El experimento fue con el pueblo Yaqui. Introdujeron un Plan de Justicia lejos de sus demandas. El gobierno federal replicó la estrategia 11 veces, banalizó la palabra justicia. Este neoindigenismo tiene una palabra clave: simulación
Por Daliri Oropeza Alvarez / X: @Dal_air
En homenaje a Don Camilo Flores,
sabio historiador del pueblo yaqui,
quien resistió la guerra de exterminio con su familia
y regresó a su pueblo para ser historiador
y escritor del porvenir yor’eme.
Don Camilo Flores Jiménez se sienta a un lado de su máquina de escribir. A los 87 años, platica en el solar de su casa. Da las impresiones que tiene respecto al Plan de Justicia del gobierno federal para el pueblo Yaqui. Me recibe en su hogar, que a la vez es una biblioteca, un archivo, un estante de mapas, epicentro organizativo, jardín de flores coloridas y desérticas, cuarto o cocina.
“Con el Plan de Justicia, yo no estoy conforme. Porque se trató de rescatar la parte de la sierra donde están los rancheros, que se les controle el ganado. Y resulta que [dieron] hasta para acá nada más, se hizo (la restitución), con el cuento de que paulatinamente se va a hacer”, me dice en entrevista.
Hablamos horas, compartimos un taco, un café. Me muestra mapas del territorio Yaqui en el tiempo. En la entrevista, él sabe lo que quiere decir ante la grabadora y la cámara. Y yo, sin saber que sería nuestro último intercambio periodístico después de 10 años.
Camilo Flores Jiménez, testigo de la historia profunda y de resistencia del pueblo yaqui, falleció en agosto del 2024. Sobrevivió con su familia la deportación porfirista a Tlaxcala y el retorno a territorio Yaqui.
Desde que regresó a su pueblo, destacó por su participación en cargos tradicionales como secretario y como enlace en cuestiones políticas. Participó en los 80 en el Plan Integral de Desarrollo de la Tribu Yaqui con el Instituto Nacional Indigenista. Atestiguó la caravana de los zapatistas en la guardia tradicional de Vícam, donde conoció por primera vez a Adelfo Regino. Luego lo vería en el INPI de Obrador.
Me mostró los cuadriláteros que están en disputa del territorio Yaqui. La restitución que hizo AMLO son terrenos infértiles, donde está “la maña” o los grupos criminales. No es el territorio ancestral que exigen los Yaquis centenariamente, que sigue invadido por rancheros y empresas trasnacionales.
Como escritor de la historia de su pueblo, Don Camilo hablaba de cómo la justicia está íntimamente relacionada con las aguas y las tierras, propiedad de los yaquis. Con el conservar su gobierno tradicional y sus tradiciones. La lengua jiak noki. La paz, porque el crimen organizado los inmoviliza.
El gobierno de la autonombrada 4T termina en un mes. Hizo de la palabra “justicia” un modo de “desarrollo”. Vio que le funcionó discursivamente ‘dotar de justicia’. Al final, desde hace siglos, es una exigencia de los Yaquis y de todos los pueblos indígenas de México: Justicia. Banalizó la palabra.
El INPI expandió esta política y ahora lleva a cabo 11 planes de justicia. Al mejor modo de la cooptación en los pueblos, con dinero directo para líderes orgánicos de las comunidades y programas del bienestar, hizo su “justicia”. Prometió de todo, aunque luego no tiene cómo cumplirlo.
En el pueblo Yaqui, el INPI dio dinero a cargo del erario, estilo salario para los gobernadores tradicionales. Favoreció a algunas familias acarreadas a los eventos de AMLO. A las inconformes, las estigmatizó como conservadoras y las persiguió. Entró a los ocho pueblos con la narrativa de ‘somos indígenas como ustedes y sabemos lo que han sufrido, por eso traemos lo que necesitan’.
El gobierno federal se apropió de símbolos de los pueblos como bastones de mando, como utilería y escenografía, hizo ceremonias o danzas, los usó como objetos de poder. Cuando para los pueblos son responsabilidades, encargos, servicios para las comunidades. Envió una reforma sobre derechos indígenas que omite la cuestión del territorio y la libre determinación.
La 4T con el INPI instauraron un neoindigenismo, diciendo que ahora la relación de los pueblos con el Estado es ‘de tú a tú’. Pero cuando les hablan de tú para reclamarles la violencia de grupos criminales, la falta de agua, la división de sus comunidades, la imposición de megaproyectos, el despojo de recursos naturales, ya no son iguales. Unos tienen el poder y pueden hacer caso omiso de ello.
El neoindigenismo de la 4T tiene una característica a la que llegan desde diferentes resistencias y luchas por la tierra. Es una palabra: simulación.
El abogado mixteco Francisco López Bárcenas describe: “simulación. Porque hay planes de Justicia donde, entiendo, le pusieron bastante atención. Le pusieron recursos, le pusieron toda la maquinaria federal y estatal del gobierno y… no salió”, afirma el experto en derecho indígena, quien tiene varios libros sobre indigenismo en México.
En una muy breve recapitulación, el gobierno se comprometió a dialogar, y después se escondió de las guardias tradicionales para tomar decisiones. Maltrató a los yaquis que lo cuestionaron. Entregó tierras que nadie quiere ocupar, ni resuelven el asunto de la tierra ancestral. Los yaquis esperaban un acueducto que sigue sin funcionar.
La exigencia por el caudal del río Yaqui, ni la mencionan. Sigue el robo de agua y desvío de su río hacia Hermosillo con el Acueducto Independencia para las élites. No hay agua en territorio yaqui, ni para uso doméstico. Las autoridades “se enredaron”, dice López Barcenas, con Conagua en asuntos sobre administración y propiedad del agua. Los yaquis tienen la propiedad desde 1936 y aún así les impusieron una Comisión Jiaki del Agua para administrar acueducto y distrito 18. Sin respetar los órganos tradicionales de toma de decisiones de los Yaquis. Mientras todo sucede, el control del agua sigue en las mismas manos de la agroindustria del Valle del Yaqui.
“¿Cuál fue la justicia que obtuvieron? siguen divididos, sin siembra, sin agua, no hay autonomía real, libre determinación real.
Para el abogado López Bárcenas los planes de justicia son una simulación porque no tienen rango constitucional o recursos claramente asignados para el plan de los planes en el presupuesto de la federación.
En la reforma de derechos indígenas, uno de los derechos escamoteados es el del control de sus tierras y el uso y manejo de los recursos existentes en ellas. En un contexto extractivista… Con esta omisión, el Estado seguirá permitiendo el saqueo de sus recursos naturales, como hasta ahora; escribe Francisco López Bárcenas.
Eso vimos en el experimento que hizo la 4T con el pueblo Yaqui. Y esa es la estrategia neoindigenista que plantea Claudia Sheinbaum: la continuidad de una política pública que ellos creen correcta para los pueblos indígenas… La administración de las injusticias. La imposición de megaproyectos del bienestar.
Los pueblos que luchan por las tierras, las aguas, la vida, resultan una brújula para entender el reclamo legítimo de justicia. Recientemente, en una serie de comunicados, el EZLN envió varios mensajes con la firma del Capitán Marcos:
“Supongamos, sin conceder, que usted entonces reflexiona y concluye que eso es el indigenismo en México: una simulación de cartón piedra como homenaje a un pasado lejano (y manipulable en la historiografía oficial), y miles de injusticias “administradas” por el gobierno en turno, en contra de pueblos originarios en el presente. Para los gobiernos, los pueblos originarios son la materia prima para su fábrica de coartadas “históricas” … y de culpables”.
En la declaración de la Asamblea por el Agua y la Vida los pueblos, comunidades, organizaciones y barrios en resistencia y lucha por el territorio y naturaleza describen el fenómeno neoindigenista:
“Para avanzar con la reorganización capitalista del territorio nacional, la nueva élite gobernante recuperó de sus antepasados estrategias de cooptación y simulación como lo es el indigenismo. Como sí se tratará de mero espectáculo, desde presidencia y sus asesores de comunicación, hicieron una gran puesta en escena para entregar un supuesto bastón de mando al actual capataz, faltando con ello a la verdad, y también faltando a la historia, memoria y al espíritu de nuestros pueblos. Esta simulación, hay que señalar, se ha retomado con quien a partir de octubre ocupará la silla presidencial. (…)
“En Sonora, por ejemplo, con el pueblo Yaqui, se puso en marcha un aparente Plan de Justicia que en los hechos favorece el despojo del agua para abastecer a las industrias mineras y la imposición del gasoducto, al tiempo que se continuó con el asesinato, la tortura y desaparición de varios miembros de la Tribu. (…)
“Junto a los catálogos, los pueblos mágicos, la simulación de la justicia y las puestas en escena, el propio INPI, siempre al servició del capataz, ha impulsado o legitimado asambleas o consultas que no cumplen con las formas y tradiciones de los pueblos. Recientemente, el mismo INPI ha retomado reformas jurídicas que fueron discutidas hace más de 25 años y que hoy no corresponden a las exigencias y problemáticas de nuestras regiones”.
Para que haya justicia, primero hay que escuchar a quienes la claman. Supongo. Y si no… es simulación.
Aunque lo escribí hace tres años, esto continúa, y vale la pena preguntarse ¿Qué es hacer justicia para el pueblo Yaqui? y en sí, ¿Qué es hacer justicia para los pueblos indígenas en México? Hay que preguntarles, y no con consultas chafas.
Botas llenas de Tierra. Tejedora de relatos. Narro sublevaciones, grietas, sanaciones, Pueblos. #CaminamosPreguntando De oficio, periodista. Maestra en Comunicación y cambio social. #Edición #Crónica #Foto #Investigación
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