Una de las propuestas más esclarecedoras para entender cómo es que el COVID-19 nos afecta diferenciadamente es la perspectiva feminista interseccional. Es hora de poner énfasis, por ejemplo, en el tema de los cuidados y las/los cuidadores, como uno de los ejes en la gestión global de la pandemia
Twitter: @tuyteresa
Hace tiempo, cuando pasaba por una situación difícil, los días se me hacían eternos, incluso… me dolía respirar. Entonces, una amiga que había seguido el programa de los 12 pasos me dijo: “Todo esto se hará más llevadero si lo haces un día a la vez. Cuando una situación te rebase y sientas mucho miedo… planea tu día, quizá tu semana o tu mes y luego… vive un día a la vez».
Se dice fácil, sobre todo, en un mundo con tantas variables no consideradas.
En este caso esto se profundiza si nuestra circunstancia no nos permite hacer cuarentena por condición de género, clase social, o alguna otra, por ejemplo:
Una de las propuestas más esclarecedoras para entender cómo es que el COVID-19 nos afecta diferenciadamente es la perspectiva feminista interseccional.
¿Por qué? Básicamente porque coloca el tema de la clase social, etnia, identidad sexo-genérica, discapacidad, o, cualquier otra condición, como determinante para acceder a un derecho.
Si la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su Artículo Primero nos dice que: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos…”; la teoría feminista interseccional nos dice las razones que impiden ejercerlos en la vida cotidiana.
Cuestiona desde la raíz el patriarcado, la supremacía blanca y la heterosexualidad como la medida de todo. Estos días leí una frase anónima en un muro que decía: “No, no estamos en el mismo barco, tal vez en el mismo mar. Unos irán en yate, unos en lanchita y otrxs buscando maderos o algo a qué asirse para no ahogarse -ahora sí, literalmente-. Esta frase, ilustra la desigualdad y cómo se profundiza en un escenario como el que vivimos.
Y es desde esta reflexión, surge la oportunidad de vernos como una comunidad, en la que podemos replantear las reglas de un sistema inequitativo e injusto como lo es el capitalismo: centrado en la explotación de la mano de obra y de la naturaleza, el lucro, el control de los cuerpos, focalizado en la supremacía de lo masculino, el individualismo, y en algo muy importante: la desvalorización del trabajo en casa y los cuidados.
¿Qué se escribirá en los libros de historia, en la literatura, el cine, el arte, en la ciencia post-COVID-19? ¿Por fin se reconocerá la relevancia de los cuidados y el trabajo de las mujeres para salir de esta crisis global?
¿Qué historias prevalecerán? ¿Qué haremos si sobrevivimos? ¿Cómo narrar estos diarios privados, en cada casa, en cada barrio, en nuestro interior y subjetividades? ¿En el lugar más recóndito de Beirut, Ciudad Neza, El Bronx, Río de Janeiro, Wuhan o Palestina?
Es probable que el momento de la otredad sea el post-COVID-19. Es pronto para saberlo, estamos en el epicentro de la crisis.
Es hora de poner énfasis en el tema de los cuidados y las/los cuidadores, como uno de los ejes en la gestión global de la pandemia. Aquí y ahora son vitales para la preservación de la vida. Así como resulta invaluable la premisa: “un día a la vez”, también lo es: cuidar, alimentar, asear, acompañar, contener, sostener.
Volvemos a otro básico: el espacio privado como el LUGAR donde se gesta un tiempo y un cúmulo de saberes, emociones, disertaciones, acciones y escrituras de la vida.
Otro reconocimiento al personal de salud, a quienes trabajan la tierra, a las y los trabajadores de limpieza: literalmente nos salvan la vida, y la vida de las ciudades. Esta pandemia nos muestra nítidamente, cómo la clase social, el género, la etnia, la lengua, condición de discapacidad u otras, ponen el acento en las posibilidades de sobrevivir. Y por supuesto, el papel de los cuidados y su crisis, de no atenderla como prioridad en la política pública.
Nosotras, nosotres; los otros, les otres: mujeres, comunidades originarias, poblaciones afrodescendientes, personas en situación de calle, personas de la tercera y cuarta edad, personas con discapacidad, neurodivergentes, y también, las otras especies, particularmente las que viven en entornos humanos. ¡No hay que abandonar a los animales de compañía! Hasta el momento no hay evidencia científica que sean transmisores del virus.
Estamos ante un escenario complejo donde se posicionan varias narrativas: una de ellas, la predominante, desde una visión autoritaria, vertical, patriarcal… Y otra, que nos da la posibilidad de replantear todo nuestro mundo, nuestras relaciones amorosas, de cuidado, nuestros vínculos afectivos.
Leo un breve texto también en un muro: “Que las ventanas lancen cuidados y confianza, y no vigilancia y castigo.”
Hay un mar de interrogantes en un mundo que ya se movió de lugar, por ejemplo: ¿Cómo contener a distancia? ¿Cómo podemos abrazar y sentirnos abrazados sin tocarnos? ¿Qué ocurrirá cuando todo esto pase? ¿Habremos inventado nuevas formas de ternura, de amor, de deseo?, ¿Podremos reinventar la vida humana? Algo es seguro: nada será como antes. Esperemos nunca más volver a la “normalidad” del ayer.
Guionista, reportera, radialista. Cubre temas culturales, sexualidad, salud, género y memoria histórica. En sus ratos libres explora el mundo gastronómico y literario. Cofundadora de Periodistas de a Pie.
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