Activistas y defensores de derechos humanos advierten que la desatención a los portadores de VIH y otras Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), a causa de covid-19, puede revertirse en un mayor número de casos de la enfermedad respiratoria
Texto: Vania Pigeonutt
Foto: María Ruiz
La organización Vive Libre, que pugna por los derechos de portadores del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), ha recibido al menos 28 quejas en un mes, de pacientes del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), a quienes les niegan el medicamento.
El jueves 16 de abril un integrante de esta organización, que protestó a finales de febrero por desabasto de medicamentos para el control del VIH, fue a surtir su receta a una clínica del ISSSTE y le dijeron: “simple y llanamente, llámame el próximo jueves a ver si llegó”.
La denuncia la hace Alaín Pinzón, fundador de la organización y defensor de derechos humanos. Le preocupa que durante la pandemia por el nuevo coronavirus (covid-19), los portadores de VIH y otras Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) sean descuidados y esto potencialice el número de casos de la enfermedad respiratoria; además, que aumenten los diagnósticos sin atención de VIH, porque el servicio médico es insuficiente y que este grupo se vea aún más vulnerado.
«Es muy desafortunado lo que está pasando. Estamos generalizados de una histeria colectiva, de mucho estrés, pesadumbre. Luego aviéntate este problema, que no tienen tu medicamento que tienes que tomar todos los días sin interrumpirlo y que te va a mantener vivo y saludable, y con una mano en la cintura te dicen ‘a ver si ya me llegó’”, lamenta.
Durante las últimas tres semanas le han llegado este tipo de mensajes vía sus redes sociales y a través de la organización que encabeza. Ha tenido que enviar medicamentos, que gestionan en Vive Libre, hasta Ciudad del Carmen, Campeche, casi mil kilómetros de distancia. Otro chico, cuenta, está esperando medicinas que le tenían que surtir en el ISSSTE en Puebla.
Hace un cálculo rápido: si son 28 quejas similares por mes, durante el tiempo que dure la pandemia, que las autoridades sanitarias han anunciado será larga, se multiplicarán los casos y sólo del ISSSTE, habrá un descontrol en los diagnósticos médicos. Existe el riesgo, explica, de que aquellos que ya son indetectables; es decir, portadores, pero que no transmiten el virus, aumenten su carga viral sin el tratamiento adecuado.
Para Alaín este desdén tiene un nombre: “somos la variable residual”. Las muertes que importan menos, a nivel de servicios», puntualiza.
Hasta el momento no ha habido, al menos no confirmado, un portador de VIH muerto por covid–19. Sin embargo, el activista advierte que es porque no hay una protocolización adecuada para descartar casos. Pone como ejemplo que un paciente con VIH murió por neumonía atípica, así fue determinado el motivo de su defunción. Esto para el activista es confuso, porque no podría asegurar ni negar que haya sido covid-19.
“No hubo esa claridad, está ensombrecida la estadística”.
El 6 de abril, el Consejo Ciudadano para VIH e ITS envió un pronunciamiento al presidente Andrés Manuel López Obrador y autoridades sanitarias. Varias organizaciones que integran este organismo, entre ellas Vive Libre, advirtieron riesgo de aumento de casos.
«La epidemia de VIH puede tener un repunte considerable durante y posterior a la contingencia de no tomarse estas medicas prioritarias”, advirtieron.
En el documento, situado a 15 días que iniciaran oficialmente las medidas de cuarentena para evitar contagios masivos, el Consejo puntualizó la importancia de garantizar el suministro de tratamientos suficientes y pidió a las instituciones públicas dotar de hasta tres meses de medicamentos, con ello evitar la saturación del servicio de salud, porque estarán enfocados en covid-19.
Exhortaron a las autoridades a no suspender los servicios de detección de diagnóstico y dotar de insumos necesarios al personal médico de los hospitales que atienden casos de covid-19. Ante el riesgo de que éstos sean vectores de contagio para poblaciones vulnerables, en este caso los pacientes con carga viral alta de VIH.
Hasta el jueves 16 el Consejo tuvo una reunión con autoridades del ISSSTE, IMSS y Censida. De acuerdo con Alaín Pinzón: “hay temas que siguen atorados, por supuesto que hay muy poco interés por parte del ISSSTE para solucionar (las denuncias). Se le presentó la problemática que se ha encontrado al ISSSTE y al IMSS, y siguen en la postura de que su institución es bondadosa y son casos aislados. Ya sabemos que no son importantes para ellos los casos de VIH”.
Con los únicos que pudieron establecer una línea de atención directa fue Censida, pero tampoco hay garantías de que los pacientes puedan recibir tratamientos suficientes durante el tiempo que dure la pandemia por covid-19.
Con esta una nueva epidemia, dice Luis Manuel Arellano, es importante que la Secretaría de Salud no descuide el control sobre las demás, no sólo provocadas por ITS, sino las comorbilidades que agravan el covid-19, que día con día siguen aumentando estadísticas de afectados: diabetes, hipertensión, obesidad.
La CEC no puede cerrar, así que decidieron despresurizar los servicios. Arellano pone un ejemplo: ¿cómo van a sobrevivir a esta epidemia las personas que viven en la calle o son migrantes? Ellos no tienen apoyo comunitario, familiar, viven en la calle; quienes no pueden dejar el trabajo sexual.
En su opinión, salubridad debe explicar las estrategias a implementar con las personas que viven con VIH, éstas son las mismas que para el resto de la población, pero al igual que Alaín Pinzón, Arellano advierte que si una persona con VIH deja de recibir su tratamiento, puede morir de covid-19, su sistema inmunólogico convierte a estas personas en altamente proclives a enfermarse.
Arellano reflexiona que hay muchos problemas sobre lo que en sí ya implica vivir con VIH. “Algo que no hemos podido resolver con las personas de VIH con control virológico es el no salgas de tu casa, porque tienen que salir, estos casos se escapan a la estrategia; cómo manejar su ansiedad, cómo solventar la duda del mañana: qué va a pasar mañana”.
También advierte del riesgo de que estas otras epidemias aumenten si no se ve ésta, como una oportunidad de replantear el manejo de estas enfermedades.
No hay programas de sexualidad en los centros de primer contacto de detección de ITS. Tampoco hay suficientes médicos para atender las ITS, cuando llega haber, vienen reclamos del tipo moral con la población. Ni hay un control absoluto de estas otras epidemias, y si se descuidan a nivel presupuestal habrá estragos.
“Las personas que vivimos con VIH y tenemos ciertas características son las que estamos en riesgo. Las personas que tienen menor conteo de CD4 de 300, las personas que ya han sido hospitalizadas por neumonía, pulmonía, tabaquismo, EPOC y viven con VIH tienden a tener más complicaciones; las comorbilidades. Las personas que no se han hecho una prueba y tienen el virus también”, explica Alaín Pinzón.
El tratamiento es un escudo para los pacientes con VIH. Si se los quitan corren el riesgo de generar resistencias en el virus. Pinzón advierte que éste se puede multiplicar. La salud de los pacientes, señala, iría mermando y cualquier cuadro de infección resultaría fatal, así fuera covid-19 u otra enfermedad. La responsabilidad de que no tengan suficiente atención y mueran, será del Estado.
«Seguimos teniendo la necesidad de medicamentos antirretrovirales, necesitamos cuotas médicas de urgencia y necesidad también de laboratorios médicos… Con las personas de nuevo ingreso nos estamos atorando tremendamente y no podemos bajar la guardia. Hay personas que siguen siendo detectadas en esta cuarentena y se están viendo forzadas a esperarse a entrar a un sistema de salud después de la cuarentena”, dice.
Esto agrava los cuadros médicos: los pone en una serie de problemas emocionales, psicológicos, de ansiedad.
“Recibir un diagnóstico por primera vez es sumamente duro. Y luego que te digan, no te puedo dar medicamento, no te puedo canalizar a una institución de salud en este momento que no tenemos las condiciones, es como: ¿qué pasó ahí?”, cuestiona Pinzón.
“Si antes para muchas personas las personas que vivimos con VIH somos una variable residual, ahora ni siquiera existimos, eso está pasando en el ISSSTE y en el IMSS”.
La Clínica Especializada Condesa (CEC) es un refugio para portadores de VIH, mujeres víctimas de violencia sexual; población trans*, migrantes y extranjeros –ahora varados– en México porque no pueden salir del país por la pandemia, entre otros usuarios, mantiene su capacidad al 40 por ciento.
Luis Manuel Arellano Delgado, coordinador de Integración Comunitaria y Fortalecimiento Comunitario, explica que para evitar contagios de la epidemia del SARS-CoV-2 tomaron medidas de contención. Con el propósito de disminuir la afluencia de pacientes y empleados, para reducir la exposición al nuevo coronavirus.
La CEC y la CEC Iztapalapa, otra sede ubicada en esa delegación, atienden alrededor de 15 mil pacientes con VIH, unos 2 mil usuarios y usuarias transgénero que van a tratamiento de hormonas; 200 usuarios que van hacerse la prueba diario, unos 200. Muchas personas van por sus medicamentos y a consultas de control de su enfermedad.
Priorizaron la atención de los servicios de salud: separaron la atención sustancial, las citas programadas, los estudios de laboratorio permanentes que se realizan y que no eran imprescindibles en población que está bajo control virológico, que es la mayoría y se suspendieron citas, se concentraron en abrir expedientes a personas de reciente diagnóstico y ellos sí dieron tratamientos por tres meses a usuarios con VIH. Su farmacia no cerró.
“No se interrumpe la atención a víctimas de violencia sexual. Y se siguen surtiendo recetas para pacientes en control psiquiátrico y personas transgénero en tratamiento hormonal”, dice Arellano Delgado.
“En los primeros 15 días de abril se incorporaron a 123 pacientes; 80 por inicio de tratamiento y otros 43 por reincorporación a tratamiento o continuidad de tratamiento. Debido a que los pacientes perdieron su seguridad social y solicitaron incorporarse a la Clínica Condesa”, dice un documento elaborado por el CEC en estos días.
Sigue: “La epidemia del VIH/sida sigue su propia dinámica. Por ello la Clínica Condesa ha centrado sus insumos y sus recursos humanos para sostener el tratamiento antirretroviral al mayor número de pacientes. Con especial énfasis en la población inmunosuprimida. Pero también con ayudas a la población socialmente vulnerable, particularmente en situación de calle o migrantes sin residencia legal”. También han generado materiales para explicar las implicaciones del covid–19 y la necesidad de evitar contagios.
Piden a los pacientes no asistir con acompañantes y mantienen medidas internas de mantenerse al menos a un metro y medio de distancia. El énfasis de la información se concentra en los pacientes con bajo sistema inmunológico. Mayores de 60 años y con alguna de las comorbilidades que facilitan el desarrollo del covid-19.
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