Rufina Galindo fue desalojada del que fue su hogar durante más de 60 años. Vivió 3 días en la calle y durante casi un año compartió 40 metros cuadrados con 12 personas de su familia. Hoy se cumple su sueño de tener un espacio propio en el Centro de la Ciudad de México
Texto y fotos: Isabel Briseño
Video: Cooperativa de periodismo
CIUDAD DE MÉXICO.- Es la segunda vez que doña Rufi me recibe en uno de sus hogares. La primera ocasión su semblante era triste, recién había perdido definitivamente el que fue su hogar por más de seis décadas.
Pero ahora, ella no puede ocultar su emoción y alegría, pues acaba de recibir las llaves de un departamento donde desea pasar los últimos años de su vida.
En cuanto me abre la puerta del edificio nuevecito de fachada blanca, nos abrazamos y la felicito. Ella de inmediato ofrece darme un “tour” por el inmueble con jardineras, bancas, estacionamiento, baños y hasta por la azotea.
Desde la parte alta del edificio, me muestra los paneles solares y los captadores de agua que presume doña Rufi con mucho orgullo. También desde ahí se mira muy cerquita la Torre Latinoamericana y la cúpula del Palacio de Bellas Artes, dos referentes de que estamos en el corazón de la capital metropolitana.
La lucha y persistencia de la señora Rufina Galindo al fin dio resultados. Lo logró.
Rufina fue desalojada en tres ocasiones del que fue su hogar por más de sesenta años. Siempre vivió a unas cuadras del Zócalo capitalino en un edificio que pasó de ser propiedad de una pareja española a ser expropiado por el gobierno de la Ciudad y por último entregado, mediante un litigio, a un hombre que afirma ser el heredero y albacea del lugar.
Desde que la sacaron de forma violenta a la calle, debido a uno de tres desalojos que vivió, supo que sería difícil tener acceso a una vivienda dentro del primer cuadro de la capital mexicana.
Pero la buena noticia llegó.
“Hay una buena y una mala noticia. Hay un predio que me dice el Gobierno que está para la UPREZ (La Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata). Tiene dos departamentos, ¿Los tomas o los dejas?”, le dijo a Rufina el señor Jaime Rello, Coordinador del Movimiento Urbano Popular (MUP).
Rufi, como ya es conocida, tenía que decidir entre tomar un departamento para ella y otro para su hija en un edificio destinado para la comunidad indígena, o esperar hasta que hubiera otra oportunidad en otro espacio.
Rufi pensó en sus compañeros y vecinos desalojados del predio de Zapata 68.
“Sí tomo esta oportunidad, qué van a decir mis compañeros: Ah, como Rufina ya tiene lo suyo, ya no va a querer luchar por los demás. Pero ¡no!, vamos a seguirle todavía en la lucha porque faltan más”, expresa con convicción la mujer de setenta años de edad.
La señora Galindo buscaba ser reubicada en un predio que fuera habitado exclusivamente por personas desalojadas porque de acuerdo con el pensamiento de Rufi, las situaciones difíciles que han vivido debido a los desalojos, les permite entender el dolor que ha pasado cada familia, se comprenden y valoran de forma distinta el poder acceder a una vivienda.
Pero Rufi tampoco pudo evitar pensar en que ella y su familia vivían amontonados en un pequeño espacio por el que pagaban renta. Fue entonces que decidió tomar la oportunidad.
Doña Rufi supo que su nuevo hogar estaría en la calle de San Camilito número trece.
Ella pensó emocionada: ¡Garibaldi!
De vez en cuando Rufi se daba un lujo e iba a comer birria y aprovechaba para ver y escuchar a los mariachis en la popular plaza.
Cuando le dijeron que los departamentos estaban en Garibaldi, pensó en lo afortunada que era, es una zona que le gusta “y más de noche”, dice.
Pensó en que era una buena noticia la ubicación por lo céntrico de la zona, ya que existía la posibilidad de que les dieran vivienda hasta Tláhuac e Iztapalapa.
“Hasta unos compañeros nos dijeron: compañeras en donde les den, ustedes agarren, ni que hayan nacido en un palacio con 20 habitaciones”.
Pero Rufina y su hija lograron quedarse a vivir en el Centro pues vivir en Tláhuac representaba para madre e hija, lo mismo que ser desalojadas.
“Si me dan hasta Tláhuac, es como si me siguieran desalojando porque me están aventando la periferia”, dice la mujer que ha luchado por una vivienda en el Centro de la Ciudad.
Al pequeño departamento de dos recámaras, sala comedor, baño, cocina y zotehuela de 51 metros cuadrados, aún le faltan los acabados como colocarle el piso, pintura e ir amueblándolo poco a poco pero eso es lo de menos para Rufi, “al fin ya tenemos el cascarón”, dice optimista la mujer.
Doña Rufi compartirá su departamento con una de sus nietas y tres bisnietos más. A su vez, la hija de la señora Rufina compartirá su nuevo departamento con su sobrina, sus dos hijos y el esposo de su sobrina.
