Pie de Página publicó la historia de una trabajadora del hogar que quedó desempleada por la emergencia sanitaria, los lectores respondieron con ayuda. Sin embargo, a nivel gubernamental no hay apoyos para atenderlas: el programa para darles un crédito se enfocaba sólo en quienes estuvieran afiliadas al IMSS, y menos del 1 por ciento de ese sector a nivel nacional lo está. Es más, en abril 395 patrones desafiliaron a las trabajadoras por la crisis
Texto y fotos: Patricia González Mijares
“Buena tarde. Soy un taxista del sur del país…, acabo de enterarme de doña Cata. Ruego me dé un contacto directo para canalizar ayuda. Gracias de antemano”.
Éste fue uno de los mensajes que llegaron el día que se publicó la historia de Catalina, una trabajadora del hogar que se quedó sin trabajo por negligencia de su empleadora quien la dejó en el aire ante la emergencia sanitaria. Fueron llegando muchas más personas que querían apoyarla.
Los lectores de Pie de Página respondieron a la historia de Catalina y decidieron ayudarla. Se reunieron 8 mil 133 pesos: 6 mil 383 pesos en efectivo y mil 750 pesos en especie que fueron entregados a Cata.
Las jornadas de sana distancia y el miedo al contagio provocaron que muchos empleadores no quisieran que sus empleadas fueran a trabajar a sus casas. Algunos (los que tuvieron el espacio) propusieron a sus trabajadoras pasar la cuarentena con ellos; de esa manera tendrían el servicio y las trabajadoras, su sueldo. El problema es que muchas están trabajando hasta 14 horas al día y no pueden salir a ver a sus parientes.
También está el caso de los empleadores a quienes les bajaron su sueldo, y aún así, apoyaron a sus empleadas con la mitad de su paga. Otras personas, conscientes de la situación de encierro, pasan por sus empleadas para que hagan la jornada y las regresan para que no tomen el transporte público. Éste es el caso de Mauricio Martínez que vive en Tlalpan y va por su empleada a Iztapalapa, o como el caso de Sebastián González, trabajador independiente, desempleado, que se las arregla como puede; él y su mamá apoyan a su empleada compartiendo parte de su despensa.
El desempleo por la pandemia está empujando a muchas mujeres y hombres a regresar a sus pueblos a reinventar su vida. También presionó al gobierno federal a activar el rescate financiero para atender las necesidades de la población frente a la crisis.
El 13 de mayo de 2020, Zoé Robledo, director del IMSS, lanzó el Programa Solidario de Crédito a la Palabra para apoyar a trabajadores independientes y empleadas domésticas con 25 mil pesos a pagar en 3 años y con un interés del 6%. El programa terminó el 15 de junio pero la crisis continúa.
Los créditos otorgados por la Tesorería de la federación tenían como base a las beneficiarias del programa piloto para la incorporación de las Personas Traajadoras del Hogar, que el IMSS puso en marcha en abril de 2019, con el cual se adhirieron al régimen obligatorio de seguridad social 19 mil 648 trabajadoras.
Ese programa surgió porque en 2018 la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que era inconstitucional que las trabajadoras no tuvieran seguridad social.
Ya en la pandemia, Zoé Robledo anunció que ese universo de casi 20 mil trabajadoras afiliadas en el programa piloto se incluiría en los créditos solidarios.
Pocas trabajadoras del hogar han sido beneficiadas, porque sólo el 0.9% del total de las más de 2 millones de ellas están afiliadas al IMSS.
Al cierre del registro el 15 de junio, se aprobaron créditos para 4 mil 21 trabajadoras del hogar, según informó la Tesorería de la federación.
En abril, sin embargo, 395 trabajadoras domésticas dejaron de estar afiliadas al IMSS porque desde marzo muchos de sus empleadores, que calcularon la dimensión de la crisis, decidieron ahorrrarse las cuotas patronales. Además están las trabajadoras que no conocen el programa. Es probable que las empleadas que sí estén en el Seguro Social puedan ser beneficiarias. Sin embargo, pagar el interés del crédito puede endeudarlas, pues éste asciende a 823 pesos al mes.
Evangelina Bautista, representante del Centro de Capacitación de las Empleadas Domésticas A.C. (CACEH), y otros representantes de diferentes instituciones crearon Alivio Sanitario, un programa que opera desde plataformas digitales, para ayudar a empleadas del hogar con un apoyo de 2 mil pesos al mes durante tres meses.
