Los resultados de una encuesta aplicada a 105 periodistas mexicanos activos durante la pandemia son demoledores: la mitad trabaja con ansiedad, estrés o depresión; la otra mitad tiene obesidad y problemas cardiovasculares. Ocho de cada 10 aumentaron su jornada de trabajo, pero no su economía y dos de cada 10 tuvieron que buscar otro empleo
Texto: Vania Pigeonutt
Foto: Margarito Pérez Retana / Cuartoscuro
Nuestro trabajo es una actividad esencial, dice directa Jade Ramírez Cuevas Villanueva, coordinadora del área de Libertad de Expresión de la Red de Periodistas de a Pie.
Luego explica: “Lo estamos haciendo, como los doctores, enfermeras, camilleros, personal administrativo y de terapia intensiva en un hospital. La diferencia es que los periodistas lo hacemos sin herramientas, con muy pocos insumos, con muy poco estímulo ni reconocimientos”.
Por el contrario, lo que hemos enfrentado en estos meses de pandemia es la precarización laboral, reducciones salariales, incertidumbre y despidos. El peor saldo, del que nadie habla: al menos 15 colegas han muerto por complicaciones de covid, enfermedad que adquirieron trabajando.
Ese fue el objetivo de la encuesta “Situación de los periodistas frente al covid–19” : conocer y visibilizar los problemas que han enfrentado los periodistas mexicanos durante la cobertura de esta pandemia.
Y el resultado es poco menos que alentador:
“Estamos en una situación grave, en una adversidad complicada, porque hay enfermedades, obesidad, sobrepeso, enfermedades crónicas que ya tenemos de por sí y que ante la pandemia es más difícil de llevar. Vimos las repercusiones o impactos a la economía, la salud y los contenidos, se reflejan en los resultados de manera combinada: el deterioro en el ámbito personal que genera alteraciones a la salud y los obstáculos que se han superado en los primeros siete meses para seguir informando”, explica la periodista, radicada en Jalisco.
La encuesta fue contestada por 105 periodistas de distintos estados del país, aunque la Ciudad de México concentró una tercera parte. El 70 por ciento de los encuestados tiene entre 26 y 45 años, es decir, está en el momento de mayor actividad laboral; las mujeres periodistas representan el 58 por ciento de esta muestra.
El ejercicio ilustra las condiciones generales de las periodistas en México, a través de una serie de reactivos que permiten dimensionar ¿qué estamos viviendo en nuestras coberturas?, ¿qué está significando para nosotros?, ¿qué problemas tenemos enfrente?
“En el contacto con los colegas, en la medida en la que se prolongaba la pandemia, se veían pequeñas crisis. pero consecutivas. Nos dimos a la tarea de diseñar esta encuesta para poner en números la precariedad laboral, los daños a la salud, el impacto psicosocial (que algunas ya teníamos) de estar cubriendo más de 12 años una guerra que no pedimos. Esta encuesta se puso online, con el apoyo extraordinario de Técnicas Rudas, una organización, una colectiva aliada de Periodistas de a Pie”.
–¿Qué arrojó sobre las condiciones laborales de los periodistas durante la pandemia?
– En más de 73 por ciento se le diluyeron los horarios de trabajo y por lo tanto se duplicó la chamba. En contraste, una mayoría gana menos de 20 mil pesos al mes y otra mayoría está entre 3 mil y 5 mil pesos por mes. Se les duplicó el trabajo y no recibieron ningún estímulo económico por parte de sus empleadores. Hay un porcentaje muy pequeño, el 2 por ciento, que respondió que recibió un estímulo salarial cuando los horarios se diluyeron para todos y los horarios de trabajo se multiplicaron.
Eso, a los que les fue bien y conservaron el empleo. La mayoría contestó que ha tenido dificultades con sus pagos y a varios no les renovaron el contrato y tuvieron que emplearse en otros oficios. “Este es un primer resultado, un primer eje”.
En el segundo eje fue sobre las condiciones laborales para reducir los riesgos de contagio.
“Llevamos 15 personas que han fallecido por covid-19. Enfermos n cantidad de periodistas”, dice Jade.
Luego enfoca sus baterías en los principales responsables: los directivos y dueños de los medios de comunicación.
“Son el principal agente que pone en riesgo a los periodistas en México dotando de muy pocos insumos de seguridad, sin hacer un estudio clínico serio de cómo se encuentra el estado de salud de sus redacciones y mandándolos a reportar en condiciones adversas”, dice.
El otro agente que pone en riesgo a las y los periodistas en la pandemia, son las propias fuentes de información, al organizar eventos en espacios cerrados, o convocar a la cobertura de tumultos, marchas, protestas. La opción de las conferencias virtuales no ha sido asequible para el periodismo, pues no todos tienen acceso a un espacio aislado para trabajar y no han tenido garantías de que las preguntas realizadas por esa vía tengan respuesta.
El tercer eje de la encuesta está en los impactos a la salud y a la salud mental. El diagnóstico no es bueno:
“Más de 50 por ciento de los encentados presenta ansiedad, estrés, irritabilidad y depresión (…) 36.1 por ciento de los encuestados tiene obesidad, 5.7 hipertensión, 3.8 por ciento problemas pulmonares y 1.6 por ciento diabetes”.
“Lo que viene es organizarnos y visibilizar. Ponerle nombre y apellido a quienes nos ponen en riesgo. Porque más del 35 por ciento de los encuestados tuvo que encontrar otro ingreso salarial; además de que se le multiplicó la chamba, se lo disminuyeron y tuvo que encontrar otro recurso, otra vía de ingresos de recursos. Esto pega mucho en el ánimo”.
Cubrir la pandemia es más que un recuento de enfermos, intubados y muertos, dice Jade. Tiene que ver con la desigualdad social, desvío de recursos, impunidad y con un uso equivocado del poder. Es lo que estamos haciendo los periodistas de a pie en esta pandemia, mostrando cosas más allá de los números.
Por eso es necesario el reconocimiento de la gente. “Que una persona se acuerde y tenga en su cabeza, cada que lee una nota, un reportaje o una transmisión en vivo, que ese periodista quizá está viviendo un cuadro de estrés, de ansiedad, de precariedad salarial y de mucho conflicto con su oficio”.
Reconocerlo, explica Jade, «no sólo es para interpelar a las emociones o que nos tengan lástima, sino para que se entienda por qué un trabajo esencial como este vale la pena».
En cuanto a las instituciones públicas, dice, deberían considerar que este es un perfil laboral y profesional que debería tener acceso libre y gratuito a los servicios de salud. Entender que un programa especializado para atender periodistas requiere un tratamiento diferenciado, “no porque seamos diferentes y especiales, sino porque nuestros horarios y nuestras cargas laborales son complejas”.
Otro mecanismo sería tener una plataforma desde donde denunciar a quienes nos han precarizado, explica Jade. Algo así como el #MeToo de la precarización laboral para alertamos sobre quiénes nos han maltratado profesionalmente y vulnerado derechos.
“Los periodistas estamos trabajando como si trabajaran para una empresa outsourcing firmando contratos cada tres meses. Están dejando su vida integridad física de por medio y lo mínimo que se le debería de exigir a todas esas instituciones y empresas, si no van a mejorar los salarios, es que garanticen otros derechos laborales”.
Pero para eso necesitamos organizarnos. “Las soluciones no vendrán de legisladores, políticos, fondos especiales, becas o recursos públicos de cooptación, ni partidos”.
La solución es compleja, dice Jade. Pero sobre todo, la solución es autogestiva.
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