El acuerdo entre el PRI y el PAN en Coahuila muestran un vicio arraigado en la política mexicana: la ficción de construir entidades autónomas que, en realidad, parecen extensiones de los partidos. ¿Por eso deberían desaparecer estos organismos? No, pero sí corregir su operatividad
Texto: Alejandro Ruiz
Foto: Daniel Augusto / Archivo Cuartoscuro
CIUDAD DE MÉXICO. – En un furibundo discurso desde el pleno del Senado, la precandidata presidencial de la coalición PRI-PAN-PRD lanzaba una arenga por la transparencia, la democracia y la defensa de los organismos autónomos.
La escena es de julio de 2023, y el motivo de su discurso era denunciar la intervención del presidente Lópe Obrador en los nombramientos del Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI).
Mientras Gálvez hacia lo suyo en el Senado, en Coahuila el dirigente de su partido, Marko Cortés, firmaba un acuerdo político con el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, con el entonces gobernador electo de ese estado, Manolo Jiménez, y con los ex gobernadores Rubén Moreira y Armando Tejeda.
En el acuerdo, ambos partidos se repartían candiaturas municipales para el proceso electoral de 2024, así coo secretarías en la nueva administración de Jiménez. También la titularidad del Instituto de Transparencia de Coahuila, 6 notarías públicas y el 20 por ciento de las direcciones de planteles educativos y universidades. Además, pactaban la ratificación de un magistrado a quien llamaron Bernardo.
El acuerdo se rompió, y Marko Cortés lo hizo público en sus redes sociales para reclamarle al PRI su incumplimiento del pacto.
Sus motivos, dijo, fueron «el honor a la verdad y transparencia», aunque en la opinión del abogado y defensor de derechos humanos, David Peña, «el propio reconocimiento del documento me parece un acto de cinismo extremo».
«El PAN ha enarbolado esta bandera de defensa del INAI, por ejemplo, diciendo que es un contrapeso político, que es indispensable tener estos contrapesos al poder. Pero por otro lado, suscriben acuerdos en donde se reparten, o se le entregan a un aliado del gobierno el nombramiento del Instituto de Transparencia de Coahuila. Todos estos argumentos de contrapeso político, equilibrio, entidad de observancia se van a la basura».
Sin embargo, el abogado no quita el dedo del renglón en perfeccionar a estos organismos. ¿Cómo? modificando sus mecanismos de elección internos.
David Peña es claro en su análisis: tanto los partidos políticos, como el Gobierno Federal, han arremetido en contra de los organismos autónomos.
El problema no es único de este sexenio, y en realidad es más una falla estructural de nuestro sistema democrático.
“Hay que ciudadanizar las decisiones políticas. El tema de que sigan siendo una entidad que sean nombrada mediante la participación directa de los partidos políticos, es un tema de acuerdos políticos que a nadie beneficia. Tendría que revisarse el modelo de elección interna de los organismos autónomos. Por ejemplo, se han intentado modelos donde se han creado consejos ciudadanos, y que sean los consejos ciudadanos los que hagan propuestas de nombramientos”.
El mismo origen de estos organismos devela su necesidad. Por ejemplo, en momentos de transición política el nacimiennto del Instituto Federal Electoral (ahora INE) fue fundamental para crear instituciones independientes de los poderes de la Unión, y evitar que su decisiones se mancharan por los acuerdos partidistas.
Aunque no todo ha sido un camino de rosas, pues en muchas ocasiones su autonomía o independencia ha quedado en duda. Por ejemplo, cuando la institución electoral ha ignorado, o minimizado, los financiamientos irregulares de campañas políticas en época de elecciones, o la participación de familiares de los candidatos en áreas relacionadas con el conteo de votos.
Otro ejemplo es la actual dirección de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, quienes en reiteradas ocasiones han emitido comunicados respaldando las visiones del ejecutivo federal, y no una observancia de manera independiente.
Pese a esto, David Peña asegura que estos organismos «han tenido una evolución bastante positiva. Ojo, que yo no hablo del trabajo o resultados, sino de que su existencia ha permitido tener otro tipo de información más creíble, y una toma de decisiones más certeras”.
Sin embargo, precisa, sigue habiendo obstáculos para garantizar su autonomía. Uno de ellos, son los nombramientos y vigilancia de estos organismos, que dependen, en última instancia, de los poderes Ejecutivo y Legislativo, «lo cual los sujeta todavía a presiones políticas, o acuerdos políticos».
En el país hay ejemplos de modelos de nombramientos en organismos autónomos que podrían replicarse, o perfeccionarse.
David Peña enlista algunos:
«El nombramiento y ratificación del titular de la Fiscalía en la Ciudad de México es un ejemplo, pues su titular es propuesto por un Consejo Judicial Ciudadano, que evalúa el desempeño y los perfiles, aunque en última instancia el Congreso es quien decide».
Otros ejemplos son el Coneval o el INEGI, donde sus integrantes nombrados por consejos internos compuestos por sociedad civil y gobierno. En esos procesos de selección, además se pide no tener vínculo alguno con partidos o figuras políticas.
En el caso de la evaluación, David Peña recuerda el modelo que se diseñó para la transición a las Fiscalías autónomas. Modelo que, sin embargo, se desechó en la reforma de 2021.
«Ahora estamos empezando con el modelo de las autonomías de las fiscalías, que no ha logrado cuajar. Todavía está muy incompleto porque aún están sujetas todas las fiscalías a presiones políticas. Una vía, que me parecía adecuada, era lo que decía la ley antes de la reforma de 2021, donde facultaba a un Consejo Ciudadano a hacer evaluaciones objetivas del desempeño de la Fiscalía. Podría ser una vía para lograr una mayor participación de ciudadanización en entidades autónomas».
Al final, David Peña concluye:
«Los organismos autónomos no están mal, el modelo es adecuado, lo que hay que corregir es su operatividad y cómo garantizamos su autonomía».
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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