El financiamiento también incluye a mujeres víctimas de violencia. El proyecto no tiene fecha de caducidad; en él participan: Visionarios 2030, Vudú Gurú, Cekabian, Mandar Obedeciendo, Instituto de Comunicación Elemental de Comunicación Estratégica, Los Hijos de la Malinche, Día D, Ojo 7, CACEH, Hogar Justo Hogar, y Fondo Semillas. Éstas son organizaciones de la sociedad civil y empresas que buscan dar un alivio a estas mujeres. El número de apoyos depende del número de donaciones.
Elizabeth Lloyd representante de OJO7, asociación civil de inclusión financiera y especialista en demandas, apoya a mujeres en situación vulnerable. El programa invita a cualquier persona a apoyar con lo que pueda para cambiar la situación de otras mujeres.
Cata llega caminando desde la esquina de la calle donde vive. Fue a dejar la basura
cuadras arriba. Juntas sacamos del coche las bolsas de despensa que la señora Adriana Caballero envió el mismo día que se publicó la nota sobre su situación en Pie de Página. Las llevamos al cuarto donde vive.
Al entrar, leo a Catalina los mensajes de sus donadores, que escucha emocionada y agradecida, yo también me emociono. Cuando termino el relato, ella sonríe.
Cata saca poco a poco las sopas de pasta, el arroz, el café soluble, las latas de atún, jabón, aceite y pan entre los víveres que acomoda con diligencia. Los productos parecen piezas de un lego que Catalina armará y administrará para vivir durante algunos meses.
Sus gatitos no han sido ajenos al trajín. Es un acontecimiento, ¡toda una fiesta! Se les ha quitado la pena de convivir con las visitas y se pasean por todos lados. Bisbirinda, su gatita más joven, se ha hecho bolita cerca de mí.
Eso me recuerda el testimonio de Itzel quien había comprado croquetas para “alguna emergencia” y sintió que la verdadera emergencia era Cata, se identificó con ella porque se sabe acompañada de mascotas que la han sostenido en los momentos más crudos.
Carolina Plancarte escribió: “sé lo que es pasar carencias y dificultades en esta pandemia, yo al igual que ella, no pude trabajar. Soy comerciante de ropa en un mercado público y las deudas aumentaron. Pago renta pero siempre ha habido algo, gracias a Dios. La gente me ha apoyado para irla pasando; mi papá me ayuda con parte de su despensa. Creo que Cata nos representa a muchas mujeres”.
América Ramos hizo su donativo porque le interesa apoyar a personas de la tercera edad, piensa que es importante “porque muchos adultos mayores no tienen trabajo y poca gente los ayuda, son más frágiles y muchos están solos”.
Mariel Robles tiene 34 años, vive en Tlatelolco, es maestra de historia en el CCH de Vallejo, donde imparte clases a adolescentes. Reconoce su situación privilegiada porque no la han despedido, ni reducido su salario a la mitad; le parece justo ayudar a quien lo necesita.
Paola cuenta: “la abuela de mi novio llegó desempleada desde Oaxaca. Ahora es madrina de muchas empleadas del hogar. Me da mucho coraje y tristeza todo lo que pasa con ellas ahora que no hay empleo seguro ni fijo”.
Efraín Ocampo quiere conocer, rezar y acompañar a Cata. Marisa Martínez, profesora universitaria, sensible a las carencias de otras mujeres que la están pasando mal, dio su contribución. También se sumaron: Graciela Manjarrez, Marisa, Alejandra Robles, María Elena Valadez, Jorge Ernesto Cuenca, Paola Camarena Hernández, Dolores Alcérrica, Ana Paula González, la familia García y Michell Fibell. Poco a poco, la ayuda se fue haciendo más grande. Este fondo ya está ayudando a Catalina a enfrentar la crisis y a tener suficiente paz durante esta etapa de incertidumbre.
Cuando Cata termina de ordenar su despensa, se pone de pie, cierra sus ojos y comienza a orar, a agradecer a quienes le ayudaron: “Que Dios les abra una puerta muy grande y los cuide”.
Luego Catalina dice: “En estos días he tenido mucho tiempo para pensar, he decidido marcharme de aquí. Buscaré un cuarto que me guste, que le dé más luz”. Estoy segura que la gente ayudó a Cata por su fuerza ante la crisis, además de su necesidad.
Estudió Comunicación. Le gusta escuchar historias, contarlas y hacer fotos. Realizó el corto documental “Llaneras” en el 2007. Ha colaborado en revistas de turismo, cultura y derechos humanos.
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