¿Por qué se lincha en México?

28 marzo, 2024

Tras el secuestro y feminicidio de Camila, una menor de 8 años en la localidad de La Florida, vecinos interceptaron el convoy donde los presuntos responsables eran trasladados y fueron linchados por los pobladores. Foto: Cuartoscuro

El asesinato de una menor en Taxco, Guerrero, derivó en el linchamiento de los presuntos culpables a manos de la comunidad. La manifestación colectiva de violencia conmociona, pero, ¿qué hay detrás de un linchamiento?

Texto: Alejandro Ruiz, con información de Amapola Periodismo

Fotos: Foto: Cuartoscuro

CIUDAD DE MÉXICO. –  Entre 2016 y 2022 en México se registraron mil 423 linchamientos y otros 196 intentos de linchamientos, es decir, en promedio, 3.65 linchamientos al día.

La cifra, publicada por Raúl Rodríguez Guillén y Norma Ilse Veloz Ávila, investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). en el artículo Acerca de los linchamientos (y el vigilantismo): reflexiones sobre la violencia en México, de la revista El cotidiano, además de alarmante, abre una pregunta fundamental: ¿por qué?

“Estos ajusticiamientos (…) manifiestan un alto grado de indignación moral (…) y que expresan la crisis de autoridad o pérdida de confianza en los aparatos de procuración y administración”, sostienen los investigadores el Departamento de Sociología de la Unidad Azcapotzalco.

El alto número de linchamientos en el país también fue motivo de un Informe Especial sobre los linchamientos en el territorio nacional por parte de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, publicado en 2019. El documento, de más de 250 páginas, destaca que los motivos de estas acciones son diversos y complejos, por eso, reducirlos a una expresión de los usos y costumbres comunitarios sería una salida fácil, que no necesariamente abona a entender las causas.

La CNDH dice:

“El linchamiento se torna complejo en su existencia; de tal manera que, no se trata como tradicionalmente se piensa, de un acto que se encuentre vinculado con prácticas sociales definidas en territorios, semiurbanos o no urbanos en dónde se asume que la cohesión social de comunidades que se rigen por usos y costumbres facilita la ocurrencia de linchamiento por ser parte de una idiosincrasia determinada, de formas alternas de justicia como proverbialmente se ha concebido”.

Los investigadores de la UAM y el informe de la CNDH coinciden en que el origen del linchamiento como fenómeno colectivo está más relacionado a la sensación de abandono por parte del Estado (gobierno, policías, sistema de justicia) que a una práctica o acuerdo comunitario explícito.

El caso más reciente, el del linchamiento de los presuntos asesinos de una menor en Taxco, Guerrero, refuerza esta hipótesis: fue la ausencia del Estado lo que enardeció a la comunidad y sus ansias de justicia.

«Mátenlos, quémenlos, queremos justicia», la indignación en Taxco

Pobladores taxqueños entraron a la casa de los presuntos asesinos de Camila Ortega, una niña de ocho años que desapareció el miércoles 27 de marzo y cuyo cuerpo fue hallado en la mañana de este jueves en la carretera Taxco-Zacapalco, a la altura de la caseta.

Los pobladores, quienes resguardaban la Avenida Plateros a la altura de la calle Florida, entraron con palos y golpes a la casa donde se vio por última vez a la niña. para exigir justicia para la menor.

Aproximadamente a la 1 de la tarde, los taxqueños hicieron frente a la Policía Estatal y Guardia Nacional, quienes resguardaban el domicilio. Alegaron que la Fiscalía General del Estado no atendía el caso.

Con palos y golpes a puño cerrado sacaron a una mujer y dos hombres, presuntos responsables del asesinato, quienes quedaron sin ropa y ensangrentados. Los pobladores llevaban palos, y otros botes con gasolina. Pretendían incendiarlos vivos. La multitud gritaba «Mátenlos, quémenlos, ¡queremos justicia!».

Los elementos de la Guardia Nacional y Policia Estatal aprehensaron a los dos hombres y la mujer para subirlos a la patrulla y llevárselos, pero la gente enardecida los bajo a golpes y jalones.

