20 noviembre, 2023
La fundadora de Grupo VIDA, Silvia Ortiz, fue agredida por elementos de la policía especializada de Coahuila. Los hechos ocurrieron después de que la buscadora y su familia regresaban de una exhumación en Gómez Palacio, Durango
Texto: Alejandro Ruiz
Foto: Duilio Rodríguez / Archivo
CIUDAD DE MÉXICO. – Este 19 de noviembre, policías estatales de Coahuila golpearon a Silvia Ortiz, fundadora del Grupo VIDA que se dedica a buscar a las personas desaparecidas en la región de La Laguna.
Desde 2004, Silvia busca a su hija Fanny, quien desapareció en el municipio de Torreón. Las búsquedas de Silvia abrieron la puerta para conocer las «cocinas» de los zetas y sus casas de seguridad. Pero también las fosas del poniente, adjudicadas a «Los Chapitos».
Ahora, su colectivo es observador en un hecho inédito: exhumaciones masivas que las autoridades de Durango están realizando en los panteones de la región lagunera para identificar cadáveres de la fosa común. Hoy, de 27 cementerios solo faltan 4, y otros 5 están en espera de ser procesados.
Leer más
Sin embargo, el 19 de noviembre, cuando Silvia, su hijo y una antropóloga salieron de una de estas exhumaciones, fueron detenidos por la policía.
Silvia cuenta:
«Nosotros estábamos como observadores del colectivo Grupo VIDA en las exhumaciones de Gómez Palacio, Durango. Cuando se terminan las labores del día de ayer, pues nos retiramos. Mi esposo se lleva a una compañera en otro auto, y en el que yo iba, iba mi hijo, una chica extranjera que está haciendo su doctorado acá acerca de las desapariciones. Cuando apenas subimos el puente para cruzar de Gómez Palacio a Torreón, faltaban más o menos 50 metros para llegar al retén de los policías, y se le quedan viendo a mi hijo y le hacen las señas de que se orille».
Ahí, cuenta Silvia en entrevista con Pie de Página, empezaron los minutos de horror.
Silvia reconstruye los hechos:
Primero, los policías le pidieron a su hijo que orille la camioneta. Él lo hace. Después le piden que baje el vidrio del piloto, pero este, afirma Silvia, no bajaba.
“Yo bajo el vidrio, porque yo iba sentada atrás del piloto. Le dije al policía: ‘sí qué pasó, dígame”. Entonces el tipo decía: ‘que se baje’. Entonces me bajé yo, porque yo era la que estaba hablando con él, y él empieza a gritar y a decir: ‘no, que se baje él’. Ellos lo que querían era que se bajara mi hijo. Le dije: ‘espérame, ya estamos hablando, qué pasa, para qué lo quieres’. Me contesta: ‘no, no, que se baje él’, y empieza a decir groserías».
Silvia comenzó a discutir con los policías, quienes insistían en que su hijo tenía que bajarse del automóvil, pero la madre buscadora lo defendía “yo le dije que mi hijo no se iba a bajar, porque él está en su propiedad privada y tú no tienes derecho a decir que se baje si él no quiere”.
Ante la actitud agresiva de la policía, Silvia intentó hacer una llamada desde su celular, pero los oficiales se lo arrebataron y lo tiraron al piso. En ese momento, Silvia se identificó como integrante del colectivo Grupo VIDA, pero esto solo elevó más la tensión.
“Yo les dije quién era, y lo que hacía, y me dicen ‘no me importa, pinche vieja’, y me empiezan a agredir más. Mi hijo, obvio, abre la puerta porque ve que me están agrediendo. Les empieza a decir que no me peguen y yo me pongo en la puerta para que no lo saquen. Yo me afianzo a la puerta, y me dicen que me quite”.
Silvia siguió argumentando que lo que estaban haciendo los policías era ilegal, pero ellos siguieron golpeándola. Uno, cuenta la madre buscadora, le respondió: «¿Cuál propiedad? Los que mandamos somos nosotros, pinche vieja estúpida”.
En algún momento, una señora se acercó para intentar jalar del cabello a Silvia. Su hijo lo evitó, pero la otra mujer comenzó a gritar que la habían agredido, y se sumó a los policías para quitar a Silvia de la puerta de la camioneta.
“Ellos me empezaron a golpear en la mano, porque ella no podía quitarme de la puerta. De rato oigo unos gritos: ya habían abierto la otra puerta donde estaba la extranjera. A ella la sacan de la camioneta. Entonces, por el descuido, y por un golpe que me dieron en la mano, me suelto, y es cuando me separan de la puerta, me hacen a un lado, y es cuando veo que agarran a mi hijo. Lo estiran de los pies y lo ponen en el piso. A mi me ponen las esposas y me llevan a la camioneta. Entonces yo no vi. La que estaba viendo era la extranjera, que les gritaba que no hicieran eso, que estaba mal”.
Los policías siguieron pateando al hijo de Silvia, mientras a ella la intentaban subir a la patrulla.
“Ya en la camioneta me dicen ‘súbete pendeja´, pero yo no puedo por mis rodillas, yo ocupo las manos para subirme, y ellos me tenían esposada. Ya que subo, de repente viene el tipo que estaba al mando y me dice: ‘ya me tienes harto, pendeja’, y me da un golpe tan fuerte que me dio en la cara, pero fuerte, y me voltea toda la cabeza. Y me dice: ‘no me importa quién eres’”.
Después de eso, Silvia y el sujeto al mando intercambian palabras. Él le ofrece hablar con el comandante a cargo el Grupo de Reacción Laguna, Samhir Alejandro Braham Reza, pero Silvia no aceptó la oferta: «No, yo con ese hombre no hablo», cuenta.
Después, el policía a cargo continúa con sus amenazas.
«Me dice que me va a llevar detenida porque traemos drogas, que ya la encontraron, eso nos decía . Luego me dijo ‘la camioneta te la voy a quitar, pendeja. Y le diije ‘a mi no me la vas a quitar, se la vas a quitar al gobierno’».
Ahí las cosas cambiaron, pues el hombre fue a verificar que, efectivamente, la camioneta donde viajaba Silvia estaba en comodato y era propiedad gubernamental. Los policías, después de eso, bajaron a Silvia, a su hijo y a la antropóloga de las patrullas. Les devolvieron sus cosas.
Antes de irse, Silvia les tomó una fotografía.
Tras los hechos, Silvia y su familia fueron a poner una denuncia a la fiscalía estatal. En el lugar, un médico legista la revisó ella, a su hijo y a la antropóloga extranejera. El saldo de las agresiones es duro, al menos para Silvia: un esguince cervical y problemas de movilidad del lado izquierdo de su cuerpo.
Ahora, Silvia se tiene que hacer una tomografía para descartar que los problemas de movilidad puedan ser graves y consecuencia de los golpes en la cabeza.
La denuncia también la interpusieron ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Hasta el momento no hay respuesta de eso.
Tras la agresión, Óscar Sánchez-Viesca, esposo de Silvia, exigió al gobierno del Estado a que tomaran cartas en el asunto, «y no esperen a que nos maten a alguien de nuestra familia».
El gobierno de Coahuila no se ha pronunciado al respecto.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona