17 febrero, 2023
Colombia es el único país fuera de África en donde es posible encontrar una población de poco más de un centenar de hipopótamos que vive en estado silvestre. Estos animales, herencia del narcotráfico, fueron declarados recientemente como una especie invasora, luego de que durante 40 años el Estado dejó que se reprodujeran sin ningún control.
Texto: Mongabay*
Cuando se piensa en hipopótamos lo primero que puede venir a la mente es África. Es común encontrar a estos paquidermos de hasta tres toneladas en sabanas, ríos y lagos de la región subsahariana y en zonas del África austral. Lejos de aquel continente hay un país en donde también viven de manera salvaje: Colombia.
Todo comenzó a inicios de la década de los ochenta con la introducción de cuatro ejemplares al país. La ambición del narcotraficante Pablo Escobar —quien los compró para crear un zoológico privado— llevó al país latinoamericano a una encrucijada: acostumbrarse o no a convivir con el centenar de descendientes de aquellos mamíferos que ahora son una especie invasora del Río Magdalena, uno de los más grandes del país.
La cantidad de mamíferos va en preocupante aumento y las consecuencias negativas incluyen a los pescadores y campesinos que dependen de estas aguas, así como a una inmensidad de especies endémicas.
En tres claves te explicamos cómo los hipopótamos han colonizado el Río Magdalena, un importante afluente que nace en el suroeste de Colombia.
La inmensa finca conocida como Hacienda Nápoles fue el sitio en donde el narcotraficante Pablo Escobar quiso hacer su propio zoológico privado. A partir de 1981, su extensión de 2 mil hectáreas —más grande que ciudades como Ginebra, Suiza— se transformó, sin ningún problema, en el lugar de cautiverio para más de mil 200 animales exóticos importados de todos los continentes por uno de los hombres que, gracias a un negocio ilícito, se convirtió en una de las personas más ricos del mundo.
Rinocerontes, elefantes, cebras, jirafas, delfines rosados y cuatro hipopótamos —tres hembras y un macho— llegaron a Colombia en barcos y aviones. Cuando Escobar murió, muchos de estos animales quedaron libres en su finca y en los alrededores, una región colombiana conocida como el Magdalena Medio, en donde confluyen cinco departamentos y uno de los ríos más grandes e importantes del país: el río Magdalena. El tiempo pasó. Varios de los ejemplares murieron, otros fueron capturados y entregados a zoológicos; algunos más se mantuvieron en el lugar que luego se transformó en el Parque Temático Hacienda Nápoles. Con los hipopótamos, las cosas fueron diferentes.
Durante las últimas cuatro décadas varios de ellos anduvieron libres en un ecosistema que biólogos y expertos describen como un paraíso para esta especie. Hasta finales de 2022, según el estudio más reciente —realizado por el Instituto Alexander Von Humboldt y la Universidad Nacional, en convenio con el Ministerio de Ambiente—, en Colombia hay 133 hipopótamos viviendo en libertad, en una extensión de al menos 2 mil kilómetros cuadrados y otros 35 que aún se mantienen en zonas cercanas a lo que fue la Hacienda Nápoles. Al ritmo de crecimiento actual, en 10 años podrían ser más de 400. En el año 2050 podrían ser miles.
La cuenca media del río Magdalena es una inmensa región de bosque interandino en donde un hipopótamo puede encontrar todo lo que necesita: ríos para bañarse, nadar y pasar el día, porque puede estar hasta 20 horas en el agua; pastizales extensos para consumir los 35 kilos de hierba que requieren diariamente; inmensas extensiones de tierra para moverse y colonizar. Además, no tienen la amenaza de algún depredador.
Los hipopótamos son animales longevos que pueden vivir medio siglo o incluso más. Su imponente presencia en la región afecta de varias maneras a quienes dependen del Magdalena medio: pescadores, peces, nutrias, manatíes y plantas.
La gran cantidad de alimento que los hipopótamos consumen al día se transforma en excremento que contamina la cuenca del Magdalena; esa materia orgánica afecta la calidad del oxígeno en el agua, lo que puede causar la muerte de peces y de los cuales dependen cientos de pescadores. Además, con sus excrementos, los hipopótamos también pueden transmitir enfermedades a humanos como brucelosis, malaria, paludismo y leptospirosis.
En África, estos gigantes eran reconocidos como el animal salvaje que más asesinaba personas. Colombia no tenía registros de ataques a humanos hasta mayo de 2020, cuando un campesino de Puerto Triunfo se salvó de la muerte cuando un hipopótamo lo embistió, porque él estaba sacando agua de un río que el hipopótamo consideraba como su territorio.
El último ataque del que se tiene registro fue en octubre de 2021, cuando una hembra de hipopótamo que estaba junto a su cría atacó a un habitante del municipio de Puerto Triunfo que se acercó demasiado al animal. Una investigación de Mongabay Latam mostró que el hombre podría haber estado intentando atrapar a la cría para venderla.
Desde el 25 de marzo de 2022, los hipopótamos fueron declarados especie invasora. Un equipo de científicos y expertos en mamíferos y conservación de especies trabaja en el desarrollo de una Estrategia Nacional para el Manejo del Hipopótamo. Mientras tanto, y dado que la cacería de control no está permitida, entidades como la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare (Cornare) trabajan en el control de la especie a través de la castración y el uso de un contraceptivo experimental. Cualquiera de estas dos estrategias implica grandes desafíos.
Las complejidades para ejecutar el primer procedimiento, además de los altos costos de hasta 5 mil dólares por animal, incluyen la titánica labor de lograr su captura en medio de un inmenso y caudaloso río marrón o entre extensas ciénagas, para luego colocarles anestesia en forma correcta. La segunda opción solo funciona con tres dosis. Encontrar a un mismo hipopótamo en libertad para aplicarle cada una de ellas ha sido un trabajo casi imposible, lo que limita la efectividad de esta estrategia. En pocas palabras, se están reproduciendo más rápido de lo que los esterilizan.
Tampoco es una opción viable capturarlos y llevarlos a África. Los hipopótamos que están en Colombia no provienen de ejemplares que hayan nacido en el continente africano, sino que su origen es un zoológico de Estados Unidos; ahí fue en donde Escobar los compró. Dado que toda la población que ahora se reproduce en Colombia proviene del mismo macho y las mismas tres hembras que llegaron al país en los años ochenta, la baja variabilidad genética y la posibilidad de que sean reservorios de parásitos o patógenos podría poner en riesgo a las poblaciones africanas que, paradójicamente, están bajo la categoría de especie Vulnerable a la extinción. Es decir, la llegada de hipopótamos desde Colombia podría amenazar aún más a las poblaciones que se encuentran en África.
Algo en lo que sí coinciden los expertos es que después de 40 años de inacción estatal, por fin comienzan a darse los primeros pasos para controlar a una especie invasora que encontró en la región del Magdalena su paraíso.
*Este trabajo se publicó inicialmente en MONGABAY. Aquí puedes consultar la publicación original.
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