La deforestación en México es un problema complejísimo que responde a fenómenos distintos en cada geografía y hay que tomar con pinzas las afirmaciones de Max de Haldevang. Pero lo que sí sabemos es que los recortes a la Semarnat le están pasando factura al país y que, si con Sembrando Vida se buscaba frenar la deforestación, el programa evidentemente no se está ejerciendo como se debe
Twitter @eugeniofv
La semana pasada Max de Haldevang, de la agencia Bloomberg, publicó un reportaje afirmando que el programa Sembrando Vida habría provocado la deforestación de 73 mil hectáreas de bosques y selvas en México. De ser cierto, esto implicaría que el programa bandera de la Secretaría de Bienestar es responsable de la cuarta parte de la deforestación ocurrida en México en 2019 y del total del aumento en la deforestación de ese año y un poco más. Esto parece muy poco probable, aunque sí es un hecho que la deforestación aumentó escandalosamente durante el primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Para sostener sus afirmaciones, Max de Haldevang cita su propio trabajo de campo y un estudio del World Resources Institute (WRI), una organización con mucha experiencia en el monitoreo de deforestación. El estudio de WRI no se ha publicado aún, por lo que no se puede verificar todavía. Lo que sí se puede hacer es revisar las tendencias que registra el sitio Global Forest Watch, la fuente más importante de datos al respecto a nivel global, que mantiene el propio WRI y que se puede consultar en línea. Los datos que ofrece esa plataforma hacen dudar por lo menos de la magnitud del fenómeno que De Haldevang cree haber detectado.
Si se toman los datos de deforestación en terrenos con una cobertura forestal del 50 por ciento, México perdió un total de 306 mil hectáreas de bosques y selvas durante 2019, lo que supone un brutal aumento del 26 por ciento en la superficie deforestada entre 2018 y 2019, y del 37 por ciento si se compara 2019 con el promedio de los cinco años anteriores. El aumento en el conjunto de estados donde se ejerce Sembrando Vida es, en efecto, mayor que en el resto del país —llega al 40 por ciento, mientras que en los estados sin Sembrando Vida es de 27 por ciento, comparando 2019 con el promedio de los cinco años anteriores—.
Es muy difícil, sin embargo, afirmar que eso se debe específicamente al programa Sembrando Vida. De entrada, solo uno de los estados inscritos en Sembrando Vida, Tabasco, está entre los que registraron un mayor aumento porcentual en deforestación durante ese periodo. Peor que los demás están San Luis Potosí, Tlaxcala y Jalisco, por ejemplo; y Durango, que también se incluyó desde un inicio en Sembrando Vida, registró un aumento de apenas 5 por ciento y, si se compara lo perdido en 2019 con 2018, la deforestación se redujo ahí en 37 por ciento.
Por otra parte, hay otros muchos factores que pueden haber provocado ese aumento en la deforestación. Una posible razón sería la reducción del programa de Pagos por Servicios Ambientales de la Comisión Nacional Forestal, entidad que vio su presupuesto disminuirse en un 30 por ciento de 2018 a 2019. Los terrenos que enfrentaban mucha presión para el cambio de uso de suelo y que mantenían su cobertura forestal por los pagos de ese programa perdieron su protección y no sería ninguna sorpresa que hubieran sido deforestados. Podría ser también que los cambios en los mercados internacionales hayan hecho más rentable la deforestación ilegal para sembrar palma de aceite y otros productos agrícolas y pecuarios. El cambio de gobierno quizá detonó también un repentino vacío de poder y un cambio en la correlación local de fuerzas que llevó, entre otras consecuencias, a esos cambios de uso del suelo.
La deforestación en México es un problema complejísimo que responde a fenómenos distintos en cada geografía. Por ejemplo, quizá en el estado de Tabasco Sembrando Vida sí haya sido un factor determinante, pero puede ser que en Campeche no. Por eso hay que tomar con pinzas las afirmaciones de Max de Haldevang.
Lo que sí sabemos es que los recortes a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales le están pasando factura al país y que si con Sembrando Vida se buscaba frenar la deforestación y restaurar el paisaje, el programa evidentemente no se está ejerciendo como se debe. Bien haría el presidente de la República en tomar nota de este nuevo fracaso del secretario de Bienestar, Javier May, y devolver Sembrando Vida a quienes lo diseñaron desde un principio.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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