El ámbito sexual no podía quedar fuera de esta enorme esfera que nos mantiene en zozobra permanente ante las posibilidades de contagio de covid-19. Pero aun así, hay que intentar salirnos de paradigmas limitantes, en nombre de la salud pública
Twitter: @tuyteresa
Durante estas semanas y meses, hemos hablado del miedo a contagiarnos de covid-19. Hemos experimentado ansiedad, miedo, tristeza e incertidumbre por el futuro incierto. Expertos de todo el mundo han puesto en la agenda pública la discusión sobre las variables macroeconómicas, la epidemiología y la salud pública.
En el ámbito de los derechos reproductivos, organismos internacionales urgieron a tomar medidas ante la ola de embarazos no planeados durante esta prolongada cuarentena. Un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas destaca que, durante los últimos cinco meses, se cerraron clínicas de atención a la salud reproductiva por falta de recursos, lo que ha impactado en la vida de 47 millones de mujeres en todo el mundo. En momentos como éste, el acceso a métodos anticonceptivos y a la interrupción legal del embarazo resultan esenciales.
Nadie negará que estos temas son urgentes e importantes. Pero… ¿y del placer y el deseo, cuándo hablaremos?
Se ha cubierto poco de los encuentros eróticos fortuitos consensuados, es decir, de aquellos territorios, donde el placer y el deseo parecen no tener cabida en esta “nueva normalidad” porque resultan infecto-contagiosos.
Besos, fuente de placer y contagio
Algunas referencias en el tema de salud pública han vislumbrado que, si bien covid-19 no es una Infección de Transmisión Sexual, es altamente probable transmitirla a través de besos, incluso, respiración cercana. Ante este panorama, una de las posturas más claras desde las instituciones de salud ha sido fortalecer los programas dirigidos a la salud sexual y reproductiva.
Desde el portal UNAM Global se lee: “Ante el riesgo de contagio de SARS-CoV-2, y mientras no se tenga una cura para la enfermedad del coronavirus, es probable que muchas personas opten por una convivencia erótico-afectiva con una pareja estable”.
Ésta, sin embargo, no es la realidad de muchas personas. Tener una pareja estable en el mismo espacio no da derecho disponer de un encuentro sexual, sólo porque la persona está ahí. También podemos tener una pareja estable, pero no vivir en el mismo espacio. Entonces, la complejidad aumenta, y más si se trata de la sexualidad.
No es deseable circunscribirnos a la posiblidad de la monogamia como la única alternativa. Hay condiciones -personales, sociales, etcétera- que no permiten una vida de pareja estable. Algunas personas no lo desean. Es necesario hablar de ello, y colocar el tema sobre la mesa, o, sobre la cama, o donde se puedan vislumbrar luces para abrir el hilo y repensarnos desde lo erótico.
Sabemos que la vida nocturna y las fiestas no se han detenido, aunque bares y centros nocturnos han permanecido cerrados, la catarsis parece ser también un signo de estos tiempos, y negar su existencia quizás conduzca a un riesgo mayor.
Durante décadas, el movimiento feminista y el LGBTTIQ han trabajado incansablemente por el reconocimiento de los derechos sexuales y el derecho a una vida libre de violencia en todas sus variantes.
¿Estamos ante un retroceso? O, simplemente, esta pandemia nos tomó por sorpresa.
Al respecto, expert@s coinciden:
Expertos en salud sexual y sexología afirman que lo más importante es ser claros con la otra persona. Si he besado y/o tenido relaciones sexuales con alguien ajeno a mi cuarentena, lo más recomendable será guardar aislamiento 15 días para verificar que no he contraido covid-19 y de presentar síntomas, comunicárselo.
Si la persona con la que he interactuado eróticamente tiene síntomas de covid y yo no, es recomendable aislarme.
Estamos ante un cambio de paradigma en todos los ámbitos, el sexual no podía quedar fuera de esta enorme esfera que nos mantiene en zozobra permanente, ante las posibilidades de contagio.
Aún así, hay que intentar salirnos de paradigmas limitantes, en nombre de la salud pública.
Cierto es que las recomendaciones eficientes como lavarse las manos, guardar la sana distancia, el uso del cubrebocas y la limpieza general de los espacios son imprescindibles, pero la vida erótica es un terreno que no puede regularse haciendo recomendaciones de abstinencia o monogamia, y quizá tampoco de limpieza, en un sentido médico o profiláctico. Aunque sea una opción válida para algunas personas, habrá que pensar e idear formas en las que el deseo encuentre cauces donde no se ponga en riesgo la vida, y por supuesto, haya espacio para el gozo y el derecho a decidir.
Guionista, reportera, radialista. Cubre temas culturales, sexualidad, salud, género y memoria histórica. En sus ratos libres explora el mundo gastronómico y literario. Cofundadora de Periodistas de a Pie.
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