Hay que construir una reforma que garantice la verdadera independencia de las autoridades encargadas de la administración e impartición de justicia y que se encamine a resolver los vacíos y obstáculos que existen para que todas las personas puedan gozar efectivamente de su derecho a un medio ambiente sano
Por Gustavo Alanís Ortega
En México, el acceso a la justicia y el fin de la impunidad continúan siendo una aspiración.
A pesar de avances sustanciales alcanzados en las últimas décadas, la inseguridad y la violencia prevalecen; derechos humanos, como el derecho a un medio ambiente sano, están lejos de ser garantizados.
Nuestro país cuenta con un sólido marco legal en materia ambiental. En la legislación de la que nos hemos dotado las y los mexicanos ya se encuentran muchas de las claves para construir una sociedad de paz, con un futuro sustentable, donde podamos alcanzar el bienestar social con respeto al patrimonio natural del que depende nuestra sobrevivencia. Históricamente, los obstáculos para su observancia y cumplimiento los encontramos en los intereses políticos y económicos que se han colocado por encima del bienestar de los ecosistemas, de los derechos humanos de las personas y comunidades, así como de la tierra y territorio en que éstas habitan.
El proceso de reforma judicial que ha iniciado a nivel nacional constituye una gran oportunidad para corregir esta situación y para hacer que el país acelere su paso hacia la consolidación del Estado de Derecho donde imperen la justicia y el respeto a las personas, a los pueblos y las comunidades y al planeta que habitamos todos.
Un futuro prometedor para México será aquel donde el acceso a la justicia esté garantizado como un derecho fundamental; donde todas las personas tengan posibilidad de acudir a las autoridades para obtener protección de sus derechos, ser tratados con igualdad y no discriminación en todos los procesos, y donde cuenten con las herramientas y mecanismos legales necesarios para buscar la resolución de sus conflictos de manera justa e imparcial.
Lo anterior requiere que actores -tanto privados como públicos- cumplan la ley y acaten los límites, cauces y lineamientos que imponen la Constitución y las normas que de ella derivan, lo cual hoy en día en muchos casos no sucede. Se requiere también que el poder judicial sea dotado de total independencia en todos sus niveles y de mayores recursos y capacidades. También será fundamental eliminar trabas y alinear procedimientos para hacer más fácil la impartición expedita de justicia.
En México, el acceso a la administración e impartición de justicia enfrenta barreras legales y prácticas que deben ser resueltas. Las barreras legales incluyen reglas y procedimientos que impiden, dificultan o retrasan la justicia administrativa y judicial. Las barreras prácticas se refieren a las situaciones y condiciones que desaniman a las personas a defender sus derechos y afectan el funcionamiento de los sistemas de justicia.
Una reforma que garantice la verdadera independencia de las autoridades encargadas de la administración e impartición de justicia y que se encamine a resolver los vacíos y obstáculos que existen para que todas las personas puedan gozar efectivamente de su derecho a un medio ambiente sano, debe incorporar de forma integral los siguientes aspectos:
Así las cosas, se espera que con altura de miras, voluntad política y pensando en un México más justo para todos, estás y muchas otras sugerencias y recomendaciones que se han hecho con respecto a la reforma al Poder Judicial sean tomadas en consideración e incorporadas en el texto final que apruebe el poder Legislativo. No es tiempo de venganzas, no es momento de anteponer, una vez más, los intereses personales y de unos cuantos sobre los de la mayoría de los mexicanos. Tiempo al tiempo.
Gustavo Alanís Ortega, Director Ejecutivo del Centro Mexicano de Derecho Ambiental, A.C. (CEMDA).
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona