21 marzo, 2024
24 comunidades celebraron en la Costa oaxaqueña la suspensión de la construcción de un megaproyecto eléctrico que amenaza con destruir las aguas de un río ancestral; aunque la obra todavía no es cancelada por el gobierno federal
Texto: Karen Rojas Kauffmann / El MuroMx
Información: Antonio Mundaca /
Fotos: Donají Quintas /
OAXACA. – El calor en Paso de la Reina supera los 40 grados. Junto al Río Verde al menos 24 comunidades chatinas de la Costa oaxaqueña, organizadas a través del Consejo de Pueblos Unidos por la Defensa del Río Verde (Copudever), entregan ofrendas al agua templada. Desde la madrugada van de un ritual a otro mientras alimentan el fuego. Celebran el quinto año de haber ganado un amparo que detuvo la construcción de un megaproyecto que durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, amenazaba con dejarlos sin agua, sin tierras ni vínculos ancestrales.
Eva Castellanos Mendoza, integrante de Copudever, asegura que para ella y su familia el río significa “la vida”. Recuerda que cuando no había agua potable en la región enclavada en aquel monte costero, a dos hora de la carretera federal que conecta con Jamiltepecc, usaban el agua para lavar la ropa, los trastes o bañarse. “Mi papá pescaba todos los domingos mojarra y mi mamá hacía un caldo que nos sentábamos a comer todos mis hermanos y yo a orillas del Río”.
“Antes de la lucha que encabeza el Copudever por la defensa del Río Verde, no conocíamos nuestros derechos. Además era muy difícil que una mujer pudiera asistir a una asamblea comunitaria porque no se nos tomaba en cuenta”. A raíz la defensa comunitaria del río, dice Eva Castellanos, “nos dimos cuenta que todas nuestras voces valen y ahora participo de manera directa en la toma de decisiones. Conozco mis derechos como mujer, como madre y ciudadana y creo que si desaparece el río, las comunidades que lo rodean morirán con él, porque nuestros antepasados llegaron y se quedaron aquí al ver que era un buen lugar para vivir”, explica.
Eva está sentada mirando a los niños que arrojan flores al río. Cuenta que llevan alrededor de 10 años informándose sobre los perjuicios que trae una presa, y que fue a raíz de la información que conocieron de otros estados, de otros países con el mismo problema, que se organizaron colectivamente y cocrearon el Consejos de Pueblos Unidos por la defensa del Río Verde, un comité especial donde defienden jurídicamente el derecho a las aguas del cauce. Con la mirada puesta en las orillas, comparte la comida con otros que vinieron desde los pueblos vecinos, luego de atravesar hasta seis horas de viaje entre las montañas.
La reunión comunitaria además de un festival es una oportunidad de escuchar las experiencia sobre cómo cada comunidad ha combatido la violencia de los proyectos extractivos. Para Saúl Hernández, excomisariado de Bienes Comunales del municipio de Tataltepec de Valdés, uno de los 26 ayuntamientos indígenas que participan en el encuentro anual,el Río Verde también les regala material pétreo, bloques de piedra, cantera o teyolote que el río arrastra y se queda en la parte baja. Explica que mucha gente vive de la venta de grava, “por eso por eso también hubo muchas amenazas de despojo a las comunidades”, aclara.
Leonor Díaz, catequista y representante eclesial de la parroquia de Puerto Escondido, asegura que las mujeres, a través de la cooperativa Ecosta Yutu Cuii, impulsan actividades de conservación de flora y fauna en la costa oaxaqueña.
“Con las aguas del Río Verde la tierra es más productiva, la ganadería se mantiene estable y la pesca nos alimenta. Para la comunidad el río no tiene precio. Si algún día la CFE represara sus aguas, el cauce libre y caudaloso del Río Verde, moriría”.
Por eso, dice con la mirada encendida por la luz de las doce del día, “nosotras seguimos insistiendo en la cancelación de la presa, la suspensión no es suficiente. Hasta ver cancelado el proyecto tendremos paz, no estaremos tranquilos”, denuncia Leonor enérgicamente.
“Todo el tiempo hay campañas donde el gobierno le llama desarrollo al saqueo de los recursos naturales. Ellos le llaman desarrollo a estancar las aguas del río; luego va a llegar el turismo y personas desconocidas van a querer construir el megaproyecto; van a dañar el cerro, las montañas y, si lo permitimos, van a entrar muchas personas desconocidas sin arraigo en la comunidad. Los ingresos económicos siempre son para el Estado, nunca son para las comunidades”, advierte.
El proyecto detenido para la construcción de la presa en cualquier momento puede ser reactivado, sobre todo porque los proyectos como el Corredor Interoceánico o el Tren Maya -diseñados para desarrollar el sur de México- necesitan electricidad, y Paso de la Reina se encuentra en esta ruta estratégica, sostiene Heladio Reyes Cruz, promotor ambiental de la organización Ecosta, ubicada en Villa de Tututepec.
“Intentaron hacer el proyecto sin una consulta adecuada, sin información previa libre e informada. Después de una batalla intensa se detuvo el megaproyecto pero el gobierno se niega a cancelarlo. Es un proyecto que sigue latente para más de 20 pueblos que ya conocen sus derechos y han resistido los embates para conservar su medio de vivir y su patrimonio ancestral”, afirma el también especialista en agroecología.
“La construcción de una presa tiene implicaciones sociales, culturales, económicas y ambientales. La construcción de una cortina en el río, en la parte baja, reseca la tierra y en la parte alta, la inunda. Estos dos fenómenos provocarían el desabasto de peces y el deterioro de la tierra”, expone con precisión Reyes Cruz.
Afirma que las comunidades han empezado a desarrollar técnicas de cultivo estratégicas sin el uso de agroquímicos, y a reducir fertilizantes e insecticidas para conservar la cuenca del Río del Verde. El objetivo, dice, “es mitigar la deforestación para que no se afecten las zonas de recarga de agua y se pierdan manantiales y acuíferos. La premisa de la defensa comunitaria en la Costa es implementar un modelo de conservación campesina con reservas forestales”.
Cae abruptamente la tarde. Los niños pisan la tierra y realizan bailes tradicionales vestidos de manta y de negros. Mujeres venidas de todos los rincones de la costa se trepan en lanchas de jonote para arrojar jacarandas adentro del agua. Hacen oraciones y mandas para que durante este año no sea tan severa la sequía. Le prometen a las aguas del Río Verde, que si se regenera desde la sierra oaxaqueña donde nace, y es bueno con los cultivos, ellas defenderán su caudal de los invasores.
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