¿Son las papas la solución al hambre en el mundo?

24 septiembre, 2021

Nuestros sistemas alimentarios deben rediseñarse, una posible respuesta es la agricultura ecológica y la inclusión de nuevos cultivos

Por Trevor Page / IPS Noticias**

LETHBRIDGE, Canadá –  Hay dos temas que necesitan ser discutidos a nivel de liderazgo internacional: mucho antes de la crisis de la covid, el número de personas hambrientas en el mundo estaba aumentando. ¿Por qué? ¿Cuál es la causa de esta inquietante tendencia?

Y, ¿puede un país pretender realmente tener seguridad alimentaria, a menos que produzca o pueda comprar suficientes alimentos para alimentar a su población y que sus habitantes puedan acceder a cantidades suficientes para mantenerse sanos y saludables?

Son preguntas inquietantes, ya que el clima extremo comienza a mostrar el poder destructivo que el cambio climático tendrá sobre el planeta y sus habitantes.

En la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios de la ONU se debatieron la producción, la transformación, la cadena de suministro, el consumo, la nutrición, la malnutrición, la ayuda alimentaria y los residuos.

Producción de alimentos

Los alimentos, o los nutrientes que contienen, son el combustible del cuerpo.  La agricultura y la producción de alimentos de forma organizada es uno de los primeros esfuerzos humanos. Comenzó en la media luna fértil de Medio Oriente, unos 10 mil años antes de Cristo.

Aunque la mecanización domina la forma de producir alimentos hoy en día en los principales países productores de alimentos, la tracción animal sigue siendo importante en muchas partes del mundo.

Hoy en día, cosechadoras de millones de dólares se encargan de segar, trillar, recoger y aventar en una sola operación en los campos de cereales de América del Norte y Europa. Programadas con GPS, se convertirán en máquinas sin conductor dentro de una década.

Las frutas y verduras cultivadas en granjas verticales en las ciudades utilizando la acuaponía ya están surgiendo en todo el mundo. La acuicultura también puede trasladarse a las granjas verticales, lo que abaratará el precio del pescado para los habitantes de las ciudades.

Las granjas verticales reducirán en gran medida los costes de mano de obra y las necesidades de transporte. La mecanización reduce enormemente el número de personas dedicadas a la agricultura y, en consecuencia, el coste.

La robótica y la agricultura digital ya están entre nosotros en algunas partes del mundo.

Pero en la mayor parte del mundo, los métodos manuales tradicionales y la tracción animal continuarán hasta que la elevada inversión necesaria para la tecnología de vanguardia sea factible para todos.

Luchando con la naturaleza

A pesar de los avances tecnológicos, la sequía puede afectar gravemente a un cultivo. Los cultivos de cereales en el oeste de Canadá y Estados Unidos se han visto gravemente afectados por la sequía este año. El cambio climático representa el mayor desafío hasta la fecha para la agricultura, y para la especie humana en general.

La agricultura es el mayor emisor de gases de efecto invernadero que contribuye al cambio climático.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la cría de ganado representa la mayor proporción debido al metano producido por la fermentación entérica, así como por el estiércol que se deja en los pastos.

También según la FAO, 44 % de los gases de efecto invernadero (GEI) se emiten en Asia, 25 % en América, 15 % en África, 12 % en Europa y 4 % en Oceanía.

¿Es la agricultura ecológica la respuesta a una alimentación más sana y también el camino a seguir porque es más amable con el planeta?

Diferentes investigaciones han revelado que los alimentos vegetales cultivados de forma ecológica tienen mayores niveles de antioxidantes. También hay pruebas de que los alimentos ecológicos tienen niveles más bajos de metales pesados y tóxicos y menos residuos de pesticidas, por ejemplo, los huevos, la carne y los productos lácteos ecológicos.

Las granjas ecológicas utilizan menos energía y tienen menos emisiones de GEI. También reducen la contaminación causada por el uso generalizado de fertilizantes nitrogenados en las explotaciones industriales, cuya escorrentía provoca la eutrofización de las masas de agua.

La agricultura ecológica se basa en nutrir el suelo con abono, estiércol y rotaciones regulares, manteniéndolo cubierto de diferentes cultivos a lo largo del año. Así se secuestra el carbono, construyendo un suelo más sano.

El problema es que los alimentos cultivados orgánicamente son más caros que los producidos industrialmente.

Por término medio, se venden 25 % más caros que los que se venden en los supermercados.

Además, la mayoría de los agricultores ecológicos tienen que complementar sus ingresos con una ocupación adicional para poder llegar a fin de mes.

Así que, a pesar de los beneficios para la salud humana y para el planeta, ¿tiene futuro la agricultura ecológica? La respuesta es un rotundo “SÍ”, tanto por parte de los productores como de los consumidores.

Aunque a nivel mundial, solo 1.5 % de las tierras de cultivo son ecológicas, en 16 países 10 % o más de todas las tierras agrícolas son ecológicas, y las proporciones están creciendo.

Los países con la mayor proporción orgánica de sus tierras de cultivo totales son Liechtenstein, con 38,5 %, Samoa, con 34,5 %, y Austria, con 24,7 %, según IFOAM Organics International.

Actualmente, los alimentos ecológicos son más bien una opción de estilo de vida, tanto para el productor como para el consumidor.

Pero si su crecimiento es un indicador de la preocupación por nuestra salud y por la del planeta, y cada vez más gente está dispuesta y puede pagar el coste extra que supone, entonces los productos ecológicos pueden verse como un indicador de bienestar y de reducción de la desigualdad, que es una de las principales causas de conflicto en el mundo actual.

Aunque la humanidad ha crecido con una dieta de sólo tres cereales: trigo, maíz y arroz, las patatas son en realidad más nutritivas. Además, la patata puede cultivarse en tierras marginales y sólo requiere un tercio del agua necesaria para cultivar los tres principales cereales del mundo.

Hace cinco años, China decidió duplicar su producción de patatas y añadirlas a la dieta de su creciente población. ¿Debería África seguir su ejemplo?

*Trevor Page es antiguo director de Emergencias del Programa Mundial de Alimentos. También trabajó en la FAO, Acnur y en el Departamento de Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz de las Naciones Unidas.

**Este artículo fue publicado por IPS Noticias. 

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