Habitantes de Santiago Mexquititlán, en el municipio de Amealco, se congregaron el miércoles pasado en un pozo para impedir que pipas privadas se lleven el agua que escasea en la comunidad. El gobierno de Querétaro respondió con disparos al aire. Detrás del saqueo del agua está un grupo de políticos locales, acusan los pobladores
Texto: Nadia Bernal y Alejandro Ruiz
Fotos: Alejandro Ruiz
QUERÉTARO.- Ángela Cresencia vive a unos metros del pozo de agua de Santiago Mexquititlán, Amealco; el cual se alcanza a ver desde su casa. El miércoles 31 de marzo, a las cinco de la mañana, observó la llegada de pipas que sustraían agua desde ese pozo que debería suministrar a cada uno de los seis barrios de Santiago Mexquititlán, los cuales, desde hace dos semanas no tienen agua.
“Desde las cinco de la mañana noté que había tres pipas, una grande y dos chiquitas, no pensamos en detenerlas porque éramos solo dos personas, mi nuera y yo. Le dijimos al señor que aquí no había agua, que no queríamos que vinieran aquí”.
Al percatarse de que más pipas arribaban al pozo, la nuera de Ángela le insistió en que fueran a interpelar y grabar a los operadores de la pipa mientras sacaban agua del pozo.
“Yo intenté llamar a mi compañera Sara, pero la señal en el pueblo es muy mala, por lo que decidí ir a buscarla a su casa, ya que ella tiene automóvil para moverse y avisar a los demás habitantes del pueblo”.
Al llegar a la casa de Sara, ubicada a un par de cuadras de donde vive Ángela, las mujeres hñöhño decidieron avisar a varias personas del pueblo, pues les parecía indignante que una pipa estuviera extrayendo agua del pozo cuando la comunidad lleva días sin el líquido.
“Alrededor de las cinco de la tarde”, relata Ángela, “nos habíamos juntado ya cinco personas, y decidimos retener a los conductores de una de las pipas, pues no podían llevarse nuestra agua”.
Para las seis de la tarde, alrededor de 60 pobladores de Santiago Mexquititlán se habían reunido donde Ángela y sus compañeras habían detenido a la pipa de agua; el conflicto comenzó a escalar, y exigieron al operador que explicara de dónde venía o quién lo había mandado.
“Las pipas empezaron a llegar desde el año pasado. Una vez las fuimos a alcanzar a la secundaria para ver si nos suministraban agua, pero vimos que cobraban por ella.”, agrega Cristina, una de las compañeras de Ángela que también vive en el barrio IV de Santiago Mexquititlán.
El operador de la pipa explicó que pertenecía a una empresa privada. La molestia de quienes habían llegado al sitio creció ya que, explican, la presencia de las pipas en la comunidad no era algo nuevo.
Al paso de las horas, cerca de 20 patrullas municipales y estatales comenzaron a arribar al lugar del conflicto. Los policías montaron un cerco entre la carretera federal 300 y el único camino de terracería que lleva al pozo de agua.
A las 9 de la noche, y después de cuatro horas, un funcionario de la Comisión Estatal de Aguas (CEA) arribó al lugar para dialogar con la gente del pueblo, sin llegar a ningún acuerdo concreto que respondiera las demandas de la comunidad.
“Después de que se fue la gente de la CEA”, relata Alejandro, habitante de Santiago Mexquititlán, “comenzaron a sonar disparos al aire para intimidarnos”.
Los casquillos de las balas aún permanecen en la zona.
En ese momento los habitantes de Santiago Mexquititlán decidieron montar una guardia para resguardar la pipa hasta que las autoridades del municipio de Amealco de Bonfil les dieran respuestas sobre el por qué no tienen agua, y sobre todo, por qué empresas privadas están saqueado el pozo. Asimismo, instalaron una asamblea permanente en la que habitantes de los seis barrios discuten las acciones a tomar para que los saqueos del agua se detengan.
En la década de los 70 los pobladores de Santiago Mexquititilán comenzaron a construir el pozo de agua con la intención de que a la comunidad nunca faltara.
“Este pozo nosotros lo hicimos en 1978, cada quien aportó 10 pesos de aquel entonces para poder construirlo. El pozo es nuestro”, relata Victoriano Pérez, habitante de Santiago Mexquititlán.
Antes que la Comisión Estatal de Aguas tomara el control del pozo en la comunidad, las y los habitantes de Santiago Mexquititlán nunca habían tenido problemas con este recurso, aseguran.
