Renunciar a la esperanza para tener un porvenir

3 enero, 2022

En lo que toca al medio ambiente, el actual ha sido un sexenio perdido. Hay que perder toda esperanza de que desde el poder vendrá algo: más bien habrá que conquistarlo desde abajo, retomar una lógica de combate a la que renunciaron muchos actores y organizaciones ambientalistas pensando que aliados con los gobiernos podrían lograr más que confrontándolos

Twitter: @eugeniofv

Apenas vamos a la mitad del mandato de Andrés Manuel López Obrador, pero en materia ambiental parece que el sexenio terminó. Fuera de que no hay que descartar nuevos recortes y de que ocurrirán nuevos desastres (naturales y de los otros), no hay nada en la agenda del gobierno en esos temas, y la oposición no tiene ni la fuerza, ni la voluntad, ni la capacidad de hacer nuevas propuestas y sacarlas adelante. Por eso, este enero arranca un nuevo ciclo político en lo que toca al cuidado y restauración del planeta: terminó la llamada transición a la democracia —con todo lo que implicó en materia de institucionalidad ambiental— y comienza un periodo distinto, todavía indefinido, pero que traerá su nuevo ciclo de luchas y batallas que serán muy duras, pero indispensables.

En lo que toca al medio ambiente, el sexenio presente ha sido un sexenio perdido. Los megaproyectos gubernamentales actuales y el terrible debilitamiento del sector ambiental con los recortes presupuestales y la negativa a emprender una verdadera reforma de fondo han dejado sin fundamentos muchas de las esperanzas depositadas en el gobierno actual. El hecho de que esos mismos recortes se reproduzcan a nivel local hace que tener esperanzas en el sexenio que viene parezca, en el mejor de los casos, un tanto ingenuo. 

Al mismo tiempo, en la oposición no hay más propuesta que ese ambientalismo tan tibio y tan regresivo que defendía la reforma energética anterior y aplaudía medidas cosméticas mientras se despojaba a miles de personas de su territorio y la contaminación de aire y agua y la pérdida de biodiversidad avanzaban imparables. Ahí tampoco hay razones para el entusiasmo. 

Así las cosas, en el nuevo ciclo político que empieza valdrá la pena seguir al filósofo y sociólogo francés Bruno Latour, que ante el panorama climático mundial afirmó recientemente que “hay que renunciar al futuro para tener un porvenir”. Hay que perder toda esperanza de que desde el poder vendrá algo: más bien habrá que conquistarlo desde abajo, y eso implica retomar una lógica de combate a la que renunciaron muchos actores y organizaciones ambientalistas pensando que aliados con los gobiernos —priistas, panistas o de la 4T— podrían lograr más que confrontándolos. 

La primera tarea y la más urgente será plantear una agenda ambiental que articule las luchas más sentidas en cada parte del territorio y devolver a las intervenciones con efectos cotidianos la relevancia que merecen, desde el combate a los despojos en los campos, bosques y selvas del país, hasta la lucha contra la contaminación del aire en las ciudades. Esto implicará, por otra parte, construir un discurso y unas demandas que liguen batallas en arenas muy distintas con sus efectos en la arena principal: la de la vida de la gente. Así, por ejemplo, la transición energética no puede seguir planteándose en función de las cumbres sobre el clima ni de los intereses de las grandes empresas, sino de los impactos en las comunidades locales y en la salud de los habitantes del país —tan maltratada por la contaminación y los combustibles fósiles—. 

La otra —o por lo menos otra de muchas— tarea que se nos presenta con urgencia es la de pensar y explicar cómo una nueva relación con el entorno natural y una nueva forma de aprovechar la naturaleza son clave para superar la pobreza, la violencia y la exclusión que padecemos hoy. Tenemos que pasar de documentar los logros conseguidos en silvicultura comunitaria, por ejemplo, o de pequeñas organizaciones de productores, a luchar por políticas públicas de gran calado que lleven esos triunfos a otra escala. Lo mismo deberá ocurrir en las ciudades: habrá que articular la lucha ambiental con las luchas barriales, por la vivienda, por el transporte, por el empleo, para que el futuro verdaderamente sea más incluyente y sostenible. 

Sobre todo, habrá que tener claro que hasta ahora y desde hace mucho hemos sido derrotados. Si queremos ganar tenemos que asumirlo y reconstruirnos —construirnos de una forma diferente— desde ahora y desde abajo.

Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.

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