“El año pasado nos sacaron de Zapata 68, fue el 31 de mayo de 2023 y ahorita ya nos metieron aquí. No me lo esperaba”, expresa Rufi.
La señora Galindo recuerda que el día que hicieron una misa en el edificio de San Camilito 13 para agradecer por sus nuevas viviendas, acudió a la ceremonia el Jefe de Gobierno Martí Batres.
“Le dije al Jefe de Gobierno: no soy la única, hay varias compañeras desalojadas, que necesitan un lugar para vivir porque también han vivido injusticias y a todas nos han pisado nuestros derechos humanos. Yo aproveché y le eché todo el rollo”, dice con orgullo la señora.
El funcionario le respondió que sí saben que faltan más desalojados y que verían cómo resolverlo, “hay más predios”, dijo.
La señora Galindo recuerda que fue un camino largo para llegar a ese momento en que recibió las llaves de un nuevo hogar.
Buscar, acercarse y conocer a muchas personas para contarles su caso. Políticos, vecinas, abogadas, funcionarios públicos, luchadores sociales y periodistas.
Algunos respondieron mirando sus intereses propios, otros con interés genuino en ayudarle y preocupados por la problemática de acceso a la vivienda.
Gente que aconsejó a Rufina no dejarse y pelear por sus derechos. Exigir, alzar la voz y ser persistente para que un día, sin saber cuándo, lograra el derecho a un hogar digno.
Así es que llegó con Jaime Rello, quien coordina la asociación del Movimiento Urbano Popular (MUP), y es un líder que lucha por la vivienda social, o eso le dijeron del famoso señor a Rufina.
La señora Galindo acudió en búsqueda de ayuda. El afamado líder escuchó la situación y, sin asegurar nada, ofreció su ayuda a la señora desalojada.
“Vamos a hacer lo posible por apoyarles, pero no les aseguramos ni les garantizamos nada, eso sí, vamos a luchar con ustedes”.
Fue así que conoció a otras personas que como ella, vinieron en carne propia los embates del desalojo.
Junto a Silvia Pineda de Querétaro 122, Judith Reséndiz de Puebla 261, Albina de Turín 46, gente de Isabel la Católica 254, Emilio Reza de Durango 297 y otros más, se unieron personas desalojadas de 17 predios en el año 2016 para conformar la “Red de desalojados”.
Rufi recuerda que desde hace más de 7 años, la Red de desalojados trabaja e insiste a las autoridades locales para que los vean y escuchen.
Aún Rufi y las personas que son sus vecinos en San Camilito 13, desconocen el costo del departamento, así como la renta mensual que deberán pagar pero confían en que el Gobierno considerará su situación económica y los pagos serán accesibles, eso sí, pagada, vivienda pagada, no regalada, aclara Rufi.
“Jaime Rello es derecho, no te pide nada, a mi no me pidió ni un quinto más que mis documentos. Sabemos de otros líderes que sí piden dinero como el Negro Casas, Edgar Díaz, José Luis Rodríguez, el mismo Paco Alvarado y Mari Pérez”
El nuevo hogar de Rufi es prácticamente la mitad del que habitó en Zapata 68, en el otro hasta tenían tina de baño y entraron pagando 350 pesos mensuales hasta llegar al año 2001 donde pagaban 2 mil pesos.
“Ese departamento yo lo adoraba”, dice nostálgica Rufi.
Pero con todo y la diferencia del tamaño, el tener una casa propia, le da a Rufi la tranquilidad de tener un espacio seguro que irá pagando con su trabajo y con la certeza de que ya nadie podrá desalojarla, “A menos de que no pague”, bromea la simpática señora.
Rufi recuerda que el jefe de Gobierno, le preguntó el día de la entrega:
–¿Cómo ves tu departamento?
–Ay, bien bonito. Es una maravilla y me siento bendecida, respondió la mujer llena de gratitud.
“Ahora ya tengo un lugar donde pasar los últimos días de mi vida. Que Dios bendiga la familia Batres; yo ya he trabajado con Lenia, con Valentina y con él, (Martí) en las mesas de trabajo y sabemos que es una familia que nos apoya, aunque no pensamos que sería tan pronto” expresa conmovida la señora Galindo.
Rufi aprendió en la escuela historia, ciencias naturales, español, matemáticas, civismo pero también le enseñaron que la justicia sí existe.
Dice que se hizo terca y rebelde cuando se dio cuenta de que le pisoteaban sus derechos, eso la hizo aferrarse a esa búsqueda de justicia.
Sus hijas le decían que dejara todo y se dedicara a su trabajo o a otra cosa pero ella les dijo que no se iba a dejar.
“Hasta me peleaba con ellas al inicio, luego se dieron cuenta de que no iba a dejar la lucha y ahora hasta participan”
Ahora, doña Rufi y una de sus hijas deben continuar en la lucha porque aunque ya tienen su hogar, producto de años y años de persistencia, existen muchas más mujeres que necesitan y esperan cumplir su sueño de acceder a una vivienda.
Conoce más de la historia de Rufina en este reportaje de Cooperativa de Periodismo, parte de la serie Fiscalía del despojo.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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