«Nos tienen olvidados», reclaman damnificados de Tula

15 septiembre, 2021

A una semana de las inundaciones en Tula, Hidalgo, familias que perdieron sus casas y comercios denuncian abandono de las autoridades y que los gobiernos municipal y estatal no les alertaron de la inundación avivada por la acumulación de desechos provenientes de la zona metropolitana del Valle de México

Texto y fotos: Alejandro Ruiz

TULA, HIDALGO.- Carmen está sentada frente a un montón de escombros tirados sobre la calle Xicoténcatl, en Tula, Hidalgo.

Ese montón de escombros eran las pertenencias de Carmen y sus vecinos, quienes viven al costado de la clínica No.5 del IMSS, una de las zonas mayormente afectadas tras las inundaciones de hace una semana que han dejado a más de 40 mil damnificados y un saldo de 15 muertos (preliminarmente habían informado de 17 fallecidos).

El martes 8 de septiembre, cuando el río Tula se desbordó e inundó a media ciudad, Carmen estaba con su hija y su nieto dentro de su domicilio.

“No pasaron a avisar, nadie supo nada hasta que el río se estaba desbordando”, relata. 

“Yo ya me iba a acostar cuando me habló mi hermano y me dijo ‘oye, que se está saliendo el río Tula’. Yo le dije ‘no no no no han avisado nada’, y me dijo ‘salte, si ves que evacuan el Seguro, salte o súbete a la azotea’. Lo que hice fue asomarme y sí, pues vi el agua, y me regresé rápido y como mi casa está hundida como a un metro nomás le dije a mi hija que agarrara al niño y vámonos que ahí viene al río.” 

Carmen perdió todas sus pertenencias. Las paredes de su casa están humedecidas, el drenaje está roto y tanto sus muebles como su ropa ahora son parte del escombro arrumbado a media calle, pues a diferencia de muchas personas, ella no tiene para contratar una retroexcavadora privada.

“Se supone que el gobierno va a venir por las cosas para llevárselas, pero mira, ha pasado una semana y nomás nada, mucha gente mejor contrata un servicio particular, pero yo no tengo dinero, y ahora tampoco tengo casa”, denuncia Carmen.

Las paredes de la casa de Carmen siguen humedecidas debido al agua que cubrió enteramente su domicilio. Muebles, ropa y electrodomésticos quedaron inservibles, por lo que Carmen espera que el gobierno del estado apoye a las y los damnificados.

Como ella, miles de personas en Tula han quedado al desamparo y la incertidumbre, pues aunque los trabajos de limpieza han comenzado en coordinación con militares, efectivos de la Guardia Nacional y autoridades locales, un sentimiento de abandono e impotencia puede percibirse entre las calles llenas de lodo.

“Me siento triste, cómo no, pero a la vez me siento tranquila porque yo y mi familia estamos bien. Cuando nos salíamos veíamos a los del Seguro, a los que se murieron; y me dio una tristeza enorme, pero también coraje, no es posible que esto haya pasado, se pudo haber prevenido si nos hubieran avisado”.

¿Desastre natural o negligencia?

Para Carmen el motivo de las inundaciones fue principalmente la basura que hay en el río y a las descargas constantes que ha hecho la presa.

“Siempre ha llovido por estas fechas pero nunca, en mis más de 50 años de vida, se había desbordado el río, algo está pasando, parece que pasó un huracán”.

Especialistas y académicos han argumentado que uno de los principales factores que detonó este desastre natural fue la acumulación de desechos provenientes de la zona metropolitana del Valle de México a través del Túnel Emisor Oriente. 

Este Túnel, iniciado durante el periodo de Felipe Calderón y concluído en 2019 bajo el mandato de López Obrador, se presentó como una “majestuosa obra que representa continuidad y cambio”.

El aviso no llegó a tiempo y 15 pacientes perdieron la vida a causa de las inundaciones del 7 de septiembre

La idea inicial de esta obra era crear un sistema emergente de drenaje que permitiera reducir los riesgos de inundación en la zona metropolitana del Valle de México.

Con una longitud de 62 kilómetros y un diámetro de 7 metros, este túnel permitiría crear salidas alternas al Gran Canal, Emisor Poniente y el Emisor Central, trasladando una parte de los desechos producidos en el Valle de México hacia la planta de tratamiento de aguas residuales ubicada en el municipio de Atotonilco de Tula, Hidalgo.

Uno de los puntos de descarga del Emisor Oriente es el río El Salto, el cual desemboca con el río Tula, que apenas la semana pasada había recibido el desfogue de la presa La Requena que, debido a las altas lluvias -calificadas como “normales” por el Servicio Meteorológico Nacional- se  encontraba a un 135 por ciento de su capacidad.

De acuerdo con declaraciones del titular de la Conagua en Hidalgo, Eleazar Saucedo Rojas, la capacidad del río se había visto rebasada hasta por 100 metros cúbicos debido a las descargas de los emisores central y oriente y la presa La Requena, lo que implicaría una alerta de riesgo para las poblaciones cercanas, como Tula, Hidalgo. 

Habitantes de Tula se suman a las tareas de limpieza tras las inundaciones. Algunos apilan escombros, otras palean lodo, e inclusive hay quienes barren el piso con sus propias herramientas, pues las autoridades locales no han distribuido el equipo necesario entre la población para hacerle frente al desastre.

«Aquí no se ha parado nadie a dar la cara»

El río se desbordó en la madrugada del martes, y de acuerdo con habitantes de la zona, en ningún momento escucharon alguna alarma o aviso de las autoridades. La forma en la que pudieron percatarse del inminente desastre fue a través de llamadas telefónicas que les hicieron familiares y amigos. 

Empero, horas después de que el río se desbordara, la coordinadora nacional de Protección Civil aseguró en la conferencia matutina de la Presidencia que sí se había emitido una alerta y evacuado a la población del centro de Tula. 

“Yo no entiendo”, continúa Carmen, “para la vacuna sí pasó una camioneta con una bocina diciendo que se iba a vacunar a la gente, pero ahora no pasó nadie, de veras que nadie”.

“Aquí no se ha parado nadie a dar la cara. No nos dan explicaciones de qué es lo que pasó, y aunque entendemos que el presidente esté ocupado en sus giras, sería bueno que viniera a ver el desastre, las afectaciones, y que nos den apoyos, pues nadie nos ha apoyado.” 

Habitante de Tula.
El personal de la Cruz Roja reparte gel antibacterial y cubrebocas a los elementos de las fuerzas armadas que apoyan las tareas de limpieza. Sin embargo para las y los trabajadores de limpia del ayuntamiento hacen falta guantes, caretas y equipo adecuado para que puedan seguir limpiando.

«Nos tienen olvidados»

Alicia Gómez es comerciante en el centro histórico de Tula; como cientos de locatarios del mercado municipal y el tianguis, ella y su hermana perdieron todo su patrimonio durante las inundaciones.

“Yo había llegado de trabajar y después empezó a llover. A mi hermana le habló por teléfono una compañera que vende ahí y le dijo que se estaba inundando todo. Rápido nos fuimos a ver qué alcanzábamos a sacar pero ya cuando llegamos todo estaba devastado”, relata. 

De acuerdo con el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad Meneses, los daños tras las inundaciones ascienden a 2 mil 30 inmuebles en el municipio de Tula; junto a otras 8 localidades de Hidalgo, esto representa alrededor de 6 mil 500 millones de pesos. 

A una semana de los trágicos hechos miles de comercios y casas siguen con daños severos en sus estructuras, así como muebles y mercancía en estado de pérdida total. Asimismo la economía  sigue sin poder reactivarse, y para muchos comercios esto ha representado una pérdida total de sus ingresos.

Miles de familias perdieron sus muebles tras las inundaciones que azotaron a Tula el martes 7 de septiembre. En las calles del centro histórico pueden observarse pilas de escombros a media calle, esperando que las retroexcavadoras pasen por ellos.

“El gobierno según nos está registrando para un apoyo, pero no resuelven nada, nomás nos están anotando en una lista. Tú dime: ¿cómo le hacemos mis hijos y yo para comer ahorita con un papelito? Esto necesita resolverse ya, ocupamos certezas”, reclama un comerciante del tianguis municipal.

Aunado a esto, pobladores acusan que ellos mismos son quienes se han encargado de realizar la limpieza de algunas calles y dentro de sus negocios. Han solicitado apoyos al municipio para que les brinde palas, picos, escobas y guantes, sin embargo esto no ha sucedido. 

“Aquí quien nos ha traído materiales han sido los de la refinería, el gobierno nada; incluso le hemos dicho a los militares que nos echen la mano, pero nos han dicho que no, pues hay otras zonas más prioritarias. Eso lo entiendo, pero solo están limpiando aquí en el centro, allá en las otras colonias más pobres donde también fueron afectadas personas no han ido, y la gente está viviendo en albergues”, señala una comerciante mientras recogía material brindado por personal de la refinería. 

Las donaciones de otras partes de la república son migrantes de Tula, principalmente habitantes del estado de Querétaro, quienes se han encargado de gestionar centros de acopio independientes. Ellos cubren a la vez los gastos de transporte y entrega de despensas e insumos de limpieza.

“Las donaciones las tienen allí en la presidencia, amontonadas, acá no nos llega nada por parte del gobierno, nos tienen olvidados. Si no fuera por nuestros paisanos quién sabe cómo estaríamos ahorita, peor yo creo, si es que se puede estar peor,” dice otra comerciante de la zona centro. 

Para Sergio, que junto a su padre perdió por completo su taller de reparación de bicicletas, es urgente que la ayuda llegue a todas las zonas, pero en particular a aquellas partes del municipio con mayores carencias.

Comerciante del centro histórico después de recibir los insumos que personal de la refinería ha dotado a la población: «es la refinería quien nos apoya, no el gobierno», exclama.

“Yo no sé qué va a hacer mi papá, perdimos todo y no hay certeza de que alguien nos vaya a apoyar. Así como pasa en La Malinche, hay zonas muy olvidadas, hay negocios que no son prioritarios para el gobierno,” agrega.

La Malinche es un conjunto de colonias populares ubicadas en la periferia noroeste de la ciudad, cuya parte baja, a las faldas de un cerro, es la zona más afectada tras las inundaciones.

Ahí se ubica uno de los albergues y los damnificados que se encuentran ahí denuncian que a una semana de las inundaciones no ha llegado ningún apoyo por parte de las autoridades. En la parte baja, afirman, es imposible transitar en automóvil o a pie. 

“Allá abajo no se puede pasar, está lleno de lodo. La verdad es que nos tienen olvidados, no llega nada aquí al albergue y tenemos que estar luchando para que nos hagan caso” dice uno de los habitantes de La Malinche. 

Del mismo modo que en esta colonia, las y los trabajadores de limpia municipal, que por temor a perder sus trabajos pidieron omitir sus nombres, denuncian que a ellos también se les ha olvidado. 

“Mira mis guantes”, dice una de las trabajadoras, “estos me los acaban de dar, no nos da nada el gobierno y tenemos que estar recogiendo el lodo, limpiando, y luego nos quieren hacer responsables por los daños a nuestros carritos de recolección. Si la ayuda no llega allá en las colonias pobres, a nosotros tampoco nos ayudan, somos los más olvidados de los olvidados.” 

Un grupo de ciudadanos acopió víveres desde Querétaro y los reparte en la zona de La Malinche: “Nosotros lo hacemos de manera independiente, pues la urgencia es mucha y la gente lo necesita” exclaman

“Nos tienen sin cubrebocas, sin siquiera un agüita, pero eso sí, nos piden que este trabajo sea voluntario que porque ‘Tula somos todos’. O sea no nos quieren pagar, cuando ellos son responsables de esto, y ni una pala nos dan. La comida y despensas se las llevan a los soldados, a los marinos, pero aquí tenemos que andar mendigando, imagínate si antes no teníamos pa’ comer ¿ahora como están las cosas? ¡Pues menos!”. 

Trabajadora.

La ciudad de Tula está hecha un caos, donde la incertidumbre se ve en los rostros de las miles de mujeres y hombres que con palas, escobas y carretillas remueven los escombros que el río trajo consigo; y aunque el agua ya bajó, el lodo que encubre a la tragedia apenas está apareciendo.  

Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.