La confusión que hay entre el trabajo sexual y la trata de personas, generada y promovida a partir de las modificaciones a la ley que se hicieron durante la administración de Felipe Calderón, tiene costos emocionales, físicos y económicos para las trabajadoras sexuales. ¿Cuáles son las diferencias? Ellas nos explican
Texto: María Ruiz
Ilustraciones y animaciones: Inimisqui
CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando Anahí decidió analizar su trabajo desde una investigación académica reafirmó la importancia de socializar las diferencias entre el trabajo sexual y la trata de personas. Lo sabía desde su propia experiencia: mezclar las dos cosas genera prejuicios y una constante discriminación para las trabajadoras sexuales, con costos emocionales, físicos y económicos. Ella lo vive cotidianamente.
Así, buscando información para protegerse, se volvió investigadora de su oficio. Entrevistó a expertos, leyó investigaciones, se acercó a organizaciones, estudió comunicación y cine.
Ahora realiza su tesis sobre el rol de la trabajadora sexual en el cine mexicano, de 1918 a la fecha. Buca una explicación a cómo las políticas públicas y reglamentos en México influyen en la construcción de personajes en el cine y su impacto en la percepción que la sociedad tiene sobre las trabajadoras sexuales.
También descubrió los vacíos legales que generan las redacciones de algunos artículos. Lo que genera la posibilidad de utilizarse a conveniencia, según le explicaron abogados expertos en el tema, como Claudia Torres, de la Universidad de Harvard.
“En la tesis tienes que argumentar. Para reconocer las diferencias entre trabajo y trata no bastaba con que yo dijera ‘para mí es esto porque soy una persona independiente, mayor de edad, que he decidido, a la que nadie ha obligado’. Tenía que citar artículos, investigaciones, revisar reglamentos”, cuenta Anahí.
En la Ciudad de México han habido muchísimas modificaciones de leyes y de reglamentos respecto al trabajo sexual. Ha habido épocas donde fue muy criminalizado. Lo puedes leer en el Fulgor de la Noche de Marta Lamas. Ahorita estamos en una de las épocas de mayor reconocimiento del trabajo sexual y diferenciación de la trata. Pero, ¿qué pasa en los procesos legales?”.
Anahí también es cofundadora de la Alianza Mexicana de Trabajadoras Sexuales (AMETS). Explica que existen mujeres acusadas incorrectamente de trata, detenidas en operativos por ser cercanas a trabajadoras sexuales. No es la única que denuncia esto.
En los últimos meses, diversas trabajadoras sexuales se han manifestado contra la criminalización y acoso que viven por parte de policías de la capital.
Organizaciones como Brigada Callejera se dedican a visibilizar detenciones arbitrarias a trabajadoras sexuales en operativos contra trata de personas, explotación sexual infantil y lecocinio, han denunciado que ese cambio tuvo un efecto negativo sobre la lucha histórica por los derechos de las trabajadoras sexuales.
Durante el sexenio del expresidente Felipe Calderón se multiplicó en México la trata de personas con fines de explotación sexual, una de las múltiples formas del crimen organizado que se potenciaron con su estrategia de seguridad. En abril de 2012, en su último año de gobierno, los legisladores modificaron la legislación. Ley General para prevenir, sancionar y erradicar los delitos en materia de trata de personas y para la protección y asistencia a las víctimas de estos delitos sustituyó a la anterior Ley para Prevenir y sancionar la trata de personas.
La nueva legislación adoptó una visión contra la trata en el país, que incluía la fase de sometimiento de las víctimas, entre otras, que complicaba la posibilidad de diferenciar la trata de personas con situaciones que no lo son.
En 2018, la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, Nashieli Ramírez, también compartió un “Análisis de Sentencias en los Casos de Trata de Personas”, que mostraba que los cambios en las leyes no eran muy favorables.
“La Ley para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, de 2007, integraba los elementos establecidos en la definición de trata de personas internacional; es decir, el Protocolo de Palermo, conductas, medios y fines de la trata”, explicó la defensora.
Si bien se esperaba que fuera más fácil probar los delitos, en este cambio legislativo, los resultados no han sido los mejores respecto a la ley anterior. Pese al incremento del número de las personas detenidas, en comparación del marco de la Ley de 2017, no todas han sido sentenciadas”.
