Este mes se cumple el plazo que dio la Suprema Corte Justicia al Congreso de la Unión para regular el uso de la mariguana. Para impulsar su aprobación, un grupo de activistas recaba firmas y hace campañas de concientización sobre el consumo y las políticas en torno a esta droga
Texto y foto: Arturo Contreras Camero
Frente al Senado de la República, cada martes y jueves, un grupo de usuarios de mariguana monta una carpa y recaba firmas para promover la regulación de la droga. Llevan haciéndolo desde hace dos o tres semanas. Su idea es estar aquí, hasta el próximo 31 de agosto. A veces, con un porro de mariguana entre los dedos.
El último día de este mes se cumple el plazo que dictó la Suprema Corte de Justicia al Congreso de la Unión para regular el tema. De no hacerlo, la Corte debería tomar cartas en el asunto, y decidir sobre el tema. Específicamente, el Congreso debe modificar los artículos 237 y 248 de la ley de salud, referentes a la producción, distribución y consumo de sustancias psicoactivas.
De acuerdo con el máximo tribunal del país, prohibir el consumo de la yerba restringe el libre desarrollo de la personalidad.
Y precisamente eso pareciera que es lo que se lleva a cabo bajo la carpa de recolección de firmas: el libre desarrollo de la personalidad de ciudadanos en diferentes ámbitos. La gente pasa, y mira la planta de mariguana (de plástico) que adorna la mesa donde están los formatos de firmas y se acercan a charlar con los activistas.
“Ay, yo sí pensé que era de verdad”, dice una señora hecha y derecha, con mandil de cuadritos, pelo cano y suéter tejido. “¿Y no la venden? –pregunta– es que a mí me hace muy bien para mis reumas”.
Arturo contesta que no, pero le sugiere firmar el formato. La señora, pluma en mano, duda en hacerlo. “Mejor otro día”, contesta al final.
Resultados como éste, asegura Arturo, miembro de la organización Latinoamericanos por una política sensata de drogas y fotorreportero de la revista Cáñamo, son producto de años de políticas de prohibición en contra de la yerba.
“Yo desde que estoy en este movimiento me he dado cuenta que la sociedad mexicana es bastante hipócrita, porque hay muchos consumidores que no apoyan este tipo de iniciativas. Que se mantienen en el clóset psicoactivo, como le llamamos nosotros, porque temen ser estigmatizados, y bueno, a nadie le gusta que le digan: ‘ey tú, pinche marihuano’”, cuenta mientras ve a la señora alejarse.
Junto a la carpa, que está decorada con pancartas en favor de la legalización, la paz y el consumo responsable, hay un grupo de hombres armando un cigarro de marihuana. Tienen una bocina en la que suena reggae a todo volumen.
“Ellos no vienen con nosotros, pero aquí están, y luego fuman y demás. No son parte de nuestra organización, pero se acepta el apoyo moral”. Arturo es parte del Movimiento Cannábico Mexicano, que asegura, está conformado por más de 50 grupos u organizaciones de usuarios de mariguana.
Arturo acepta que ellos, a veces, también fuman en vía pública, pero todo depende de cómo esté el ánimo de la plaza Luis Pasteur, donde se instalan.
“Hoy no lo hemos hecho, porque hubo una manifestación y está lleno de policías, entonces pues no, pero otras veces sí”. Este tipo de actos, acepta, es para demostrar que no son ningún tipo de vándalos y un poco para desmitificar a los usuarios del cannabis, aunque acciones como esta no llegan sin riesgo.
“Hace una semana habíamos quitado todo, ya nos íbamos, estaba echando lo que nos quedaba de un porrito, y llegaron policías y nos empezaron a extorsionar. No les importó que teníamos menos del (gramaje) permitido (para portación). Ésa es la cosa, mientras siga siendo una falta administrativa, nos van a seguir extorsionando”.
Irónicamente, acepta, una situación así no le habría pasado a la diputada Lucía Riojas, quien la semana pasada, en medio del pleno de la cámara legislativa, entregó un cigarro de mariguana a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, como recordatorio de su compromiso de regular la sustancia.
