«No sabemos por qué nos hacen esto», aumenta el asedio a la comunidad de Santa María Ostula

24 marzo, 2024

Ante el aumento del asedio contra la comunidad de Santa María Ostula, en Michoacán, los comuneros han reforzado las tareas de seguridad y afianzado el control de su territorio, mientras continúa la batalla en tribunales para el reconocimiento de su autonomía

Texto y fotos: Heriberto Paredes

MICHOACÁN. -“Quémalos a todos, no importa si hay niños o mujeres, quémalos a todos, mátenlos a todos”, eso fue lo que escuchó Eulalio minutos antes de que miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) incendiaran una vivienda del poblado de Cofradía, parte de la comunidad nahua de Santa María Ostula, en el municipio de Aquila, Michoacán. Eulalio es uno de los pocos testigos de este hecho, y también es un sobreviviente: pues por poco se lo llevan estas personas al confundirlo con un comunero que vivía en la casa que fue destruida.

El pasado 1 de febrero de 2024, cerca de las tres de la tarde, a plena luz del día, al menos 3 personas miembros de esta organización criminal ingresaron al territorio comunal y se dirigieron directamente a las cercanías de esta casa. Uno de los habitantes de la vivienda se percató de esto ya que se encontraba en la cocina y tenía acceso al patio trasero, lugar por donde se acercaban estas personas armadas. De inmediato se alarmó y corrió hasta el frente, lugar en donde estaba otro habitante y éste al ser notificado indicó que era necesario irse de inmediato.

Salieron sin camisa y sin huaraches. Había otro grupo de miembros del CJNG que se dirigían hacia el frente de la casa con el objetivo de rodearla, pero no lograron interceptar a los habitantes que ya se habían retirado. Dispararon un par de veces al aire, según relata una persona vecina, mientras que quienes huían lograron llegar hasta unos campos de cultivo, según relata Eulalio, quien fue ahí que los vio.

“Quienes venían persiguiéndoles corrían y comenzaron a disparar, preferí acostarme para evitar que me tocara una bala, ahí medio vi que le dieron a uno de ellos, luego mataron unos perros y ahí fue donde me agarraron. Me dijeron ‘levántate, ¿por qué andas corriendo?”, cuenta cuidadosamente Eulalio.

“Cambiaron cargadores y me llevaron hacia la casa de la persona que buscaban, iban preguntando para dónde habían corrido los otros, me preguntaban mucho, a mí no me querían por eso me ignoraron poco después”.

Ahí fue cuando quemaron la casa. “Me dejaron ir y me fui corriendo a ver donde había visto a las personas que huyeron y me encontré a uno de ellos herido. Le dije que iba a buscar ayuda con los encargados del orden y que regresaba, cuando llegué al pueblo avisé y se pidió ayuda por los radios. No había nadie en las calles y todavía se escuchaban algunas ráfagas de disparos que venían de los cerros”, explica Eulalio.

Tras este hecho, dos días después, un nuevo ataque fue registrado por los habitantes de esta localidad, esta vez por la noche, sólo que en esta ocasión se trató de una modalidad distinta: ráfagas de disparos provenientes de los cerros más cercanos a la población. Con la posición a favor, los miembros del CJNG establecieron una lluvia de balas de grueso calibre (7.62 mm y 50 mm).

Nuevamente la Guardia Comunal logró reaccionar y repeler este ataque desde sus posiciones estratégicas para garantizar la seguridad de la comunidad, sin embargo, la tensión y el miedo ocasionados días antes llevó a que Ostula declarara canceladas las actividades públicas, entre ellas las clases de todas las escuelas, las celebraciones religiosas o festivas y las reuniones en espacios abiertos, para evitar poner en riesgo a las personas.

Vivir bajo el asedio

Para la comunidad nahua, vivir bajo la amenaza de un ataque criminal no es una situación nueva. Desde que en 2004 dieron los primeros pasos para recuperar una zona de su territorio –invadida por supuestos pequeños propietarios de la localidad vecina– y al menos hasta comienzos de 2014, Ostula fue escenario y víctima de múltiples ataques armados en contra de su población organizada. Sus mecanismos de seguridad fueron infiltrados, la entonces organización criminal Caballeros Templarios invadió las calles de la comunidad y cancelaron la vida pública por completo salvo cierto turismo. El saldo de esta etapa de defensa del territorio fue de 34 personas asesinadas y 5 más desaparecidas.

A pesar de esta dura situación, la comunidad logró reorganizar a su Guardia Comunal y restablecer el control del territorio, por lo que la seguridad se volvió un objetivo permanente. Desde 2014 hasta este momento quienes han logrado quebrantar la vida en calma que impera han sido instituciones del Estado como la Marina o distintos cuerpos de policía. En este periodo en que la comunidad ha visto renacer las clases en las escuelas, los trabajos agrícolas, el turismo comunitario, las fiestas religiosas y familiares, así como el florecimiento de nuevas iniciativas culturales, sin embargo, también ha habido un saldo doloroso de 6 personas asesinadas, incluyendo un menor de edad.

Para la población de Santa María Ostula cada amenaza se ha traducido en un fortalecimiento en su organización interna y en la necesidad de cobrar conciencia cada vez más. Hoy existen nuevas generaciones de jóvenes que están asumiendo cargos y responsabilidades del gobierno comunal así como de la defensa de la comunidad, siempre con el ejemplo de quienes perdieron la vida por defender la tierra en donde la comunidad ha sabido florecer.

Actualmente, permanece la tensión de un incremento en los ataques armados o de un nuevo intento de incursión por parte del CJNG, pero las actividades públicas han vuelto a reanudarse y se han aumentado los puntos de vigilancia de la Guardia Comunal así como el número de personas que constantemente participan en la vigilancia permanente de la comunidad.

La primera vez que sucede

“Me sentí muy presionada y con mucho miedo, estas situaciones son muy complicadas, me tocó organizar todo, la Guardia, todas las indicaciones”, explica María, de 30 años, la encargada del orden en la encargatura de Cofradía y quien, según sus funciones, tuvo la responsabilidad de responder en primera instancia ante los ataques del CJNG. No para atacar sino para garantizar la seguridad de la población.

“Esta fue la primera vez que sucedió esto, y mi compañero encargado y yo estábamos cerca en Cofradía. Nos movimos rápido en cada ocasión para lograr organizar a la comunidad sin esperar a que pararan los balazos”, cuenta María.

La principal preocupación de las y los encargados del orden era proteger la vida de las infancias y de las personas mayores. No hubo saldo negativo, salvo una persona herida que ya se ha recuperado del rozón que recibió el día en que se quemó la casa.

A pesar del buen resultado en la seguridad de la población, María asegura que: “Aquí toda la gente tiene temor, estamos rodeados de cerros como puedes ver y nomás va oscureciendo y todo mundo se va a sus casas, pero mantenemos la vigilancia toda la noche, nos turnamos […] nunca había ocurrido algo así en Cofradía”.

“No sabemos la razón de porqué esta gente nos hace esto, a lo mejor por ser indígenas y tener nuestras tierras, pero aquí las personas son tranquilas y trabajadoras”.

Apoyo y reconocimiento de la autonomía de Ostula

En un acto de solidaridad alrededor de 100 organizaciones y comunidades, así como un centenar de personas firmaron un comunicado emitido por la Red Todos los Derechos para Todas y Todos (RedTDT) el pasado 21 de febrero. En el documento se establecen dos necesidades básicas: el reconocimiento de los esfuerzos de Ostula para garantizar la seguridad en su territorio a través de la libre determinación y autonomía de la comunidad con su gobierno interno y su Guardia Comunal; así como la necesidad de contar con una estrategia por parte de los diferentes niveles de gobierno para acabar con estos escenarios de violencia. “[…] hacemos un llamado urgente al Gobierno Federal mexicano a generar un diálogo que lleve a la construcción de estrategias conjuntas para enfrentar estas embestidas y que coadyuve al ejercicio pleno de su libre determinación”.

También se puede leer en el documento: “Se hace fundamental en este momento crítico, que el Gobierno Federal y Estatal reconozcan la importancia de la labor que realiza el Gobierno Comunal de Santa María Ostula y la valentía de su Guardia Comunal en el cuidado y protección de su territorio. Además, es necesario que se puedan establecer medidas de coordinación que abonen al cuidado de la comunidad y el fortalecimiento de sus instancias de gobierno indígenas para que se pueda garantizar la integridad de su población”.

Sin embargo, el gobierno estatal, encabezado por el morenista Alfredo Bedolla, desde agosto pasado no ha dejado de asegurar que la Guardia Comunal se trata de criminales y que si quieren ser reconocidos tienen que someterse al modelo de cuarto nivel de gobierno o autogobierno –modelo avalado por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI)–,  a pesar de que la comunidad nahua ha demostrado la legitimidad de sus instituciones de seguridad y de haberse amparado contra la aplicación de la nueva Ley del Sistema de Seguridad del Estado de Michoacán.

Mientras tanto, en Ostula se han retomado las actividades normales, tanto sociales como económicas y educativas. Ha comenzado la temporada de cosecha del tamarindo, un cultivo central en la comunidad, las clases se han dado con regularidad y en la víspera de la Semana Santa los preparativos están llevándose a cabo con tranquilidad. Se prevé una amplia visita al Torneo Internacional de Surf 2024, el cual está siendo preparado en la encargatura de la Ticla, una de las localidades con mayor turismo internacional. En materia de seguridad se ha reforzado el número de integrantes de la Guardia Comunal y se han establecido nuevos puntos de vigilancia y control a lo largo y ancho de su territorio para evitar que se presenten nuevos escenarios violentos ocasionados por la organización criminal existente en la región y la total impunidad en la que operan, a pesar de las denuncias constantes en su contra.

Fotógrafo y periodista independiente residente en México con conexiones en Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Cuba, Brasil, Haití y Estados Unidos.