“Quizá ahorita ya hay más consciencia del tema pero, ¿qué pasa si no hay gente capacitada en la Fiscalía sobre el tema y está condenando como trata un trabajo sexual?”, cuestiona Anahí.
Revisando las leyes para su tesis Anahí se sintió vulnerable con el artículo 14 de la Ley General de Trata, el cual menciona que habrá una sanción de 10 a 15 años de prisión a la persona que produzca o se beneficie de la realización de material pornográfico. Este artículo señala:
Será sancionado con pena de 10 a 15 años de prisión y de un mil a 30 mil días de multa, a quien someta a una persona o se beneficie de someter a una persona para que realice actos pornográficos, o produzca o se beneficie de la producción de material pornográfico, o engañe o participe en engañar a una persona para prestar servicios sexuales o realizar actos pornográficos.
Anahí notó un problema en la redacción de este artículo, porque si la oración «o produzca o se beneficie de la producción de material pornográfico», no depende de la oración anterior ni de la posterior a las comas, y así como está redactada, viola los derechos de las trabajadoras sexuales independientes.
“Por ejemplo, viola el artículo 7 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Podría interpretarse que si una persona produce pornografía o se beneficia de la producción de pornografía, aunque lo hagan actrices porno mayores de edad, de manera voluntaria y no siendo sometidas, ni engañadas, por trabajar en sus propias producciones pornográficas pueden ser sancionadas” explica Anahí.
Anahí realiza postporno transfeminista para desmitificar el discurso dominante sobre el porno y su machismo y mostrar que hay otras formas de placer.
La duda y la ansiedad que la ley de trata detonó en su cuerpo, la llevó a buscar en internet las implicaciones que podía tener sobre su trabajo. Pero no había información. Entonces, mediante la plataforma de transparencia, envió solicitudes de información a distintas instancias gubernamentales que tienen competencia sobre algún aspecto del trabajo sexual para saber reconocen las diferencias entre trabajo sexual y trata de personas.
Tras recibir las respuestas, se sintió tranquila, pues la mayoría de las instancias instancias reconocen claramente las diferencias entre trabajo sexual y trata. Lo que falta, concluye Anahí, es que esta información se difunda.
Es necesario que la gente sepa que el trabajo sexual no es ilegal en México, que la información llegue a las colegas, que se haga accesible y que capaciten al personal de las instancias gubernamentales para que dejen de discriminarnos y criminalizarnos”.
Anahí.
Estas son las respuestas que le dieron a Anahí tres de la ciudad de México -la Secretaría de las Mujeres, la Fiscalía General de Jisticia y la Comisión de Derechos Humanos- y una federal -el Consejo para Prevenir la Discriminación- en relación con las diferencias entre trabajo sexual y trata de personas:
Chabela y Claudia ejercen el trabajo sexual desde hace más de diez años. La calle y el acompañamiento de Brigada Callejera les ha enseñado a sus derechos, la forma de trabajar cuidando su salud sexual y a identificar cuando una mujer es víctima de trata.
Claudia es trabajadora sexual y estudia derechos humanos con Brigada. Sueña con ser abogada. Explica que la trata de personas no sólo se da en el trabajo sexual. Hay muchos lugares de trabajo, como los obreros o las trabajadoras domésticas, donde también se reproduce este delito.
En todos los ámbitos de trabajo, si los tienen obligados, en contra de su voluntad o amenazados, significa que hay trata de personas”.
En muchos casos, la trata comienza en el núcleo familiar o por la relación con una persona cercana. Claudia cuenta que hace unos años se topó con una chica en el área donde trabaja que le contó cómo su padre la explotaba.
“Llegó a trabajar con su pareja, su pareja ya veinte años más grande, pero no era él quien la tenía obligada a trabajar sino su papá. Lo bueno fue que se abrió, empezamos a platicar y fueron salieron las cosas. Su papá le había quitado a sus hijos. Ella empezó en Puebla, en las cantinas. Llegó un momento en el que conoció a este señor (su pareja) y se vinieron a la Ciudad de México pero seguía mandándole dinero a su papá para ver a sus hijos. Su papá argumentaba que como su mamá, quien sí ejerció el trabajo sexual, ya no ganaba ahora le tocaba a ella. Le dije ‘¿sabes qué?, hay un lugar donde te pueden apoyar’, y es cuando la traigo a Brigada Callejera. Por toda la gente que conoce Brigada se pudieron recuperar a sus niños y hacer la denuncia”, recuerda.
