17 mayo, 2020
Ivanka Bistraín es mujer trans. En 2013 entró al reclusorio varonil por robo. Después de seis meses fue liberada con la condición de hacer trabajo social, pero por discriminación, violencia y acoso no lo terminó. El año pasado tramitó el cambio de su identidad de género, en abril fue detenida y enviada al mismo centro penitenciario, sin ningún miramiento de género. Su caso no es el único.
Texto: Arturo Contreras Camero
Foto: Queso
El sistema penitenciario no tiene ningún miramiento con las mujeres trans. Sin preguntar, varias de ellas han sido internadas en reclusorios varoniles. “¿Cuál es el procedimiento que siguen las fiscalías a los casos de reingreso? No hay. Esto evidencia que no existe un protocolo por parte de los juzgadores para saber a qué centro penitenciario mandan a una mujer trans”, asegura Jessica Mardjan, coordinadora de la Red de juventudes trans México.
Desde la Red, Jessica se dedica a proteger el derecho al acceso a la justicia de este sector de la población, cuyos derechos son constantemente pertrechados. Esta colectiva transfeminista opera desde 2014 y es un espacio para generar redes afectivas, generar diálogos, educar para la paz y defender derechos.
No hay una cifra exacta de cuántas mujeres trans están internadas en un penal varonil. Según datos de la ciudad, en sus centros penitenciarios hay 506 personas LGBTI, lo que representa un 2 por ciento de la población total. En el interior del Reclusorio Oriente, donde está interna, Ivanka Bistraín tiene una amiga en la misma situación que ella. Los casos, según Jessica, son comunes.
En 2013, Ivanka, junto con otras personas asaltaron una tienda de conveniencia. Todos los sospechosos huyeron, excepto Ivanka, quien fue internada en el reclusorio de Santa Martha Acatitla. A los seis meses, fue liberada con la condición de realizar trabajo comunitario por 30 semanas.
Por poco menos de dos meses, Ivanka fue objeto de burlas, acoso y maltratos de sus compañeros del trabajo comunitario. Tanto, que el coordinador de los trabajadores tuvo que encontrar tareas para que las realizara sola. Un día, le pidieron llevar a cabo una impermeabilización. Ivanka estuvo sola, en el tejado, y cuando terminó y quiso bajar de la azotea, se dio cuenta que sus compañeros la habían encerrado. Pasó ahí la noche. A pesar de que avisó de las circunstancias a las autoridades en el reclusorio y en el centro de trabajo, no hicieron nada. Ivanka nunca regresó a completar el trabajo comunitario.
“Nos comentaron que la siguiente vez que fuera a firmar le iban a dar otro lugar, que ella no se preocupara, pero nunca nos dijeron a qué otro lugar”, cuenta la mamá de Ivanka, Rosalinda Alcázar. “Ella tenía que firmar en los dos, en el centro y en reclusorio. Cuando fuimos a decir que la molestaban y todo, levantaron un reporte, pero no supimos más”.
Cinco años, una depresión y proceso personal muy profundo hicieron que en 2019 Ivanka completara su transición y que legalmente fuera reconocida como mujer al realizar su cambio de identidad de género.
“Este 2020, cuando iniciamos esta contingencia, Ivanka ya tenía una vida marchando con una expresión femenina y con documentos cambiados y todo. Tenía un proyecto de vida marchando con esa identidad”, explica Jessica, de la Red de juventudes trans.
Todo cambió el 17 de abril, cuando un hombre con chaleco de la Ciudad de México tocó a su puerta. “Le dijeron que venían del seguro de desempleo. Ella, sorprendida, les dijo que no había solicitado dicho trámite, pero le insisten y le aseguran insisten que solo será un registro”, cuenta sobre ese día Jessica.
Cuando Ivanka salió de su domicilio, dos personas más la esperaban en una auto sin ninguna seña de ser de una institución de gobierno o judicial.
“Yo ya no tuve oportunidad de hablar con ella para nada, ha sido muy difícil contactar con ella”, dice al respecto su madre. “No me dejaron tomar foto del documento que traían, el auto en el que venían estaba rotulado y se la llevaron, me informaron que al Reclusorio Oriente, pero yo no tuve oportunidad de confirmar que estuviera ahí por más de 15 días”.
“Me estuve moviendo para ver que ella estuviera ahí, y cuando lo confirmé le mandé sus medicinas. Ella necesita sus medicinas y yo ví cómo se las hacía llegar” Ivanka es VIH positivo, y usa retrovirales para controlar su enfermedad, sin embargo, lograrlo en el penal es todo un reto. “La última vez, en todo ese proceso, no se los dieron. Se los robaron, un custodio se los quitó y vendió los medicamentos”, cuenta su madre.
Al momento de ser internada, a Ivanka le realizaron una prueba de covid. Una semana después de su ingreso, su madre fue notificada de que su hija había dado positivo al virus. “Yo fui muy incisiva, y traté de que estuviera en una zona aislada, después me dijeron que la habían llevado a un hospital, pero no a cuál. Yo solo me enteré cuando la reingresaron. Días después, me enteré que la llevaron a la Torre Médica de Tepepan”.
La pena de Ivanka es tan baja, que pagando una multa podría salir libre. Sin embargo, por la contingencia sanitaria, tanto Rosalinda, la madre, como Jessica, que acompaña el caso, se han topado con la misma respuesta: los juzgados solo tomarán casos urgentes, sin que se determine qué les da esa urgencia.
Por ello, no han podido apelar que se le transfiera a un penal femenil, o solicitar el pago de la fianza para recuperar su libertad.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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