Esta persona sabe por dónde pasan todas las rutas de los camiones de la Ciudad de México. Un registro, que por ridículo que parezca, que no existía. Actualmente, la Secretaría de Movilidad está en el proceso de digitalizar el trabajo de 20 años que Santana atesora
Texto y fotos: Arturo Contreras Camero
El mapa con todas las rutas de camión de la Ciudad de México era el santo grial de la movilidad chilanga. En el sistema de información pública hay decenas de solicitudes de información que suplican por recibir el mapa para guiarse en sus recorridos. Las respuestas nunca satisfacen. No hay certeza de cuántos trayectos de camión hay, ni de dónde a donde recorren.
Marco Antonio Santana, un trabajador de la Secretaría de Movilidad, comenzó a mapear las rutas desde hace 20 años. No porque ese fuera específicamente su trabajo sino por una suerte de iniciativa desde su curiosidad.
Santana es un hombre ancho, de brazos hinchados y pecho grueso. Está sentado junto a un ventanal, atrás de él se asoma la ciudad, imponente, desde un décimo piso.
— ¿Ves ese trazo de ahí? — señala el trolebús que pasa junto al Parque México —. Ese sale de metro Chapultepec y va al velódromo sobre Eje 2. Sobre esta calle que está acá, (Oaxaca, en la Roma Norte), pasa la ruta 80, que va de ayuntamiento a su destino, que es la colonia Bonanza y cruza las colonias de Observatorio y Álvaro Obregón.
— ¿Te sabes todas las rutas de la ciudad, todos los ramales?
Lo piensa por un segundo. Se lleva el pulgar y el índice a la nariz.
— Eeeehhh… ¡sí! –dice sonriente.
Santana conoce tan bien las rutas de la ciudad que cuando alguien en locatel se enteró de sus poderes, le pasaba llamadas de ciudadanos perdidos por la ciudad.
–De repente escuchaba que me gritaban ‘¡Santana, contesta!’.Había gente que ya se sabía la extensión y nos llamaban para preguntarnos esas cosas.
— Marcaban y te decían: Oiga, estoy en el Zócalo, y voy para la Normal ¿cómo me voy? ¡Ah! Se puede ir en el metro, para más rápido. No, pero quiero irme en el transporte público. ¡Ah! entonces por acá, les decía yo. ¡Muchas gracias! y colgaban.
— ¿Por qué te gusta tanto tu trabajo?
De nuevo, Santana medita como si nunca nadie le hubiera preguntado eso.
— Es como cuando compré mi primer celular, siempre quise visualizar más. Yo quería conocer más. Quería ver cómo funcionaba. Yo veo la ciudad así, veo cómo se va transformando. Desde que yo conozco, quiero conocer qué proyectos hay, qué modificaciones hay, qué cambios hay.
Cuando salgo a la calle, hay movilidad en mi interior, dice sonriendo, en un tono cursi, casi como alguien enamorado.
Pareciera difícil de creer que dentro de la ahora Secretaría de Movilidad –antes de Transporte y Vialidad y mucho antes Autotransporte Urbano– no existiera un registro de cómo se daban las concesiones a los camiones.
Esta información se rescató y se puso a disposición pública a través del portal de datos abiertos del gobierno, pero antes, no era una información registrada o pública. Sin embargo, la información que está ahora disponible, tampoco es precisa, según advierte una leyenda previa a su consulta.
“El recorrido de los ramales — que es como se le dice a los trayectos por los que circulan los camiones — es aproximado, ya que la actualización y el proceso de limpieza de los registros se realiza de manera manual, a la fecha no hay un protocolo automatizado para dicha tarea”. Cierto. A la fecha, el proceso de limpieza es el trabajo que ha desarrollado Santana por 20 años.
El misterio de los camiones en la ciudad era tan grande, que incluso el actual secretario de movilidad de la ciudad, desarrolló un programa para instalar sistemas de rastreo GPS en todos los camiones de la ciudad para obtener esta información (y mucha más).
La idea del titular de la Semovi, Andrés Lajous, era una promesa desde antes de que su administración entrara en funciones, del periodo de transición.
Sorpresa para el secretario, que cuando entra a conocer la secretaría encontró a Santanta, el hombre que había mapeado primero a mano y después en Google Earth todas las rutas de camiones de la ciudad.
Santana entró a la secretaría en 1999, como miembro de una cuadrilla de mecánicos que brindaban apoyo vial a los autos descompuestos de la ciudad.
Un año después, transformaron esa unidad en el Grupo Relámpagos, que monitoreaba en tiempo real (una proeza para el 2000) marchas, bloqueos y otros accidentes en la ciudad. “Ahí fue donde empecé a jugar con los trazos de las rutas de la ciudad”, cuenta.
“Yo empecé a ver que me iban a estar pidiendo ese tipo de información, y necesitaba hacer algo para poder guardarlo. Porque me pedían información, la checaba y la mandaba, pero de nuevo me la pedían y ya no la tenía”.