Esta chica ya no ejerce y a Claudia le quedó la satisfacción de haberla ayudado.
En el trabajo ha identificado que el aislamiento de las personas es el primer síntoma de que puede haber trata de personas.
“Cuando ves que no habla, no platica, na’más está volteando para todos lados o revisando el teléfono. Las ves nerviosas, no comen, no ríen. Eso es identificar a una chica dentro del trabajo”, explica.
Chabela comenzó a ejercer el trabajo sexual hace 45 años, antes de sus veintes. Cuando era muy joven quedó huérfana e comenzó a realizar su trabajo por necesidad económica. No romantiza el trabajo sexual, lo dice como es: no es fácil y hay que cuidarse mucho. Es parte fundamental de Brigada Callejera y de las cofundadoras de la primera cooperativa de trabajadoras sexuales.
Ella identifica a las mujeres que son víctimas de trata en las siguientes actitudes:
No pueden comer mucho, no traen dinero. Aunque las veas solas hay una persona que las acecha. A lo mejor y se esconden por ahí veinte pesos, pero cuidadito y te caigan porque te dan una arrastrada pero buena, porque ‘les estás robando’. A veces hay muchachas que están comiéndose una verdura o muchas na’más tienen una botella de agua porque no pueden perder la figura y ya no ganan lo mismo. La vida de la víctima de trata es tristísima».
Tanto Chabela como Claudia piden a la gente que sea más empática, que no asuman que es fácil dejar el trabajo sexual y que antes de discriminarlas o juzgarlas, las escuchen.
Con Brigada Callejera, Claudia y Chabela aprendieron a apoyar a las mujeres víctimas de trata y a conocer sus derechos para defenderse. Por eso buscan conocer a las más jóvenes:
Siempre dije a mí nadie me va a padrotear. Me quedé con eso de que a mí nadie me va a quitar mi dinero porque es mi dinero y lo voy a ganar para quien realmente lo necesita, que en este momento son mis hijos y mi familia”.
“Entre todas nos ponemos bien chivas. Nos decimos ‘fíjate que hay una en tal parte y oye dile a fulanita que le diga a sultanita y que le llame a Brigada’. Somos una pinche cadenita. Preguntamos cuándo llegó y quién la trajo entre las amistades”, dice Claudia.
*Anahí unicamente participó con las solicitudes de información citadas en la nota y contando su experiencia sobre cómo la confusión entre trata y trabajo asexual afecta la vida de las trabajadoras sexuales. El resto del contenido de la nota son entrevistas realizadas a trabajadoras sexuales que son acompañadas por Brigada Callejera.
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Fotos: Duilio Rodríguez
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Este trabajo fue producido con el apoyo de OSF y forma parte de un proyecto de la Red de Periodistas de a Pie para la capacitación a periodistas en la cobertura de trabajado sexual en la CdMx.
Agradecemos profundamente el tiempo, las asesorías y la reflexión colectiva a Dignificando el trabajo, Casa de las muñecas Tiresias, Brigada Callejera de apoyo a la mujer “Elisa Martínez”, Centro de Apoyo a las Identidades Trans, Agenda Nacional Politica trans de México, Equis justicia y Alianza Mexicana de Trabajadoras sexuales, así como del equipo de Sónica, de Guatemala, que nos ayudó a facilitar el encuentro.
Créditos:
Coordinación general del proyecto: Daniela Pastrana
Asistente editorial: Edith Victorino
Edición de textos: Daniela Rea
Edición de fotos y video: María Ruiz
Redacción: Yazmin, José Ignacio De Alba, Isabel Briseño, Arturo Contreras, María Ruiz, Daniela Pastrana
Fotografía: Duilio Rodríguez, Isabel Briseño y María Ruíz
Ilustraciones y animación: Inimisqui
Infografías y difusión: María José López, Daliri Oropeza, Lucía Vergara
Revisión de contenidos de difusión: Lola Dejavú
Diseño de información: Fernando Santillán
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