudia Sheinbaum en las elecciones del domingo marca el inicio de un nuevo ciclo político. A partir de octubre empieza una nueva etapa en la que, por primera vez en un cuarto de siglo, la figura principal en la política nacional no será Andrés Manuel López Obrador. Esta nueva etapa puede traer novedades también en lo ambiental, un área en la que el gobierno de López Obrador ha dejado mucho a deber, pero que podría ser que la nueva titular del ejecutivo se tome en serio.
El balance que heredará la virtual presidenta electa es francamente desastroso. Salvo los avances en materia de áreas naturales protegidas —que todavía deben concretarse, sobre todo dotando a las nuevas áreas de presupuesto y elaborando sus planes de manejo—, en la materia han privado la improvisación, la complicidad con los destrozos de los megaproyectos y la desarticulación de un cuerpo técnico que no fue sustituido por otro. La enorme cantidad de gente que trabaja en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) sin nombramientos o con nombramientos ilegales —ahí está el caso de Conabio—, la cancelación en los hechos del derecho ambiental y la ausencia general de una política en la materia dan muestra de ello.
Entre los 100 pasos para la transformación que la doctora Sheinbaum presentó hace algunas semanas hay algunos compromisos ambientales que serían muy importantes si efectivamente se llevan a cabo. Renovar esa mitad del parque vehicular de carga y de pasajeros que tiene más de quince años tendrá sin duda impactos muy importantes en la calidad del aire de las ciudades y en términos de emisiones de carbono. La tecnificación del riego en el agro puede llevar a ahorros de agua muy importantes que permitirían adaptarnos mejor a la dureza del cambio climático.
Esos compromisos, sin embargo, no bastan. La presidenta electa no ha hablado de nada que tenga que ver ni con manejo de los recursos naturales ni con su conservación, a pesar de que sin acciones en esas áreas para conservar y aprovechar bosques y pesquerías y para preservar nuestra naturaleza no se podrá lograr nada contra las crisis simultáneas del cambio climático, las extinciones y la contaminación.
Durante el sexenio, y sobre todo en su inicio, habrá crisis inmediatas que se deberán atender, pero eso no debería de impedir lidiar con la pérdida de ecosistemas y de biodiversidad, con el enrarecimiento del aire que respiramos y con los estragos del calentamiento global. Los estragos del huracán Otis en los bosques y selvas de las sierras de Guerrero se notarán ya a principios del año que viene, en forma de incendios y deslaves por las lluvias que traerá La niña, el fenómeno contrario al Niño que parece que llegará en 2025. La sequía en el centro del país mantendrá a la zona metropolitana de la Ciudad de México y a los productores del Altiplano, así como a los habitantes y productores del norte, en una situación muy precaria. Sin medidas urgentes en materia de inspección y vigilancia ambiental las contingencias seguirán siendo la norma en los tiempos con mucho sol en las ciudades de todo el país. Todo eso deberá atenderse, pero esperemos que lo urgente no quite relevancia a lo importante a largo plazo.
En ese sentido, uno de los retos que destacan en los cuatro meses que quedan antes de la toma de posesión será presionar al entorno de la próxima presidenta para que elabore una política forestal, una política pesquera y una política de conservación diferentes, consistentes, robustas y efectivas, además de concretar su política climática y su política hídrica. A quienes trabajan desde dentro de ese entorno, por su parte, les quedará la tarea de aprovechar esas presiones para fortalecer esa agenda e imponerla como una prioridad.
Esperemos, por el bien de todos, estar a la altura de estas circunstancias que ya nos son, como podemos ver quienes no tenemos agua, muy complicadas.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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