Parir una revolución

21 noviembre, 2020

Con la segunda ola de la pandemia, y el segundo cierre de escuelas en Italia, también llegó la desilusión y el cansancio; a diferencia de hace nueve meses, cuando todo era desconocido y la Didáctica a Distancia era como una tierra inexplorada, ahora se ha convertido en una costumbre pesadísima que más que otra cosa, provoca apatía

Tw @cynthiaitalia

En 1986, el político y escritor Dany Cohn-Bandit escribió “La revolución y nosotros, que la quisimos tanto”, un recuento de hechos y entrevistas para explicar los últimos movimientos sociales que cambiaron al mundo, desde el ‘Black Power’ hasta la revolución sexual y feminista.

Él mismo fue uno de los personajes más visibles de 1968, donde el movimiento estudiantil en Francia y varias partes del planeta protagonizó protestas y enfrentamientos, algunos de ellos, muy violentos que casi siempre terminaron con las escuelas cerradas.

Cuando en septiembre comenzó el actual ciclo escolar, en Italia (que había sido el único país de Europa que no volvió a abrir las escuelas desde que las cerró aquel 21 de febrero) hubo un respiro de alivio al saber que nuestros hijos regresarían a las aulas. 

El gobierno italiano, después de estiras y aflojas, había decidido, quizá presionado por las muchas manifestaciones que se llevaron a cabo durante el mes de junio por parte de madres de familia, que las escuelas tenían que abrir y que al menos, los más pequeños debían continuar en presencia.

Fue una decisión a medias, vistas las circunstancias de haber decidido dejar a los más grandes con clases on line, pero al mismo tiempo, significó una certeza de que poco a poco regresarían todos, pues después de más de seis meses sin clases podíamos confirmar lo díficil que había sido la Didáctica a Distancia, no sólo porque las madres de familia hubiéramos tenido que hacer de maestras y cuidadoras de tiempo completo (y en muchos casos renunciar a un empleo y a un suelo para poder hacerlo), sino porque se hizo palpable lo indispensable que son las escuelas para el entorno social de niños y jóvenes por igual.

Mirarse a los ojos, abrazarse, compartir secretos, bromear entre compañeros, sentir que el niño o la niña de a lado les gusta, sorprenderse con las primeras mariposas en el estómago, y muchas más experiencias, es casi siempre algo que inicia en las escuelas y este año por la pandemia también eso ha quedado en suspenso.

Al cumplirse nueve meses de la emergencia sanitaria, pienso en todos los  altibajos, pues cuando por fin parecía que se estaba encontrando un equilibrio ante la falta de espacios y maestros, llegó tempestivamente la segunda onda a Europa y nuevamente Italia, como otros países del continente sufre por los miles de contagios y muertes diarias.

La reacción inmediata del Gobierno aquí, fue volver a cerrar escuelas, lo que ha convulsionado nuevamente a los jóvenes que han pasado meses atrás de las pantallas tratando de encontrar una razón para seguir y no perder la motivación.

Sin embargo, la realidad es que con la segunda onda también llegó la desilusión y el cansancio, pues a diferencia de hace nueve meses cuando todo era desconocido y la Didáctica a Distancia era como una tierra inexplorada, ahora se ha convertido en una costumbre pesadísima que más que otra cosa, les provoca apatía. 

“El efecto se ve hasta con la relación entre amigos, que después de cinco horas de lecciones en línea, ya ni siquiera les quedan energías para comunicarse con sus amigos como lo hacían la primavera pasada”, reconoce Laura Angelucci, una de las madres del movimiento “A la escuela”, que se manifiesta todos los días frente al palacio de Gobierno de Milán y que da cuenta del sentido de incertidumbre e inestabilidad que han crecido entre los estudiantes que aún no pueden ir a estudiar a sus propias escuelas.

Algunos lo llaman el “Síndrome de la cabaña”, donde el no salir hace crecer miedos y ansiedades.

Las madres que integran “A la escuela”, sólo piden una cosa: que abran los centros educativos porque la desilusión, la indiferencia y el cansancio entre sus hijos crece, sin que la luz al final de este túnel se alcance a ver.

Por eso, las protestas en los últimos días se han multiplicado. Cada día las noticias de nuevos grupos afuera de las escuelas cerradas se reproducen porque el miedo que genera a las madres la desilusión de sus propios hijos ha superado el miedo que hay hacia la enfermedad, además porque se ha comprobado que en las escuelas, al menos aquí en Italia donde se siguen al pie de la letra todas las medidas de seguridad, son mejores lugares para los estudiantes.

Italia, que a lo largo de su historia ha sido considerado un país laboratorio para Europa, en esta pandemia no ha sido la excepción. 

Para bien y para mal, desde hace nueve meses ha anunciado lo que sería y llegaría en otras partes del continente y del mundo.

Hoy, que han pasado nueve largos meses de emergencia sanitaria, se ha gestado entre madres, estudiantes y maestros, una lucha por regresar a las escuelas. Afuera de las escuelas vacías siguen ahí para exigir clases en presencia y un futuro, que sin educación, simplemente no existirá.

Cynthia Rodríguez

Periodista mexicana radicada en Italia, donde ha sido corresponsal para varios medios. Autora del libro Contacto en Italia. El pacto entre Los Zetas y la 'Ndrangheta, sobre los lazos entre uno de los grupos criminales más antiguos del mundo y uno de los cárteles emergentes más temidos de toda la historia en México. Tiene una maestría en Migración por la Universidad de la Sapienza y otra sobre Combate a la criminalidad organizada y la Corrupción por la Universidad de Pisa.