20 noviembre, 2020
Radio Tsinaka celebra ocho años de ser una herramienta de organización para la defensa del territorio en contra de megaproyectos que acechan a la Sierra Norte de Puebla, la protección del ambiente y la lucha por los derechos humanos de los pueblos originarios
Texto: Fernando Merino Noriega/Lado B
Fotos: Cortesía LadoB
PUEBLA.- Juan Gabriel Arrieta aún recuerda el momento en el que ingresó a Radio Tsinaka: en ese entonces tenía 13 años. El ver en cabina a personas hablando náhuatl –su lengua materna– lo llevó a dejar a un lado el temor de hablar a través de un micrófono, para así reivindicar uno de los derechos fundamentales: el de la palabra.
Actualmente, con 21 años, Juan Gabriel estudia una licenciatura y aún colabora en Radio Tsinaka, emisora comunitaria de la Junta Auxiliar de San Miguel Tzinacapan, Cuetzalan. Esta radio cumplió ocho años el pasado 18 de noviembre, celebrados con una “Huapangueada virtual” debido a las restricciones provocadas por la pandemia por COVID-19.
Como él, decenas de jóvenes y adultos han contribuido a que este proyecto crezca. Juan Gabriel Arrieta, sin titubear, afirma: “la radio me cambió la vida, antes era un oyente más, ahora una soy parte activa de la comunicación”.
Radio Tsinaka celebra ocho años de ser una herramienta de organización para la defensa del territorio en contra de megaproyectos que acechan a la sierra Norte, la protección de los recursos naturales y la lucha por los derechos humanos de las y los habitantes de los pueblos originarios.
El joven comenta que el aniversario lo motiva a él y a otros compañeros y compañeras a seguir haciendo esto que tanto les gusta: “entrevistar a las personas de la comunidad, difundir los conocimientos de nuestros abuelos y hacer producciones sonoras”.
Con el paso de los años, Radio Tsinaka crece y se va llenando de jóvenes interesados en participar y hacer que su voz se escuche, como es el caso de Leticia Ortigoza –de 20 años–, quien se unió al proyecto en marzo de este año.
Lety –como prefiere que le llamen–, cuenta en entrevista para LadoB que la radio le ha “enseñado cosas muy bonitas y habilidades que [le] servirán más adelante”. Además, explica que estar frente al micrófono se siente bien, porque sabe que hay personas que la escuchan, orgullosas de Radio Tsinaka, estación de todas y todos.
Actualmente, Radio Tsinaka se puede escuchar en San Miguel Tzinacapan –y comunidades aledañas– a través de 104.9 Frecuencia Modulada, y en todo el mundo por medio de internet y una aplicación móvil, misma que utilizan las personas de Tzinacapan que se encuentran fuera de su comunidad.
El origen de esta emisora se remonta a 2012, cuando un grupo de jóvenes de esa comunidad, con un transmisor que les prestó la organización “Ojo de Agua”, del estado de Oaxaca. En un principio las transmisiones se realizaron durante los fines de semana como experimento, pero la buena respuesta del público hizo que ese proyecto se constituyera como una emisora formal el 18 de noviembre de 2012.
Tras decidir que el proyecto debía continuar, el siguiente paso fue ponerle un nombre: “La San Migueleña Radio”, “Radio San Miguel Arcángel” y “Radio Arcángel” fueron algunos de los nombres tentativos para bautizar a la radio comunitaria, pero al final los habitantes de San Miguel Tzinacapan se decidieron por “Radio Tsinaka”.
En náhuatl, tzikana se traduce al español como murciélago, y la abundancia de estos animales le da nombre a la comunidad en la que se encuentra la emisora, pues Tzinacapan se traduce como: fuente de murciélagos. Incluso en el logotipo de la emisora se incluyen iconografías de estos animales.
De 2012 a 2018, Radio Tsinaka se enfocó en narrar los relatos orales de la gente de la comunidad, pero a partir de ese último año comenzó a hacer formatos radiofónicos más elaborados, como: radio revistas, podcasts y noticieros, lo que ha permitido producciones más dinámicas.
Antes del surgimiento de la radio, la comunidad de San Miguel Tzinacapan tenía muy arraigadas sus tradiciones y su lengua, explica Sarahí Rivadeneyra, una de las fundadoras del proyecto, en entrevista para LADO B, por lo que la radio vino a integrarse a la dinámica de esta comunidad.
El cambio más significativo que observa Sarahí fue que la radio facilitó la organización de muchas actividades: la fiesta patronal, los bailes tradicionales de esa región, así como otras acciones en favor de la población.
“Radio Tsinaka es una consecuencia [de la organización comunitaria] más que una promotora en defensa de la lengua y de la cultura. La radio vino a hacer más práctica la comunicación”, considera Saharí Rivadeneyra.
En este sentido, Juan Gabriel nota que el principal cambio está en la forma en que las y los habitantes se comunican en los medios de comunicación, porque antes las personas tenían un papel pasivo en el que sólo eran receptoras de mensajes pero no emisoras. Ahora, a través de enlaces telefónicos en cabina las personas pueden abonar al tema que se esté tratando, lo cual enriquece los programas.
“Ante los proyectos de muerte, como mineras y el fracking, la radio comunitaria empezó a producir materiales para dar a conocer a la gente [cómo afecta] a la comunidad que se realicen estas grandes obras”, explicó Juan Gabriel Arriaga, pues muchas veces la información que circula en los medios de comunicación masivos no detalla las implicaciones negativas en las comunidades sino que sólo destacan los beneficios económicos para las empresas.
Sarahí Rivadeneyra comenta que el reto más grande que se han propuesto –a corto plazo– es dejar de reproducir estereotipos de género que marcan la desigualdad entre hombres y mujeres, pues aunque pueden ser sutiles, tienen una gran repercusión.
Para las y los integrantes de esta radio comunitaria, “la comunicación [debe] utilizar un lenguaje que ayude a la igualdad entre hombres y mujeres”, explica Sarahí. Aunque ya han reducido casi en su totalidad los estereotipos de género en sus contenidos radiofónicos “todavía les falta un largo camino por recorrer”.
Sin embargo, sobrevivir económicamente es el reto que tienen todas las radios comunitarias, las cuales ven cada día concluido de transmisiones como una conquista; la resistencia es inherente al quehacer de una emisora de estas características, pues este tipo de proyectos no reciben ningún apoyo por parte del Gobierno.
Así pues, otra meta que se han propuesto es garantizar que las y los socios de Radio Tsinaka puedan vivir haciendo radio comunitaria, ya que actualmente se les brinda un pago, pero aún es insuficiente, por lo que Sarahí espera que en un futuro puedan aumentar la retribución económica.
Además, las y los integrantes de la emisora esperan que en la radio continúe mejorando pero que no pierda de vista su consigna principal: servir como un espacio plural, donde todas las personas de la comunidad se sientan acogidas y parte del proyecto. Para las personas que conforman Radio Tsinaka: la radio es vida.
Este trabajo fue publicado originalmente en LADOB que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.
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