7 abril, 2020
La nueva cárcel de los migrantes mexicanos es el encierro decretado por el alcalde de Nueva York desde el pasado 13 de marzo. Los migrantes no cuentan con ninguna ayuda por ser indocumentados, la única que recibieron algunos es la despensa que sus patrones les entregaron al cerrar negocios. Conforme pasan los días se van quedando sin dinero, sin comida y sin trabajo
Texto: Kau Sirenio
Foto: Unsplash / Dan Calderwood
David Castro habla desde Nueva York: “Este domingo empezó la cuarentena, nadie puede salir de la casa. Si los policías ven un grupo de más de tres personas en la calle, la multa es de 500 dólares, y si reinciden, la sanción es de hasta 5 años de cárcel”.
Nueva York es la ciudad preferida de los guerrerenses. Desde que emigraron de la costa y montaña de Guerrero viven ahí, pero ahora no saben qué hacer. Los días pasan y no pueden trabajar.
David dice que no ha enviado dinero a sus familias desde que empezó la cuarentena porque lo poco que tiene ahorrado es para sobrevivir, o de lo contrario tendrá que recoger comida en banco de alimentos de la ciudad que instalaron distintas congregaciones religiosas.
Nacido en Arroyo San Pedro, municipio de Iliatenco, Guerrero, radica en Nueva York desde hace ocho años. Trabajando en restaurantes mexicanos:
“Desde el 13 de marzo dejamos de trabajar todos los restaurantes. Aunque en otros negocios siguieron trabajando dos semanas más, pero está semana pararon todos. Conforme pasan los días se pone más complicado porque no hay siquiera cubreboca o guantes látex”.
Agrega: “Dijeron que el cubreboca y guantes es para personas que están enfermos, pero después cambiaron de opinión y ordenaron que todos debemos usarlos. ¿Pero con qué dinero lo vamos a comprar, si no estamos trabajando?”.
Lo más difícil apenas viene, dice David: “El problema que viene para todos ahora, es la renta. Muchos no estábamos preparados para esta contingencia. En la plática con los paisanos sé que muchos no van poder pagar la renta, aunque el alcalde y gobernador decretaron una orden ejecutiva que nadie puede ser desalojado por 90 días. Lo único que va a salvar a muchos morosos es el cierre de las cortes donde se llevan casos por adeudos de arrendamientos, es lo único que va a evitar que muchos no sean desalojados”.
Castro Cano enumera otros gastos del mes, como el servicio de telefonía e internet: “A partir de 12 de abril me quedaré sin servicio telefónico, No sé si pueda comunicarme con mi familia porque se vence mi línea. Las compañías de teléfono dijeron que no suspenderán los servicios, pero no cumplieron, al contrario, subieron el costo. Lo mismo pasa con los productos de canasta básica, lo que costaba dos dólares lo subieron a cuatro dólares. Unos quieren regresar, mientras que otros van a esperar, porque no hay vuelos a México”.
Sin dinero, sin comida y sin acceso a la salud los migrantes están condenados a la muerte, desde el día de la Entrevista con David Castro Cano, hubo defunciones, ambos de Puebla. “Se siente feo estar lejos de la familia o de tu país. En esta semana murieron dos migrantes poblanos por COVID-19. Este gobierno suspendió la repatriación del cuerpo por miedo de contagio y serán cremados aquí en la ciudad”.
“Los hospitales están lleno de pacientes, todos de la tercera edad. La recomendación de los médicos es que si uno no está muy grave, que se quede en casa. Que solo vayan a emergencia si están muy graves. En los hospitales solo dan Tylenol, ibuprofen”.
Una de las ventajas en Nueva York es que hay distintas organizaciones comunitarias y religiosas que reparten alimento a las personas que no tienen qué comer. “En cada condado, hay organizaciones humanitarias, que en su mayoría son inmigrantes nacionalizados. No he ido porque aún tengo comida que me regalaron de mi trabajo. Pero cuando se me acabe tendré que ir”. Entre risas y nostalgia David habla de la ayuda humanitaria: “Hay una iglesia en la 103 Corona Queens donde ayudan a las personas con alimentos, solo piden la persona realmente necesite la ayuda, sin importar estatus migratorio”.
Después de una larga pausa, David retoma la conversación: “En mi trabajo nos regalaron comida ya preparada. Además de otros alimentos como pan, frutas, verduras, carne, leche, huevos, tortillinas, queso y aguacate. La despensa me ayudó dos semanas. Antes ya había surtido mi despensa, como lo hago cada semana. Creo que me va a durar por lo menos un mes”.
Agrega: “Muchos no tuvieron la misma suerte con sus patrones, porque no les dieron nada. Afortunadamente tengo algo de dinero para un mes, después tendré que pedir prestado o ir por la comida de las iglesias. Hasta ahora trato de que la comida me rinda y pueda compartir con los paisanos”.
A pesar de la severa crisis que David enfrenta como migrante indocumentado, no tiene planes de regresar a México. Dice que sería volver con los brazos cruzados: “No. No pienso regresar por ahora. En este tiempo no quiero regresar. Qué tal si presento síntomas de Covid-19 cuando esté en México, además allá no hay suficientes hospitales. Lo digo por los familiares que están allá, prefiero regresar después de la contingencia”.
Periodista ñuu savi originario de la Costa Chica de Guerrero. Fue reportero del periódico El Sur de Acapulco y La Jornada Guerrero, locutor de programa bilingüe Tatyi Savi (voz de la lluvia) en Radio y Televisión de Guerrero y Radio Universidad Autónoma de Guerrero XEUAG en lengua tu’un savi. Actualmente es reportero del semanario Trinchera.
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