Mientras ese símbolo fue aplaudido se difundió copiosamente en redes sociales, los activistas de esta carpa sufren señalamientos de ser disolutos sociales e incitar a los vicios. “Nosotros sólo buscamos fumar en paz”, asegura Arturo.
El trabajo de Arturo y los que lo acompañan bajo la carpa solo se centra en promover la firma de la petición. También tiene que dar información al respecto, por lo que conoce el proceso legislativo de la regularización de la cannabis al derecho y al revés.
“El jueves pasado (11 de octubre) se dio una reunión de comisiones”, empieza su resumen. “Estaban la de Salud, la de Justicia, la de Seguridad Pública, la de Estudios legislativos, que son las que están llevando la iniciativa. En la reunión dijeron que para el jueves o el viernes van a tener un predictamen que van a pasar a las comisiones del senado para su discusión”.
Este predictamen incluirá el análisis de las 15 iniciativas que se han presentado hasta el momento a ambas cámaras. Entre ellas se incluye la de la secretaria Sánchez Cordero, que a palabras de Arturo es la más completa, a pesar de que incluye la propuesta de crear un registro nacional de usuarios de cannabis, y que promueve la creación de una empresa estatal que regule la producción y distribución de la planta.
También hay una del senador Miguel Ángel Mancera, que se fija más en asuntos comerciales y que, por tanto, incluye el uso de comestibles, como dulces, chocolates o mantequilla cannábicas. Incluso hay otras que buscan que se promueva el uso de la planta para el desarrollo de industrias textiles, pues sus fibras son de alta resistencia. Tanto, que las velas de las tres carabelas en las que Colón llegó al Nuevo Mundo estaban hechas de este material.
Sin embargo, a pesar del mandato judicial de la Suprema Corte, hay una ligera posibilidad de que el tema no se discuta en las cámaras.
“Si hasta este día, estos güeyes se hacen güeyes –dice Arturo mientras señala al edificio del Senado– y los diputados también se hacen güeyes, entonces la Suprema puede decir: saben qué, vamos a eliminar estas leyes porque van en contra de la constitución, y obviamente quedarían muchos huecos legales”.
Alrededor de la regulación en torno a esta droga se ha ido gestando un mercado pujante de productos derivados de la yerba. Es común encontrar en internet y en venta entre particulares, de boca en boca, productos de CBD, una de las sustancias activas de la marihuana, la que tiene finalidades terapéuticas.
En colonias como la Roma o la Condesa cada vez es más común encontrar smokeshops, donde uno se puede abastecer de toda la parafernalia necesaria para el consumo de la droga en diversas formas y presentaciones (aunque nunca la yerba en forma).
Por eso hay iniciativas, como la de Mancera, que se centran en el comercio de la sustancia. Aunque algunos podrían ver esto como una perversión de su uso, pues lo asocian a cuestiones espirituales y rituales, Arturo cree que es parte de desarrollar derechos para todos.
“Son las libertades. Es el punto, o sea, tanto yo, con la regulación, debería tener la libertad de cultivarla, así como hay personas que quieren hacer negocio, pues que pueda hacerlo. El problema sería que las leyes favorezcan solo una cosa u otra”.
Para Arturo, y para el Movimiento Cannábico Mexicano, cualquier regulación debe garantizar cuatro puntos esenciales: que se permita la posesión simple y suficiente para cada usuario, que no se haga un registro nacional de usuarios, que su consumo sea libre en espacios adecuados (como lo es el consumo de tabaco o alcohol) y que se pueda acceder al uso de toda la planta; después de todo, de qué sirve poder cultivarla si la compra o venta de semillas se prohíbe.
Después de dos (o tres) semanas de montar la carpa frente al Senado, Arturo estima que han recolectado unas 800 firmas, más otras 4 mil 300 que tienen en una campaña en la plataforma change.org. No sabe muy bien para qué las recolecta, o si los legisladores siquiera las van a tomar en cuenta, peroa segura que acciones como esta, ayudan a poner el tema en la agenda pública.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona