12 mayo, 2020
Alrededor de 400 payasos en el Valle de México son asfixiados por la crisis económica derivada de la contingencia. A nivel nacional, calculan, son casi 6 mil
Texto: Vania Pigeonutt
Foto: Victoria Valtierra / Cuartoscuro
La última vez que el payaso Chay dio un show tenía un mes sin trabajar. Recuerda que ya había casos de covid–19, pero la fiesta fue muy cerrada, la mayor ilusión de la niña cumpleañera era verlo disfrazado, y el papá, cuenta, le llamó para pedirle que asistiera con las precauciones a la fiesta familiar.
“’¿Cuánto cobras?’, ‘mil pesos el show que lleva juguetes, regalo al festejado y una actuación 100 por ciento infantil’. Me dice: ‘si me puedes hacer favor, hazme una rebajita, las cosas están medio difíciles’. Sale, le digo, lo que me ofreciera lo iba a agarrar, la persona completó 800 pesos”.
Para el gremio de los payasos, que bien pueden ser cirqueros, callejeros, zanqueros, globeros, de fiestas infantiles, como es en parte su caso, la pandemia ha roto su economía familiar. Él y su esposa, la payasa Pildorita, padecen los estragos y fue un milagro, dice, tener trabajo en estos días de encierro.
Alberto Baena Flores, Chay, acudió junto a otros de varias organizaciones de payasos conformada en la Unión Mexicana de Artistas Populares, al Palacio Nacional el viernes 8 de mayo, a recibir una respuesta de apoyo por parte del gobierno federal. Que les dieran unas despensas o algún crédito a la palabra.
La Unión Mexicana, dice, es una de las agrupaciones más grandes en México y a nivel nacional. Es la primera asociación de payasos que se formó en México. Iba el Grupo Metropolitano de Payasos, que preside el payaso Turrón, otros payasos de la asociación Dibujando caritas felices.
Calcula que son al menos 200 payasos de la Ciudad de México y 200 del Estado de México asfixiados por la situación económica. “Hay compañeros que no se gastan los cinco pesos del Metro porque eso es lo que les van a llevar de tortillas a sus chavos. Hay quien ya no tiene para comer”.
El payaso Chay estima que en México alrededor de 6 mil payasos no quieren perder la alegría porque consideran que es una de sus herramientas de trabajo, pero en estos días lo que los caracteriza es la incertidumbre. A él y a su esposa los ha apoyado su familia. Les llevan comida, les dan dinero para que puedan comprar sus alimentos.
En total han ido cuatro veces a la calle de Moneda a revisar si el gobierno, que dice, prometió ayudar a los pobres en palabras de Chay, les da una despensa y los dignifica como payasos. Su trabajo –continúa– es igual de importante que el de un ingeniero, un maestro o un licenciado, pero ellos no tienen certeza laboral, como otras 31 millones de personas en México.
“Ir al gobierno central sí nos genera gastos. Ayer (viernes), los que fuimos desde la once y media de la mañana que tuvimos una reunión con Berenice (líder de botargueros de la calle de Madero), hasta las 6 y media de la tarde que nos desocupamos, ya todos moríamos de hambre, un compañero que dice: ‘traigo 500 pesos, vamos a entrar al oxxo, a comprarnos unos refrescos y hay un señor aquí que está vendiendo tortas de a 20 pesos’”, narra.
Para que les dijeran que podrían resolverles después. Les darían alrededor de 100 despensas y será Berenice, la lideresa de botargueros, quien decida cuántas les da a ellos, Chay calcula que no más de 40, que fue la primera oferta. Lo tendría que aceptar, están muy desesperados.
“El contingente que marchó el 31 de abril consiguió un apoyo de 200 despensas. Algunos compañeros salieron beneficiados de las despensas. Los compañeros les dieron un donativo de chile marrón y algunas cosas, se les apoyó, estamos esperando la respuesta de la Fundación Caritas, para ver si nos pueden ayudar con despensas. O la iniciativa privada, porque solos no podemos solventar esto”, explica.
No entiende si el gobierno no los puede ayudar o no tienen voluntad política.
Chay cuenta que tiene 23 años de payaso. Su esposa debe tener unos 9 o 10 años. Hacen show juntos. Empezaron a hacer un show de rutinas compartidas, cuando ella ya no podía entrar al área de cuidados intensivos a ayudarlo a él, ya sólo podían entrar payasos y se hizo una.
“Nuestra personalidad la tenemos que sobrellevar, porque no podemos dar alegría si nosotros no somos felices, tenemos que tratar de ser felices para dar alegría. Nosotros estamos sobreviviendo, estamos tocando las puertas con asociaciones si no pueden ayudar con despensas para pasar este trance”.
De las cosas que más le duelen son no poder asistir a los hospitales. Siente que es su manera más importante de ayudar. En marzo asistirían al hospital Federico Gómez.
Cuando Chay cuenta siente ganas de llorar. De hecho solloza con nostalgia.
“Vamos al área intensiva donde los niños están en fase terminal, a tratar de arrancarle una sonrisa a un niño de esos, porque no sabes si a la otra vas a poder verlo. Nos enfocamos a ese tipo de niños, nos damos a la tarea de llevar juguetes, rompecabezas, se los llevamos a regalar a esos niños. Vemos cómo los están hemodializando. Llegas a ver en las máquinas cómo su sangre está siendo lavada, niños con cáncer, niños que tienen capacidades diferentes, ves unas cosas muy trágicas y tienes que ser valiente porque no puedes ponerte triste ni llorar, tienes que entrar alegre”.
Esperan poder pronto tener ayuda.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona