16 enero, 2022
No se les prometió una recompensa por su labor en forma de algún punto extra o un crédito universitario; y aún así, como otras decenas de estudiantes, aceptaron el reto sabiendo los riesgos
Texto: Alexandra Figueroa/Revista Espejo
Fotos: Revista Espejo
Ilustración: Hanna Crv
CULIACÁN.- Han sido en la población de 18 a 29 años donde más se presentaron desmayos por nerviosismo durante las jornadas de vacunación contra el COVID-19 que han transcurrido en Sinaloa. Así lo reconoció Carlos, un brigadista de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) que ha estado apoyando en la vacunación prácticamente desde que llegaron las primeras dosis a la entidad.
Tanto él como Stephania, dos estudiantes de último año de la Licenciatura de Fisioterapia de la UAS, tienen varias anécdotas y sobre todo experiencias que han aprendido durante su participación en los centros de vacunación.
Carlos fue de los primeros brigadistas que se sumaron a la convocatoria de la Universidad para los y las estudiantes del área de la salud que decidieran apoyar en los puntos de vacunación.
Se unió en abril del 2021, cuando se estaban aplicando las primeras dosis a las personas mayores de 60 años. No se le prometió una recompensa por su labor en forma de algún punto extra o un crédito universitario; y aún así, como otras decenas de estudiantes, aceptó el reto sabiendo los riesgos.
Llegó cargando únicamente con su cubrebocas, gel antibacterial otorgado por la UAS y el conocimiento de cómo aplicar inyecciones que había adquirido en clase. Pero luego, el mismo personal del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) lo fue capacitando, al igual que a sus compañeros, en el manejo de la vacuna y cómo tratar con los pacientes.
“Al principio los que estaban capacitados era el personal de salud, en sí IMSS y los de Bienestar. Bienestar coordinaba el manejo de los expedientes, nos decía como ayudarlos. Ya que iba transcurriendo el tiempo, el personal de salud nos fue capacitando a nosotros para preparar las inyecciones, aplicarlas; fue un trabajo en equipo, la capacitación constante para delegar las responsabilidades y así apoyar más”, dijo.
Uno de los aspectos que criticó fue que al principio había mucha desinformación; circulaban comunicados falsos que solo alarmaban a la población, así como los videos que se viralizaban de gente desmayándose. Todo esto ponía nerviosas a otras personas, por lo que dificultaban la labor de quienes estaban en los puntos de vacunación.
Por esta razón, la Guardia Nacional prohibió el uso de celulares durante la vacunación; esto con el fin de no seguir alarmando a la sociedad, puesto que le tocó ver que en la población de 18 a 29 años de edad había hasta 50 desmayados por día, todos al estar nerviosos.
“Uno pensaría que los jóvenes de 20 a 30 somos los más fuertes, los más valientes y realmente fueron las personas donde más hubo desmayados. Lo que fue en el Parque Revolución, fue donde me tocó ver más personas desmayadas que convulsionaban, fue más que nada por los nervios”, dijo.
Uno de los casos que Carlos más recuerda es una muchacha que por puro nerviosismo se desmayó tres veces durante la vacunación: antes, después y cuando miró que vacunaban a alguien más.
También le tocó ver que se hacían cadenas de desmayos. Es decir, una persona se desmayaba por nervios, alguien más la miraba y también se desmayaba; y así, hasta que los brigadistas lograban calmar a los asistentes.
“Eso más que nada pasaba después de la vacuna, llevaba un periodo de tiempo de 10 a 15 minutos de observación, entonces ahí es cuando más se desmayaban las personas, entonces por los miedos, nervios más que nada y era como en cadena, porque miraban que alguien se desmayaba y entonces entraba más pánico”, narró.
Un caso parecido a este le tocó ver a Stephania, otra brigadista de la UAS, a quién le tocó que en un solo día llegaran dos ambulancias a movilizar a jóvenes que por estrés o un ataque de ansiedad se convulsionaron frente a todos.
Ante esto, ambos brigadistas recomendaron a la población el desayunar o comer antes de acudir a la vacunación y tratar de no ponerse nerviosos, pues hasta el momento a ninguno le ha tocado ver que alguna persona haya tenido una alergia a la vacuna o una reacción similar.
En el caso de Stephania, ella comenzó a participar en las jornadas de vacunación en noviembre de 2021, después de que una de sus maestras les hiciera el llamado para apoyar. Se unió durante la vacunación a los niños, niñas y adolescentes de 15 a 17 años de edad.
”Yo por ser nueva no nos capacitaron realmente. Llegamos, ya iba a comenzar la vacunación y nosotros como fisioterapeutas llevamos una materia que era fundamentos de enfermería. Entonces sí nos habían enseñado a vacunar, pero tuvimos que acercarnos a un módulo y preguntar a unas enfermeras encargadas; y nos enseñaron a presentarnos con un paciente, decirles, qué hacer en caso de que alguien se desmayara, y como eran jóvenes menores de edad era más complicado”, dijo.
Ella explicó que debido a toda la organización y cuidado que se tiene con el manejo de las vacunas, es prácticamente imposible que sean reales los videos donde aparece que la dosis no se aplica a la persona.
“Cada vacuna va contada, se tiene que sacar cierta cantidad de un solo frasco y siempre le mostramos por ejemplo, nos enseñaron que le mostráramos al paciente que le estábamos aplicando su dosis completa, nunca me tocó ver que a alguien no le aplicaran su vacuna”, mencionó.
Stephania y Carlos concluyeron que, como estudiantes de Fisioterapia no pueden decir que participar en las jornadas les sirve de práctica, pero sí aprendieron cómo deben comunicarse con los pacientes. Además, les queda la experiencia de haber apoyado en un momento de necesidad.
Este trabajo fue publicado originalmente en Revista Espejo, que forma parte de la Alianza de Medios. Aquí puedes consultar el trabajo original.
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