“Antes tomábamos agua del río: ahora nos la cobran”, reclama Cristina Apolonia, quien se queja de que empresas privadas estuvieran tomando el agua de la comunidad para llevarla a otros pueblos como Donicá, La Torre, Loma Linda y Los Toniles, este último ubicado en el Estado de México.
“Hoy hace falta el agua en la comunidad”, continúa, “aquí en barrio cuarto, donde vivo, hoy es el cuarto día sin agua, pero todo el mes han venido pipas a sacar agua del pozo.”
Para Sara Hernández, habitante de Santiago Mexquititlán, el problema de escasez y saqueo del agua en la comunidad tan sólo ha exacerbado las condiciones de marginación a las que el pueblo hñöhño se ha enfrentado históricamente, y que con la pandemia se han agravado.
“La CEA se lleva el agua a Los Toriles, los cerros se queman, siguen las sequías y sin producir las semillas. No tenemos agua, y ahora con la pandemia nos quieren matar.” aseguró.
Durante su asamblea permanente, la comunidad denunció que era urgente ponerle un alto al saqueo del agua en Santiago Mexquititlán, así como a los altos costos que pagan en sus recibos de agua. La población señala a los invernaderos de procedencia extranjera que hay en los alrededores.
“El pueblo ha sido muy benévolo, nosotros hemos permitido que la vendan, pero ya hay que pararle porque el agua no es eterna: es del pueblo y necesitamos ponerle un alto. Primero tenemos que determinar la tarifa del agua porque nos la están cobrando como si viviéramos en algún residencial”, advierte uno de los asistentes.
En la asamblea comunitaria unas 100 personas acuerdan qué hacer para impedir el saqueo de agua en Santiago Mexquititlán. Resuelven que van a crear unas comisiones que se encarguen de difundir a los demás habitantes que les están robando el agua.
“Vamos a hacer una lona grande y vamos a parar a cada vehículo para informar lo que está sucediendo. Y decirles que pasen a ver las evidencias del saqueo de nuestra agua”, explica Estela Hernández.
Añade que habrá otra comisión que se encargue de vigilar que cualquier obra que se intente hacer de ahora en adelante sea consultada primero por el pueblo.
Algunos habitantes señalan que esta problemática comenzó a agravarse a partir de la llegada de Rosendo Anaya a la presidencia municipal, pues aseguran que en los 18 años que ha transitado en distintos cargos administrativos (desde presidente municipal, delegado y diputado local), el político amealcense se ha encargado de colocar a amigos y colaboradores en diversos cargos públicos.
Anaya, actualmente presidente municipal, busca de nuevo un lugar en el Congreso local.
Tal es el caso de Verónica Hernández Flores, quien ahora busca una diputación por el PAN, y a quien la comunidad acusa de estar detrás del saqueo del agua y el negocio de las pipas.
“Cuando le cuestionamos al chófer de la pipa para quién trabajaba no nos quiso decir, pero una compañera asegura que estas pipas son del esposo de la delegada: el señor Gilberto.” aseguran habitantes de Mexquititlán.
El testimonio se refiere a Verónica Hernández.
Además de la escasez de agua, las y los habitantes de Mexquititlán han denunciado desde hace más de un año que el ayuntamiento quiere imponer un proyecto “gentrificador” y “turistificador” que pretende desplazarlos de su territorio.
“Esto se empeora desde que llega Rosendo, pues empezó a vender el agua, a talar el bosque, a intimidar y comprar a la gente con despensas: a robar.”
Hasta el momento la comunidad sigue manteniendo su asamblea permanente en las inmediaciones del pozo de agua, mientras esperan que algún representante del gobierno estatal y del ayuntamiento se presente ante ellas y ellos para aclarar el por qué empresas privadas están sustrayendo agua para después venderla mientras que en Santiago Mexquititlán escasea.
”Siempre nos ha faltado agua y problemas aquí siempre ha habido”, enfatiza Cristina, “unos dicen que cuando llegó Rosendo Anaya él vendió el agua, siempre nos decían eso, pero no creíamos. Es el único pozo que tenemos y sacan el agua para llevarlo a otras comunidades, incluso del Estado de México”.
“No nos vamos a mover de aquí hasta que vengan las autoridades a llegar a algún acuerdo con nosotros. No importa que me maten a mí o a alguno de mis compañeros, la lucha va a seguir”.
Angela Cresencia.
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