Bajo el brazo, Santana carga unas libretas alargadas, como de pasta francesa, pero más grandes. El papel está amarillento del tiempo, y huelen a libro viejo. Son los únicos tres compendios que existen con los registros de las rutas de camiones de la ciudad. Uno es del 86 y los otros dos, del 94. Aún tienen los logos del Departamento del Distrito Federal.
Adentro, las páginas se despliegan como planos en pares. En la hoja de la derecha hay un croquis hecho meticulosamente a mano. Al reverso, una descripción de los cruces, tramos y vueltas de la ruta, las placas de todos los camiones que en ese momento circulaban el trayecto y el nombre de los concesionarios, resumido en una asociación conocida como Ruta. Estos son de la Ruta 1 y la Ruta 2.
Esas fueron su primera inspiración para el trabajo que empezó a desarrollar. En hojas bond y con escuadra y crayones, él empezó a recrear esos compendios.
“Empezamos a trazar o a guardar los papelitos a color. Me compraba mis crayolas y mis plumones de colores y empezaba a trazarlos. En amarillo ponía los cruces, y los colores negros eran la vía primaria”.
Después, en 2004, Santana compró la Guía Roji digital, y empezó a trazar las rutas ahí. Sin embargo, el programa, que se vendía en CD-ROM, guardaba los mapas en cuadrantes, y había rutas de camiones que cruzaban esos cuadrantes, por lo que no podía usar estos mapas completamente.
Entonces, un día, mientras cosía un botón de su camisa, tuvo una iluminación. Compró un mapa enorme de la ciudad y empezó a ponerle chinchetas y a trazar las rutas con hilos de colores.
“Luego me preguntaban ¿cuál es la ruta que baja por Cuauhtémoc? Y les decía: no sé. Actualmente ya te lo puedo decir de memoria, pero pasaron 20 años de reconocer por dónde pasan todos los camiones de la ciudad”.
Hubo un momento, cuando la tecnología avanzó un poco más, y cuando Santana ya conocía gran parte de las rutas de la ciudad, que su muy cercano colega empezó a trabajar con él.
“En el 2007 empezó a trabajar Arturo. Él venía de las empresas privadas, era la primera persona que yo conocía que usaba un GPS. Bien interesantes, porque esos no eran como los de ahora. Nombre, eran por puros puntos cardinales”.
Una dupla de superhéroes: Marco Antonio Santana y Arturo Cruz, comenzaron a navegar la ciudad por coordenadas, destrabando marchas, reportando bloqueos y solucionando problemas entre ruteros y camioneros. Como si en ese momento, ese fuera el mejor uso práctico para sus habilidades.
“Nos mandaban a las mesas de negociación. ‘Por Plutarco Elías Calles y el eje 6 pasa la ruta 14 y la 49, pero se están peleando por este tramito’, nos decían. Visualizábamos cuál era el punto y dábamos solución para evitar un conflicto”.
Arturo Cruz, usa lentes, una camisa de manga corta, de oficinista tradicional, y tiene una computadora con pantalla táctil bajo el brazo.
“Yo cuando entré, venía trabajando en la iniciativa privada, localizaba torres de telefonía. Entonces me puse a trabajar con Marco, que tiene todo el conocimiento ahí en la cabeza Me puse a trabajar con él, y me di cuenta de esta grave situación”, asegura con respecto a que no existía un repositorio digital con los datos.
Empezaron a sistematizarlos.
Si esta información empezó a existir desde 2007, entonces ¿por qué existían tantas solicitudes de transparencia y todo un mito alrededor de la existencia de estos mapas?
“La cosa es que nadie nos las pedían en esos momentos”, asegura Arturo.
“Sí, la información estaba ahí, pero no había quien dijera: me interesa publicarla”, respalda Sananta.
“Todos los esfuerzos anteriores no se han conjuntado de la debida manera”, dice inmediatamente Arturo, como si uno contiuara las ideas del otro.
“Tolo lo que habían hecho muchas personas, nosotros lo estamos empalmando. Te decía, desde el 99 hasta el 2019, todo se ha ido acomodando”, remata Arturo.
“Es que esto no acaba. No es ya está hecho y así se quedó. Porque el mismo transporte va cambiando, entonces lo que vas haciendo es alimentar una base de datos con certeza de cómo operan”.
A pesar de contar con el talento de Santana y Arturo en la secretaría, su titular, Andrés Lajous, implementó el programa de rastreo con GPS para todos los camiones en la ciudad. Actualmente algunas unidades ya cuentan con el rastreador, y esperan que todas las unidades lo tengan a finales del año.
Arturo defiende su uso, pues asegura que va a generar una cantidad de información increíble.
Si hay un santo grial de la movilidad en la capital, es ese: un mapa abierto a la consulta, que te pueda decir cómo llegar de un lado a otro de la urbe, en transporte público víal. Santana y Arturo aseguran que está por llegar.
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Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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