La policía no pudo evitar que golpearan a los presuntos asesinos, aunque finalmente volvieron a subir a los dos hombres a la patrulla, la mujer quedó golpeada boca abajo mientras la población seguía golpeándola.

Algunos pobladores comentaron que la carroza fúnebre de la menor Camila venía en camino.

«Ya déjala, no vamos a dejar que la niña vea esto, por respeto», dijo una persona entre la multitud.

Los elementos de la Guardia Nacional y Policía Estatal apartaron a los presuntos asesinos de las población para llevarlos a rastras de la Avenida Plateros hacia los Arcos, al norte de la ciudad.

Aseguraron que los presuntos responsables serán llevados a la Fiscalía General de Iguala para continuar con el proceso. La mujer, sin embargo, murió a causa de la golpiza.

Algunos barrios de Taxco, como el barrio de Bermeja, al este de la ciudad, anunciaron que no participarán en la procesión de este jueves Santo con sus cristos en solidaridad a la familia de Camila, e invitaron a la comunidad a unirse en oraciones en su iglesia.

El alcalde de Taxco, en una entrevista con Milenio, dijo que las festividades continuan, pues «es una actividad turística».

Foto: Cuartoscuro

La etiología de la violencia

En 2019, la CNDH registró que desde 1989 se habían cometido 862 linchamientos en el país. De estos, la mayoría se registraron en zonas urbanas (centrales o periféricas).

Por ejemplo, según los datos de la CNDH, las entidades que concentraron más del 50 por ciento del total de los linchamientos hasta 2019 fueron el Estado de México, Puebla, Oaxaca y la Ciudad de México.

Aunque también existió un registro alto de linchamientos en Morelos, Chiapas, Tabasco, Veracruz, Tlaxcala e Hidalgo.

Sobre esto, la CNDH explicó:

“En alguna publicación anterior, algunos de estos no aparecían, eran de baja presencia como son Veracruz, Tlaxcala, Hidalgo y Tabasco, es decir, se ha incrementado y se ha difundido en algunas regiones donde el empobrecimiento va creciendo”.

Sobre el norte del país, la CNDH dejó claro que no e que en esta región no existan linchamientos, pero los factores son distintos.

“Aunque se cree que en el norte no había linchamientos, si los hay; por ejemplo, Tamaulipas, Chihuahua, Sinaloa y Sonora. En menor medida se da en estos estados, pero si se da. Es difícil dar una explicación, pero sí hay elementos que pueden señalarse en el sentido de que para los habitantes de las zonas de  violencia extrema como son el norte del país, el robo es lo que menos les preocupa, allá el problema principal es la violencia organizada que significa la presencia del narcotráfico o la alta incidencia del secuestro. Es diferente de lo que sucede en las zonas urbanas cercanas a la Ciudad de México y Puebla”.

El dato se refuerza con las explicaciones que da la UAM en su investigación, pues más allá de la reacción inmediata, en la actualidad existen las condiciones para este tipo de fenómenos  por parte de una ciudadanía “que se siente insegura y sin esperanza de beneficiarse de los mecanismos de justicia garantes del orden social, así como por el descontento individual por las ofensas ocasionadas por algún miembro de la sociedad o alguna autoridad que pueden generar un rechazo o reclamo conjunto”.

La reflexión es contundente si se contrastan con las cifras de acceso a la justicia en el país. Por ejemplo, según un estudio de la organización Impunidad Cero, en México, de cada 100 delitos que se denuncian, solo el 0.9 por ciento tiene probabilidades de ser resuelto por una autoridad judicial.

Además de esto, señala el estudio, solo el 10.3 por ciento de la población encuestada para el análisis confía en las autoridades de procuración de justicia, concentrando el mayor nivel de desconfianza en las fiscalías y ministerios públicos estatales.

La cifra se confirma con la última edición de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe), donde los órganos de procuración de justicia obtuvieron los porcentajes más bajos de confianza entre la ciudadanía, seguidos por las policías locales y estatales.

La CNDH concluye en su informe que “en conjunto, los linchamientos imprimen el carácter imperfecto del monopolio estatal de la violencia en sus dos dimensiones de efectividad y legitimidad y definen el clima social en el que se ubica la problemática de los linchamientos”.

Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.