Triple homicidio de migrantes destapa crimen organizado en la sierra mixe de Oaxaca

8 junio, 2022

Este fin de semana detuvieron a un implicado en un triple homicidio de migrantes oaxaqueños en Arizona, pero la Fiscalía General de la Rrepública lo dejó ir. Este evento ha destapado un fenómeno: la penetración del crimen organizado en la sierra mixe de Oaxaca

Texto: Lydiette Carrión

Fotos: Especial

CIUDAD DE MÉXICO.- Todo empezó con un anuncio policial en la ciudad de Phoenix, en el estado de Arizona. El 21 de febrero, hallaron los cuerpos de tres jóvenes al sur de la ciudad, con visibles huellas de tortura. Por el maltrato y la violencia contra los cuerpos, las autoridades pensaron que se trataba de un asunto de drogas o delincuencia organizada. Sin embargo no era así: los tres jóvenes resultaron ser migrantes, provenientes de la sierra mixe de Oaxaca, gente de trabajo, gente que va al norte a reunirse con su familia y a ganar dinero para su comunidad.

No es que antes no mataran a migrantes en Arizona, pero no con ese grado de violencia. Así que en un primer momento, las autoridades estadounidenses creyeron que quizá se encontraban frente a un crimen de odio racista, explican fuentes que, por seguridad, piden no revelar su nombre. Pero no se trató de racismo, sino de crimen organizado.

Para el día 22, la policía había identificado a las víctimas: Abimael Jiménez, de apenas 16 años de edad; Isauro, de 22, y Herminio de 28 años.

Nativos de Santo Domingo Tepuxtepec, en la sierra mixe de Oaxaca, Isauro y Abimael habían cruzado a Estados Unidos apenas unos días antes. Aunque habían hecho intentos con anterioridad, no lo habían logrado. Pero en aquella ocasión se contactaron con Herminio, otro joven de su comunidad, quien los ayudó a cruzar el desierto de Arizona, hasta llegar a Phoenix. De ahí, el plan era viajar más al norte, a Milwaukee, en Wisconsin, donde se encontraban sus  familiares. Pero los mataron antes.

Desde México, familiares y amigos, así como las redes de migrantes, hicieron ruido. Incluso el presidente López Obrador se pronunció en su conferencia mañanera y se comprometió a investigar.

Se destapa una red

Hasta donde se tiene conocimiento, lo que ocurrió fue lo siguiente. Herminio de 28 años estaba trabajando como pollero. Las y los migrantes de Oaxaca en Estados Unidos cuentan con redes de viajes y recepción desde la mera sierra hasta llegar a sus lugares de destino. Algunos de sus amigos y conocidos se dedican a llevar personas. Estas redes, hasta entonces, eran muy diferentes de las redes más violentas que operan, por ejemplo, por Tamaulipas, en las que son traficadas personas centroamericanas. Ahí, los polleros deben lidiar con narcotraficantes, secuestradores. En el caso de las redes oaxaqueñas no es así, o al menos no lo era.

Porque justo lo que destapó este caso fue que una de estas redes ya estaba “infectada” con vínculos en el tráfico de armas y de drogas.

Unos meses antes del triple homicidio, Herminio había decidido separarse de una célula que estaría comandada por una persona llamada Jonás. Pero éste, al ver que Herminio recibía migrantes, lo mató. Abimael e Isauro habrían sido víctimas colaterales de este ataque.

El 3 de marzo,  en Phoenix, fue detenido Juan “N”, “el chino”, de 22 años. En la bitácora policial se habla de rastreo de teléfonos, testigos. En los interrogatorios sale el nombre de Jonás, alias el Chivo.

Pero el Chivo ya había huido. El asesinato de sus tres paisanos había traído que él mismo perdiera redes en Estados Unidos. Huyó rumbo al sur, a la tierra que lo vio nacer: la sierra mixe de Oaxaca.

Con todo el ruido mediático, el pasado 8 de marzo, el Congreso de Oaxaca incluso aprobó un punto de acuerdo para “exhortar” a la fiscalía del Estado a que investigue esta red de tráfico de personas.

En la sierra mixe todo mundo sabía dónde hallar al chivo; pero nadie podía detenerlo.

En Oaxaca

El chivo ya era conocido por ser violento, y por estar metido en cosas de armas y drogas. Pero ahora, al volver, a pesar de haber matado a tres miembros de su comunidad, comenzó a mostrarse públicamente de forma amenazadora en la zona: con camionetas, con armas. Juntó una camarilla que lo acompañaba a todas partes.

Para un testigo, antes de la llegada de Jonás, no se había visto ese nivel de violencia en la sierra. De nuevo, no es que no hubiera violencia: los problemas añejos de la región se concentran en límites territoriales, disputa por tierras, por agua. Pero nada tan violento, ni tan estructurado.

Incluso, de acuerdo con personas de la región, Jonás podría estar vinculado al homicidio de otro hombre en la sierra mixe, quien se había dedicado a ser pollero o raitero de migrantes, un hombre que en algún momento fue su jefe y lo reprendió por el triple asesinato.

También, defensores de derechos humanos que han denunciado el caso han tenido que salir de la región debido a amenazas de muerte.  

La detención de Jonás 

El pasado jueves 3 de junio,  Jonás y otro individuo no identificado intentaron entrar a una comunidad zapoteca: San Pedro Quiatoni, localizada a unos 40 kilómetros de Santo Domingo Tepuxtepec. No se sabe a qué iban, solo que conducían una camioneta.

Pero esta comunidad tiene una estructura comunitaria muy fuerte, explican. Así que al verlos intimidantes y en una camioneta, las autoridades a la entrada de la población decidieron registrarlos. Les encontraron armas de alto poder. Jonás entonces amenazó que si no lo dejaban pasar a la comunidad, iba a “correr sangre”. Las autoridades no cayeron en la provocación; por el contrario convocaron al pueblo a una asamblea extraordinaria. Como solo eran dos, fueron sometidos por la policía comunitaria, se les decomisó la camioneta y las armas.

Hasta este momento en la comunidad zapoteca, no sabían a quién habían detenido; no tenían idea de que era un hombre buscado en Phoenix. Solo sabían que había detenido a alguien armado que se mostró amenazante y no tenía nada qué hacer en su comunidad. Se dio parte a la fiscalía estatal inmediatamente, pero había temor en la comunidad –cabe recordar que la violencia tan estructurada no era frecuente hasta entonces en la región– de que las autoridades estatales los soltaran inmediatamente. Finalmente, la fiscalía estatal de Oaxaca se comprometió a  dar parte a la Fiscalía General de la República. Y sí lo hizo. 

Pero ahí hubo otro giro de tuerca.

Las autoridades oaxaqueñas entregaron a los dos detenidos a la FGR. Sin embargo, al  culminar el plazo para dictar auto de vinculación a proceso, un juez federal dictaminó que la detención de Jonás no fue apegada a derecho.

El pasado domingo 6 de junio, Jonás, el probable autor intelectual y material del triple homicidio, fue liberado.

Mientras tanto, las autoridades estatales se han lavado las manos y dicen que la responsabilidad está a nivel federal, y como los delitos que ha cometido Jonás son federales –tráfico de personas, de drogas y armas–, ellos no tienen vela en el entierro.

Pero tampoco, acusan, las autoridades oaxaqueñas han dado parte a la FGR ni han solicitado ninguna colaboración. 

Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).